Tuvo que esperar dos largos y tediosos días para que el temperamento receloso del leopardo se convirtiera en una amarga distancia, Roxy se lo merecía, en realidad ella tenía una lista de personas que murieron por su culpa y eso estaba grabado en su mente, antes de Evan ella atrajo a otros seis alfas al clan, ninguno de ellos sobrevivió, tampoco intentaron quitarle el lugar a Richard. Todos estaban muertos, víctimas de las duras condiciones de vida a las que estaban obligados a vivir.
—Quiero saber toda la verdad.
Al oír la exigencia de esa voz suave, Roxy levantó la mirada del libro que desde hace una hora intentaba leer, distraerse era un trabajo muy duro, pero desde que tenía al leopardo a una pared de distancia, esa tarea se había convertido en todo un desafío.
—Ya te dije todo.
Evan se movió, del marco de la puerta al sillón doble frente a ella, sus cristalinos ojos azules abarcando cada parte de su rostro, el enojo y la desconfianza volvieron a teñir el aire.
—He estado pensando mucho. Intento con todas mis fuerzas no verte como una araña que atrae hombres a su telaraña, pero no puedo, dime la verdad Roxy, toda.
«Confía en él, dile toda la verdad, tal vez así comience a aceptarnos»
Roxy tomó aire y lo soltó despacio, dejó el libro sobre la mesa pequeña en el centro después de sentarse. Evan tenía al leopardo en sus pupilas dilatadas, lo podía sentir arrastrándose, llamando a su pantera y eso era algo a lo que no estaba segura de poder acostumbrarse.
—Desde que Richard tomó el control del clan hemos estado buscando a otros alfas que sean capaces de acabar con él, y tú eres el séptimo.
Se había guardado muchos detalles para aplacar su reacción, aunque por la tensión de su cuerpo y las garras expuestas, ahorrarse eso no sirvió mucho.
— ¿Y qué sucedió con ellos?
Roxy abrió los labios, los cerró y volvió a abrir y cerrar, le estaba costando soltar lo poco que le quedaba, las palabras se le atascaban y parecía que su voz se había esfumado. Evan y su mirada azul se apoderaron de ella, haciéndole bajar la mirada. Roxy no se consideraba un cambiante muy dominante, pero su carácter le ganaba a su naturaleza pudiendo enfrentarse a cualquiera, sin embargo, con Evan no podía.
— ¿Estás bien? —preguntó, su voz se alejó del tono peligroso volviendo a ser suave.
Con esfuerzo volvió a mirarlo y su estómago tembló con el gruñido de la pantera.
—Sí —murmuró, inhaló profundo y se concentró en decir todo—. Ellos... Murieron.
Evan cerró sus labios en una línea delgada y tensa, luego giró su atención al paisaje más allá del ventanal curvo, sus manos se volvieron puños y pronto el olor a sangre le envolvió, supo que sus garras lastimaban su piel de tanto apretar.
—Entonces —dijo con la oscuridad llenando su voz—. ¿Me trajiste aquí para morir?
Ahora tenía la furia dirigida a ella, quemaba sobre su piel, irritaba al felino en su interior que todo lo que quería hacer era rodar sobre su espalda y mostrar el lado vulnerable « ¿Desde cuándo somos así?» ignorando la necesidad, intentó responder.
—Sí, digo, no..., no vas a morir.
Evan emitió una risa para nada alegre.
— ¿Por qué murieron los anteriores?
—Los primeros dos leopardos fueron cazados por los guardianes cuando decidieron huir. Un lince murió por hipotermia al pasar dos días de castigo en el pozo. Dos jaguares murieron por heridas graves en una pelea contra los seguidores de Richard y el último alfa leopardo se fue por una infección grave, no teníamos la medicina para curar sus heridas.
Contuvo el temblor en su voz, hablar de ellos siempre le afectaba mucho y ella detestaba verse débil, sobre todo cuando ella era la principal culpable de sus muertes al conducirlos al clan en su desesperación por librarse de Richard. Ella quería tanto que los problemas se acabaran..., que estaba dispuesta a todo por lograrlo, la muerte de ellos era el precio de su necesidad. Pero el clan continuaba sumido bajo nubes oscuras, y a menos que mataran a Richard, nada cambiaría.
—Genial... —murmuró—. Esto es... Ni siquiera sé por qué me molesto en intentar comprenderlo.
Evan se levantó y se acercó al ventanal, apoyó una palma sobre la superficie y bajó la cabeza. Inmersa en la sofocante culpa, Roxy quería acercarse, pero este no era el momento, el leopardo estaba confundido, preocupado, furioso y al borde de estallar.
No era seguro.
«No nos hará daño» susurró la pantera, pero Roxy se mantuvo en su lugar, nerviosa e inquieta.
—Evan, sé que estás furioso conmigo y que ahora me odias, pero todo lo que hice y lo que hago es para liberar a mi clan.
Silencio, profundo y escalofriante silencio, hasta que sus pasos reclamaron su atención y el aroma fresco inundó sus sentidos, lluvia y menta, frío.
—No te odio —dijo para su sorpresa—. No puedo, conozco esa necesidad de poner a la familia a salvo, he vivido en un clan antes... —Hizo una pausa, Roxy supo que casi decía algo de más—. Solo que tú exageraste demasiado las cosas.
Roxy sintió su propia furia subir por su cuerpo, ella no estaba exagerando nada, la gente a la que amaba se estaba muriendo por culpa del peor alfa del mundo y ella no estaba dispuesta a quedarse mirando.
— ¿Qué es lo que vas a hacer? —preguntó.
Ya anticipaba su respuesta, Evan iba a irse y sería cazado por orden de Richard porque ya sabía demasiado. Pensar en eso le hizo estremecer, la idea de verlo muerto..., no, ella no quería que eso se volviera una realidad.
«Entonces, advierte lo que le espera»
—Me quedaré.
Una gran sonrisa de alivio se le escapó, la cual no fue correspondida, Evan continuó igual de serio y peligroso.
—Pero no voy a pelear con Richard, yo no quiero liderar un clan.
Roxy quiso refutar, presionar para hacerle cambiar de opinión, no pudo.
—De acuerdo, entonces nosotros dos...
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Editado: 12.06.2019