Han pasado tres semanas desde que Dorian estaba postrado en esa cama sumergido en un profundo sueño que le aterraba. Su madre y Lexer lograron estabilizarlo, duraron trece horas atendiéndolo, tuvo un paro en medio de la operación que casi lo perdía.
En estos días asumió el papel de su enfermera personal. Cambiaba sus vendajes, lo bañaba, le había cortado un poco el cabello, ya que le había crecido al igual que la barba.
Su madre venía todos los días después del trabajo para revisarlo al igual que Lexer quien había asignado a uno de los suyos para cuidarlo mientras estaba en la escuela, Zack se había encargado de llevar a Ashley, a ella y Audrey en su auto. Allison se iba con Jared.
Ahora mismo se encontraba sentada en la cama al lado de él pintándole las uñas de negro, su madre había llegado hace una hora y lo había comprobado, todo iba bien, solo tenían que esperar a que despertara.
Tarareaba Adore You de unos de sus cantantes favoritos, Harry, mientras terminaba de pintarles las uñas a Dorian. Se giró para ponerle brillos y se viera más chido.
— ¿Qué coño estás haciendo?—pregunto levantando un poco la cabeza viendo con horror como le pintaba las uñas muy relajadas.
—Estoy pintándole las uñas a Dorian... aprovecho que está dormido, si me ve me mataría...—responde con una risita malvada.
—No me digas... —susurra molesto retirando su mano de sopetón evitando que pintara su otra uña.
Se quedó estática viendo la sabana sucia de esmalte, levanto la mirada encontrándoselo sentado con su rostro a pocos centímetros de ella. Su cabello negro desparramado por toda su frente, le llegaba hasta sus labios.
Trago saliva nerviosa—Joder... estoy muerta, ¿verdad?—susurro.
—Será mejor que empieces a correr...—respondió molesto.
Se rio nerviosa—maldita sea... después de tantos días justo ahora despiertas...—susurra.
Se levantó de la cama corriendo justo a tiempo de que la agarrara. Abrió la puerta de la habitación saliendo al pasillo gritando como loca— ¡MAMA! ¡DORIAN DESPERTÓ Y ME QUIERE MATAR! ¡AYUUUDA!—llegó a los escalones viendo a su madre subir con una taza de café.
Se detuvo a medio camino mirando a su hija jadear en el suelo— ¿Y a ti que te pasó?—pregunta confundida.
—Dorian... acaba... de... d-despertar—responde entre jadeo con la mano en el corazón poniéndose de pie.
— ¡Por Dios!—exclama terminando de subir los escalones corriendo hacia la habitación de su asesino.
La vio doblar al final del pasillo, se quedó quietecita en su lugar hasta que escucho a su madre gritar su nombre.
Cerró los ojos con fuerza mientras suspiraba... de algo hay que morir, ¿no?
Camino lentamente hasta la habitación. Se detuvo en el umbral de la puerta con sus manos juntas y una sonrisa inocente. Su mamá se giró para verla, lo estaba chequeando.
Cruzo mirada con Dorian y sus ojos brillaron de ira, estaba molesto.
Sonrió más mientras tragaba saliva.
—Pásame el termómetro, creo que tiene fiebre...— dice.
Entró lentamente a la habitación sin apartar la mirada del estupidolfo y él tampoco de la suya.
Le pasó el termómetro a su mamá de lejitos.
—Abre la boca—le dice a Dorian y este obedece. Aún no dejaban de mirarse, el molesto y ella nerviosa, aunque algo divertida—Un mm... ¿Por qué tienes las uñas pintadas?—pregunta Elizabeth.
Corta el contacto visual con Dorian y la miro sostener su mano con delicadeza.
—Pregúntele a su hija... —responde con la voz ronca retirando el termómetro.
Elizabeth la mira confundida y se ríe nerviosa—lo siento... —susurra.
—Ah... —vuelve a mirar sus manos—están bonitas.
— ¿Qué?—Dorian la mira sorprendido— ¿es en serio?
— ¿Qué? Es la verdad... están bonitas—responde Elizabeth.
—Pss... de tal palo tal astilla...—responde alejando la mano.
— ¡Ay vamos!, si te ves fabuloso...—se queja Moon mientras se acercaba a la cama. Giro su cabeza como el exorcista mirándola furioso, sus ojos parecían dos esferas de fuego—Oh no...—susurro alejándose mirando al suelo nerviosa—siempre de gruñón... te veías más lindo ahí tirado como un muerto...—musito haciendo un puchero.
—¡Ay vamos!, no seas así con ella—habla Elizabeth mirando a su sexto hijo mientras retiraba mechones de su cabello de la frente—se ha quedado aquí día y noche cuidándote, velando por tu salud. Hasta mato por ti. No te comportes de esta forma solo porque te pinto las uñas, eso es grosero.
Se cruzó de brazos mirando fijamente a las sabanas.
Alzo la vista viendo la intensa mirada de Elizabeth que no lo dejaba de ver con los ojos entre cerrados.
Moon lo miraba con un puchero con los ojitos del gato con botas.
Suspiro—Bueno ya, perdón—dice soltando los brazos mientras rodaba los ojos.
— ¡Yai!—exclamo dando saltos antes de saltar hacia él abrazándolo fuertemente aspirando su dulce olor a canela y eucalipto.
Soltó un quejido— ah duele... —se aleja recordando sus heridas que aún no sanaban por completo.
— ¡Cierto! Perdón... —sonrió poniendo su cabeza en su hombro.
—Bueno, no tienes fiebre. Supongo que estabas caliente por el enojo de las uñas pintadas—habla Elizabeth—los dejaré a solas.
Se retiró.
Solo duraron unos minutos solos cuando Lexer entro a la habitación.
—Bien, vine a ver cómo sigue...—se queda parado en medio de la habitación viéndolo a su amigo y a la princesa abrazados en la cama— ¡Estas despierto!— Exclama feliz sentándose a la orilla de la cama— ¿Cómo estás? ¿Cómo te sientes? ¿Estás bien? Joder... no creí que de esta te salvarías.
—Un mm... me duele todo el cuerpo—responde—pero estoy bien...
Lexer mira a Moon mientras asentía.
Tenía la cabeza en el hombro derecho de su Dorian con una mano acariciando su pecho mientras ronroneaba. Su olor ya la tenía toda embriagada.
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Editado: 18.07.2022