Asmodeo miraba a Mefisto. El cabreo por lo que acababa de decir hacía que desease matarlo. No iba a permitir que hablase así de Phoebe, por ese motivo hace aparecer una bola de fuego celestial en la palma de su mano y se la lanza. No lo mataría, pero sí que le haría daño. También era cierto que ahora era más poderoso y que él ya no tenía todo su poder, pero no se iba a rendir. Mira por un segundo a Raffe y Joseph. Están los dos tirados en el suelo.
El rugido de una bestia hace que vuelva a mirar al frente. No podía concebir lo que estaba viendo. Mefisto se acababa de transformar en lobo, pero uno deforme, con el pelaje negro opaco y blanco brillante. Tenía un ojo completamente rojo y otro azul y era más grande que un hombre lobo cuando se transformaba.
El gigantesco lobo deforme se lanza a por él con las fauces abiertas y As lo detiene cogiendo la mandíbula, pero eso causó que se clavase las tres hileras de dientes que tenía. Asmodeo había visto mucho en su vida, pero nunca una bestia como Mefisto.
El lobo consigue cerrar sus fauces, clavando más profundo sus dientes en las manos de Asmodeo. El caído lanza un grito de dolor y se lo quita de encima.
El que no pudiera matarlo era un problema. El lobo deforme vuelve a atacarle, pero algo raro pasa. Por un segundo los ojos de este cambian, a unos rojos. Como los de Phoebe. Eran rojos como los de un verdadero alfa, y eso hace que el lobo se detuviera.
Un aullido hace que el caído se gire. Joseph estaba despierto y aún en su forma de lobo. Y para su gran sorpresa, estaba sometiendo al lobo deforme.
El lobo blanco se acerca al deforme, gruñendo y mostrando sus dientes. As notaba el poder que destilaba Joseph, y es ahí cuando decide atacar. Pero se lleva una gran sorpresa cuando intenta meter su mano en el pecho del lobo deforme.
Asmodeo le da un puñetazo que lo deja inconsciente.
Para cerciorarse de que no saldría corriendo, As hace aparecer unas cadenas que crearon los caídos para contener a los demonios, pero le hizo un cambio antes de encadenar a Mefisto. Hizo que fueran de plata pura y para mayor seguridad le inyectó una pequeña dosis de acónito.
Raffe aparta la mirada e intenta deshacerse del agarre de su padre, pero es en valde. Joseph no iba a soltar a su hijo. Entendía muy bien por lo que estaba pasando, pues él también tuvo dieciséis años, pero no era el mismo caso.
Raffe se marcha al coche pensando en todo lo que le había dicho su padre. Sabía que había tenido una vida fácil comparada con la de ellos, pero él no se sentía preparado para tener la carga de la manada. Puede que su padre tuviera razón en eso de que salía mucho con sus amigos y se pasaba de copas, pero era un adolescente y quería disfrutar. Pero por otra parte, también quería ser un poco más responsable. No podía ir así por la vida y si seguía por ese camino lograría que Isabelle se alejase de él, y no quería eso.
Joseph no era tonto. Se había percatado de como su hija miraba a Asmodeo, pero también como el caído miraba a su hija. Llegó a pensar que acabarían juntos, pero al ver los desplantes que le hacía a su hija y como iba con varias mujeres cambió de idea y no le gustó pensar que él estuviese con Phoebe. Pero cuando se enteró de que el beta de su hija sería un caído pensó en él, y prefería que su hija estuviera con Asmodeo que con un desconocido. Y no podía olvidar el estado del caído cuando trajo a su hija. No se había fijado mucho en él, ya que la preocupación por su pequeña le hizo enfocarse solo en ella, pero cuando llegó al hospital junto a sus dos hermanos sí que se fijó en él. Ahí supo con certeza que Asmodeo quería a su hija, y lo estaba demostrando.