El Destino Está en Tus Manos

Capítulo I

El hermoso amanecer en la gran capital de Vitiniam teñía la ciudad de tonos ámbar, la gente caminaba de aquí para allá teniendo como prioridad los asuntos propios.

Entre todas las personas una cabellera castaña se agitaba moviéndose con agilidad mediante todos los Grindis.

— Con permiso — Dijo abriéndose paso entre la multitud que había en las calles.

Cuando llegó a la posada donde se albergaba temporalmente, se encontró con la sorpresa de ver a Amy sentada en una de las mesas del local.

— Lucía Blackwell, ven aquí — La incitó haciéndole señas hacia el banco vacío a su lado.

Por su tono severo supo que la charla sería basada en regaños por parte de su rubia amiga por no asistir a la cita a ciegas que le preparó.

Sonrío incómoda mente al ver lo que se avecinaba, obediente se sentó y esperó a que la de ojos avellanas hablara.

— ¿A dónde fuiste? — Preguntó mirándola fijamente

— ¿Yo? — Se señaló a sí misma haciéndose la tonta.

— ¡Sí, tú! — La acusó con su dedo

— A ningún lado — Respondió sin mirarla a los ojos

— ¡No me mientas! ¿O acaso quieres que investigue por mi cuenta? — Amenazó

— ¡No!, Te lo diré — Bufó al ser descubierta

Tras suspirar pesadamente decidió confesar el lugar en donde se encontraba al horario de la cita a la que nunca llegó.

— Estuve en el invernadero de Beth — Soltó mirando el suelo

— ¿Entonces las plantas son más importantes que tú futuro? — Elevó el entrecejo

— ¡No lo entiendes! — Dijo exasperada — Las plantas son mi futuro, ¡Por Merlín! Soy una bruja en práctica y pasar la prueba final es mi única prioridad por el momento, no necesito más pretendientes que me distraigan.

— Ya sé que no se te dan bien las relaciones amorosas, pero sólo te quiero ayudar. Cómo mejor amiga es mi deber preocuparme por ti

— Lo sé, y te lo agradezco, en serio. Pero todo lo que necesito ahora es aprenderme de memoria El Arte Celestial Mágico. — Soltó un suspiro de cansancio y se levantó de la silla

— Te perdonaré si me acompañas al Collins Trayert — Le gritó cuando la ojiverde iba cruzando el umbral de la gran puerta de cristal.


 


  En estos momentos las calles del comercio estaban más circuladas que de costumbre, eso se debía a qué dentro de unos días sería el festival de Greendilow.

Cruzando entre tienda y tienda Lucy logró llegar al centro.

La calle en la que se encontraba no estaba muy circulada que digamos, pues unos guardias de armaduras de bronce las custodiaban, y las pocas personas paseando alrededor de las boutiques eran las jóvenes hijas de nobles que buscaban vestimentas dignas de sus bonitos rostros.

Algunas de esas jovencitas estaban admirando las telas y vestidos confeccionados a mano, mientras una cantidad más reducida observaba las pulseras y collares extravagantes de la famosa artesana Susan de Monique, dueña del bazar de biyouteri y custodia de las joyas y tesoros invaluables de la familia real.

Pero ella no se dirigía allí, sino a su lado que se hallaba el establecimiento de Flora Mágica, era la única en Willburd que tenía todo lo que necesitaba para sus hechizos.

Cuando terminó sus compras que se basaron en; colillas de fuego, raíces de Álamo y lavandas aqua, entre otras cosas fundamentales que aparecían en su dichosa predicción semanal a la Amy insistió en llevarla. Salió y continúo su camino satisfecha por sus compras mientras las guardaba en su anillo de almacenamiento para ocasiones especiales, pasaba cerca de la Casa Artesanal cuando siente un fuerte empujón.

— ¡Hazte a un lado! — Espetó mientras pasaba corriendo por su lado.

Lucy por su parte, se levantó del suelo sacudiéndose sus ropas debido a que cayó al suelo por el apartamiento tan brusco que la sacó del camino. El muchacho casualmente también llevaba una capa negra. Pero la del extraño llevaba un símbolo en la parte frontal, lo vio cuando dobló la esquina.

De pronto notó las manos de los guardias sobre ella, entre tres personas tuvieron que sujetarla por las muñecas ya que la bruja no se quedaba de brazos cruzados, empezó a dar patadas por doquier intentando librarse.

Luego de una lucha interminable fue que logró zafarse de esos hombres y salió huyendo del lugar.

Corría con todas sus fuerzas mientras que tenía a los soldados pisándole los talones, tras conseguir una pequeña ventaja en aquella carrera se escondió detrás de una caravana andante que había parado por ahí cerca.

Al escuchar los pasos alejarse en manada, pudo relajarse y conjurar un hechizo de teletransportación usando la poca energía que le quedaba.

En un abrir y cerrar de ojos el paisaje ante ella se modificó, encontrando frente suyo la puerta que lleva a su cuarto en la posada.

— ¡Por Merlín! ¿Lucy estás bien? — Le preguntó cuándo la vio aparecer a unos metros de ella tambaleándose

— No, necesito descansar. Acabo de correr un maratón con los soldados del rey y usé la energía que me quedó para el hechizo.

Preocupada, Amy tomó a su amiga del brazo y la ayudó a entrar en la habitación dejándola recostada sobre la cama.
Le quitó sus botas de escamas de dragón y apagó los darlings.

— ¡Buenas noches, Amy! — Logró salir de su boca medio adormilada

— Hasta mañana — Cerró la puerta tras ella y se encaminó a su cuarto.

Una vez en su habitación, se preguntó qué fue lo que pudo hacer la castaña como para ser perseguida por los guardias del rey.

Se acostó en su cómoda cama, y se propuso a si misma sacarle la información que necesite para quedarse tranquila.

Mientras tanto la menor de los Blackwell se movía inquieta sobre las sábanas bajo ella, la pesadilla que la atormentaba constantemente no la dejaba dormir en paz.

 

Llamaradas de fuego se alzaban sobre la cabaña de madera frente a ella.

Los desgarradores sonidos de las voces pidiendo a gritos que las socorrieran sólo aumentaba su frustración al no poder hacer nada para salvar las vidas de gente inocente, el miedo a morir quemada la paralizaba y no podía hacer nada para cambiarlo.



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En el texto hay: romance, magia, fantasa

Editado: 16.01.2020

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