El Destino de los Héroes

Capitulo 1: Pasado l

...

 

Al día siguiente, Cristian y yo nos reunimos en una de las habitaciones situada en lo más profundo del castillo.

En el interior se podía apreciar unas pequeñas escaleras que guiaban a una plataforma, con un círculo mágico grabado en la parte superior.

Cristian vestía con una chaqueta de cuero oscura que tenía por encima de su camisa marrón y un pantalón negro. En su espalda, cargaba su más confiable mochila, la cual llevaba siempre en cada uno de sus viajes.

Acostumbraba a guardar cosas que podrían serle de utilidad en sus aventuras como; objetos encantados, tónicos, posiciones mágicas y cosas así. Entre esa mochila, también sobresalía su ahora enfundada espada. Podía ver el mango oscuro de esta arma, con algunos detalles finos que la caracterizaban.

Yo por mi parte decidí optar por algo más ligero, siendo esto una camiseta y un pantalón del mismo color (negro). No había ninguna razón en especial para usarlo, simplemente me era más cómodo.

Del mismo modo que mi compañero, yo también cargaba una mochila y una espada enfundada en mi espalda. Dentro de mi mochila guardaba mi billetera, la cual no era más que una bolsa de monedas doradas y plateadas amarrada por una pequeña cuerda, cuatro tónicos de primeros auxilios y un poco de ropa extra doblada. Era lo único que iba a necesitar para este viaje.

"Muy bien. Ahora repasemos lo siguiente. Dado que entraremos por primera vez a ese pueblo, lo mejor sería no llamar tanto la atención. ¿Qué te parece?".

Le comenté a Cris mi punto de vista. Él lo meditó un poco, hasta que aceptó después.

"Suena razonable... Muy bien, desde ahora te llamaras Alvin Yakitori, y yo Jeferson Gutierritos, ¿va?".

"¿Que...? ¡No! ¿Qué rayos con esos nombres amigo?".

"Dijiste que no querías llamar la atención, ¿no? Que mejor para no llamar la atención que con esos nombres falsos".

Definitivamente no idiota.

"Me refería a que tratemos de evitar los problemas, ¿sí? No es necesario que nos llamemos con esos nombres tan ridículos, ¿de dónde los sacaste?".

 

"Eso... es lo de menos ahora". Cris volteó disimuladamente tras ese comentario.

A veces tiene unas ocurrencias bastante estúpidas...

"Bueno, como sea. Evitemos problemas, con esto me refiero a nada de peleas, nada de quemar casas y mucho menos matar gente. Solo somos un par de aventureros que vienen de paso. ¿Te quedo claro?".

"¿Insinúas que yo haría esas cosas...? ¿Yo? Una persona bastante tranquila y decente... Duele que pienses en mi de esa forma, sabes".

"Ah -ah-ah, ¿para dónde vas? No nos iremos de aquí hasta que lo hagas".

Le sostuve del brazo para detenerlo. 

"Promételo...". 

"Le quitas lo divertido a la vida...". 

"Hazlo". 

Cris me miró de mala gana por unos segundos, hasta que cedió...

"Okey, okey. Prometo que no peleare con la primera persona que vea, prometo que no quemaré ninguna casa y que no matare a nadie... ¿Podemos irnos de una bendita vez?".

"¿Ves...? No fue tan difícil, ¿verdad?".

"Si si, no fue tan difícil... tu solo espérate y vas a ver....".

"¿Que voy a ver qué?".

"Que no haré nada malo, ahora vámonos".

Cristian no esperó más y se puso de pie sobre la plataforma, yo lo seguí tras dar un leve suspiro.

Lo único que me queda es rezar para que este loco se mantenga tranquilo.

En cuanto los dos estábamos listos, reuní un poco de magia sobre el círculo mágico para activarlo y luego nos tele-transportara al exterior. 

Una luz blanca sobresalió de él, y en poco tiempo iluminó todo el lugar.

Cuando nos dimos cuenta, ya nos encontrábamos en el exterior. Más específicamente a un kilómetro fuera del castillo y del bosque maldito, en medio de una gran llanura verde, frente a una larga carretera de tierra a unos metros de nosotros, un azulado cielo despejado y varias corrientes de aire fresca que recorrían la planicie.

 

Entrecerré mis ojos por la repentina luz del sol, pero en poco tiempo acabé por acostumbrarme.

"¡Por fin! ¡Qué bien se siente la libertad, maldita sea!". 

Cristian comentó con gran alegría, apreciando la hermosa vista a nuestro alrededor y agitando sus brazos al aire.

Parecía contento de por fin salir del castillo.

Honestamente también me sentía así. Una semana entera tratando de poner en forma una propiedad bastante destrozada, polvorienta y con señales de que en algún momento más de alguna habitación terminaría por derrumbarse en escombros podría enloquecer a cualquiera.

Habíamos trabajado duro, definitivamente necesitábamos un merecido descanso.

"Solo a vos se te ocurre vivir en un castillo abandonado, pinche loco".

"Si lo deseas puedes irte, pero eso implicaría dejar toda la fortuna que encontramos en ese lugar".

".....".

"Eres taan fácil amigo...".

"...Cállate...".

Antes de partir, respiré profundamente el aire puro y fresco del exterior.

"Bueno, ya estamos fuera. Andando".

Sin más rodeos nos encaminamos hacia la carretera para partir a nuestro destino.

Pasaron unos minutos desde que nos alejamos de nuestro punto de partida. Para este punto ya deberíamos de haber recorrido una buena distancia.

Mientras tanto, veíamos las extensas llanuras verdes y las grandes montañas a lo lejos. Era una gran vista.

Debo de admitir que esto no está tan mal...

Luego de subir por una pendiente, alcanzamos a divisar el pueblo a lo lejos. Este tenía una visible muralla hecha de madera y piedras que lo rodeaba por completo, la cual era custodiada por varios guardias desde fuera.

Me pareció de lo más normal, tomando en cuenta la existencia de todo tipo de monstruos bastante fuertes y muy numerosos que habitan en la intemperie.

 

Entre ellos estaban los que yo consideraba molestos, pues aunque ciertamente eran débiles por si solos, estos tenían la costumbre de formar grandes grupos y atacar a sus presas en manadas.



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En el texto hay: aventura, magia, ficcion

Editado: 09.09.2022

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