El grupo de seis ancianos los estaba esperando en la sala de estar, al verlos Roxy se preguntó cómo había hecho Sarah para reunirlos a todos con tanta rapidez, apenas pasaron cinco horas y media desde que abandonaron su cabaña, y a menos que la anciana se arriesgara a salir bajo el toque de queda, no encontraba explicación para tener esta reunión tan apresurada... A menos que ella lo estuviera planeando de antemano.
—Ya vuelvo —le dijo a Evan, él la miró suplicante mientras lo dejaba con los ancianos y se iba a la cocina.
Sarah preparaba un poco de té en una tetera.
—Creí que me darías tiempo para hablar con él.
La anciana continuó en su tarea de buscar un poco de azúcar en la alacena superior.
—Sarah...
—Paciencia Roxy.
—No me queda mucha, ahora Evan está indeciso.
—Siempre lo estuvo —dijo, a la vez, sacó una bandeja de madera y colocó diez pequeñas tazas de vidrio—. Tenía que darle un pequeño empujón, es necesario.
Roxy le miró con severidad mientras se cruzaba de brazos, pocas cosas podían borrar la amabilidad en el rostro de la anciana, y ella todavía no podía lograrlo. Sarah rió por lo bajo mientras apagaba la hornalla, apacible y calma, dirigió sus ojos oscuros hacia ella.
—Sabes que está en riesgo si se mantiene al margen.
—Sí, y también lo estará si se une al clan, de todas formas está en riesgo.
Roxy trataba de no pensar en eso, sin embargo, el tema era difícil de ignorar, la vida de Evan peligraba, si se unía o no al clan, no hacía ninguna diferencia, pues Richard continuaría viéndolo como una amenaza.
Sarah se ocupó en llenar las tazas con el té, luego levantó la bandeja y se la ofreció, Roxy la tomó en sus manos, todavía molesta.
—Evan es astuto —dijo, acariciando su mejilla con una mano—. Encontró la forma de pasar contrabando burlando a todos los guardias, hallará la forma de evadir a Richard.
Sarah sonrió, luego, con su paso lento, fue hacia la sala de estar, Roxy le siguió llevando la bandeja, que después depositó en la pequeña mesa central rodeada por cuatro sillones.
Evan estaba siendo analizado con minuciosidad por Ronnie, quien era el padre de Finnick, al otro lado tenía a Harold hablándole sobre la vez que encontró a un lobo salvaje dentro del territorio. En frente estaban Patrick, Annie y Abott, mientras que Bobby se mantenía al margen reclinado cerca de la puerta, y el más reciente anciano que se había unido de manera forzada a este selecto grupo, Carl, estaba en un sillón individual, serio como de costumbre.
—Bien, Evan, ¿ya se han presentado estos viejos? —Preguntó Sarah al acomodarse en el único sillón que quedaba disponible.
Evan le buscó, el pobre se veía abrumado.
—Más o menos.
—Excelente —Sarah miró a Ronnie—. ¿Empiezas tú o lo hago yo?
El hombre asintió, su cabello que en su juventud fue anaranjado brillante igual al de su hijo, ahora estaba de un blanco pálido mezclado con una tonalidad más clara de naranja en algunas partes. Ronnie solía ser uno de los mejores amigos de Jimmy, antes de su retiro era un rastreador excepcional, ahora, al igual que todos los demás ancianos, habían perdido sus posiciones en la jerarquía.
—Nosotros somos el concejo de ancianos —dijo con su voz desgastada—. Antes asesorábamos al alfa en sus decisiones, ahora el consejo quedó en desuso. Yo soy Ronnie, padre de Finnick.
Evan amplió sus ojos.
—Ah, ya había notado el parecido...
Ronnie rió.
—El jovencito que tienes a tu lado se llama Harold.
El aludido gruñó bajo, pero luego sonrió haciendo que sus ojos oscuros como el café se iluminaran un poco, Harold fue nombrado anciano cuando cumplió cuarenta e intentó destituir a Richard, pero falló y fue perdonado a pedido de Sarah.
—Ellos dos son Abott y Annie, ambos hermanos.
Con apenas minutos de diferencia, fueron mellizos que formaron parte de la guardia de Jimmy cuando Roxy cumplió nueve años, y fueron desplazados por la guardia de tigres que Richard trajo al clan después de ascender como alfa.
—El que está al lado de Finnick es Bobby, ese que está en el sillón se llama Carl, se integró a nuestro grupo meses antes de que llegaras.
Evan los miró a todos, saludó con una ligera inclinación respetuosa.
—Es un gusto conocerlos.
Roxy notó su nerviosismo, ella también lo estaba, tenía a su pantera moviéndose bajo su piel, inquieta en su mente.
—Entonces, ¿a qué se debe esta reunión?
—Hemos estado hablando sobre ti —respondió Ronnie—. Observamos tu comportamiento, Sarah nos informó que es un buen momento para integrarte al clan.
Evan se tensó en su lugar, Roxy quiso acercarse pero Finnick le detuvo colocando una mano sobre su hombro.
—No es buena idea —murmuró en tono muy bajo.
—Se lo dije a Roxy, y se los repito a ustedes, no está en mis planes destituir a Richard.
Varios de los ancianos se decepcionaron al oírlo.
—Bueno..., es una lástima...
—Con todo respeto —Evan continuó—. No deberían esperar a que llegue una persona para solucionarles la vida, entiendo que lo que están pasando no es bueno, es una situación terrible, pero soy inexperto, no puedo liderar un clan mucho menos derrotar a alguien como Richard.
—Tú no puedes entender lo que estamos pasando —dijo Carl, estaba molesto, con sus ojos grises brillando de furia—. Apenas llevas dos semanas vagando de un lado al otro por el territorio, ese maldito lleva cinco años aprovechándose de su poder, manteniéndonos como ratas atrapadas en su propio hogar, matando personas lentamente. Tú no sabes lo que es la desesperación, la impotencia, la necesidad.
Evan escuchó en silencio, inclinado hacia adelante apoyando los codos sobre las rodillas, desde la distancia Roxy podía sentir su enojo construyéndose, y quería calmarlo, acercarse para aplacar al leopardo que estaba cerca.
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Editado: 12.06.2019