Carl se encontraba en apuros. Un escalofrío pasaba por todo su cuerpo.
—Eres el único que sabe de esto —Dijo Cindy.
Dicho esto tiró del gatillo y el arma sonó *Chic* el arma no tenía balas y Carl hizo un pequeño brinco.
—Si le dices a alguien, habrá una bala llena de pólvora esperando atravesar tu cráneo.
Carl cerró los ojos tratando de calmar su furia.
—Ahora lárgate.
Carl abrió la puerta y la cerró fuertemente, regresó a la casa y allí nos vio...a Mariana y a mí jugando con Toby.
—¡Hola!, ¿Cómo te fue? —Le pregunté.
—¡Casi me matan por ir por tus pistolitas!
—¿Que paso? —Preguntó Mariana preocupada.
—Lo siento, no les quise hablar así, es que me da rabia que me apunten con armas, no lo tolero. —Explicó. - La puta esa me enseñó algo que nadie debe ver o saber.
—¿Qué cosa?
—Mañana les digo, por ahora me siento muy cansado, tengo mucha ira y cuando me enojo sueno muy grosero. Iré a dormir, duerman en el sofá si quieren. Duerman bien, mañana nos espera un día muy agitado.
Seguramente hablaba de ir en busca de mis amigos.
Teníamos que recargar energías, el día había sido extraño, era nuestra primera noche en el poblado. Me sentía seguro en la casa de Carl, una fuerte amistad con él se estaba formando.
Al día siguiente...
Un fuerte alboroto se sentía afuera. Carl me despertó, estaba apresurado y me dijo:
—Lo de la búsqueda no puede ser hoy, algo está pasando y no me agrada esto.
Me levanté y vi a Mariana salir de la ducha.
—Báñate rápido, esto no es normal.
Después de haberme bañado con el agua fría de ese lugar me vestí y salí con Carl y Mariana, decidimos dejar a Toby en la casa para evitar problemas con la loca de Cindy.
Salimos y seguimos el ruido. Llegamos a la plaza donde estaban todas las personas reunidas formando un camino, parecía como si un desfile fuera a pasar.
Los que se habían despertado más temprano escucharon la noticia de Cindy decirles que iba a suceder una "Expiación". La voz corrió por todo el poblado y al parecer los únicos que no nos habíamos dado cuenta éramos Carl, Mariana y yo.
Nos hicimos entre la multitud hasta legar al borde de la acera, tuvimos que empujar a unas cuantas personas pero estas no parecían darse cuenta. Las puertas de la iglesia se abrieron de par en par, después salieron guardias perfectamente sincronizados y detrás de ellos Cindy. Pararon de avanzar y la cura, la religiosa que tanto asco que le tenía gritó:
—¡Hijos míos, un día como éste se hará por primera vez en éste poblado la Expiación! ¡El diablo ha poseído a uno de los nuestros y le demostraré que no va a lograrlo nuevamente!
Yo estaba completamente seguro de que hablaba de Chirs... El ya muerto que Chris que ahora era un zombie y ella no lo entendía. La infección o el virus para ella no existía, todo tenía que ver con su religiosidad.
—¿Acaso ella no ha visto a un zombie o no ha oído hablar del virus? —Le pregunté a Carl.
—Sí —Contestó —Pero ella cree que Dios está castigando a la humanidad por todo el daño que el ser humano ha causado y bla bla bla.
Cindy seguía hablando:
—¡Dios nos está castigando por culpa de un desgraciado que se aprovechaba de ustedes, por culpa de él es que este pobre muchacho ha sido llevado a los caminos del mal, del diablo... lo ha corrompido llevando su alma al infierno!
Dicho esto señaló a la puerta, salió el hombre que vimos Mariana y yo amarrado en la silla en la iglesia en la silla caminando encadenado como si fuera un perro y un preso a la vez. La gente que lo reconoció le lanzaba piedras, le gritaban insultándolo y hasta en algunas ocasiones, se le acercaban personas de la multitud a golpearle y los guardias lo protegían. Me daba lástima aquel hombre, pero también me daba satisfacción que por lo menos se hacía justicia con aquel abusador. No sabía que tan cierto era, pero viendo las personas completamente alteradas con sólo verlo me lo confirmaba.
—¡Ahora hijos míos, la pobre alma desamparada, al que el diablo le arrancó su espíritu y su alma...! Que Dios se apiade de él.
Después salieron dos hombres con la cabeza y rostro cubierta por una tela con orificios en los ojos, parecían los verdugos de los tiempos medievales, sin camisa, cuerpos gordos y lo que parecía una falda blanca. Sostenían un gran palo grueso de madera y en el medio de éste, estaba el zombie de Chris, gruñendo, haciendo ruido, tratando de liberarse y comerse a todos, de su boca salía la misma sustancia negra combinado con sangre. Las personas suspiraron y varios de ellos empezaron a temblar.
—¡Éste joven muchacho, con toda una vida por delante, ahora está en el abismo!
Al decir estas palabras que al parecer eran las últimas, se acercó a Chris, éste se enloqueció mucho más, Cindy, agachó su rostro, la volvió a levantar e hizo la señal de la cruz con su mano izquierda.