Declan Ford
—¿Entonces están saliendo? —preguntó Sophie.
—No, solo tenemos algo —contestó Emma un poco nerviosa.
Emma movía sus dedos sin parar, algo que hacía mucho cuando se ponía nerviosa. Tenía ganas de tomar su mano para que se tranquilizara, pero con todo lo que estaba pasando lo mejor era que me abstuviera de cualquier contacto con ella.
—¿Algo como amigos? —volvió a preguntar Sophie.
—No, algo más que amigos.
—Okay, no te estoy siguiendo. Me estás diciendo que tú y Thomas tienen algo más que amigos, pero no tienen una relación —recapituló Sophie con el ceño fruncido—. ¿Acaso es algo sexual?
La simple imagen me tensó y me removí incómodo sobre mi asiento. No podía creer que Emma me estuviera ocultando toda esta información.
Éramos amigos ¿no? Aunque yo llevaba tiempo sintiendo cosas que ciertamente no eran de amigos.
Al principio sí sabía que a Emma le gustaba Thomas, siempre que él estaba cerca, ella enrojecía o trataba de huir del lugar, pero de un momento a otro eso cambió y regresó a ser la misma.
—No, Sophie. No es algo sexual.
—De acuerdo, mi cerebro está frito —exclamó, exaltada—. No entiendo entonces que tienen.
—Solo estamos empezando a tener algo, pero lo queremos oculto por lo que paso con Sara.
Sophie negó con la cabeza y luego su mirada se posicionó en mí.
—¿Y tú? ¿No vas a decir nada?
—¿Qué quieres que diga Sophie? ¿Qué estoy molesto?
Sí, estaba molesto y sí, en cierta manera era por la rara relación que tenían Emma y Thomas y por el hecho de que me lo ocultara, pero mi mayor molestia era conmigo, me enojaba haber sido tan cobarde y no confesarle a tiempo a Emma mis sentimientos.
Tal vez si me lo hubiera dicho, yo no habría dejado que mis sentimientos avanzaran, pero no me sacaba de la cabeza que, si yo le hubiera dicho, tal vez con quien tendría algo sería conmigo.
—¡Pues no sé Declan! Di algo, aunque sea tu opinión o algo.
—Creo que ella ya está grandecita para tomar sus decisiones.
Sophie solo bufó y se cruzó de brazos, resignada, sabía que de mí no iba a conseguir lo que quería. Emma me volteó a ver, pero yo no pude verla sin que se me notara lo molesto que me encontraba, así que me dediqué a mirar solo a la mesa del comedor.
Cuando Emma desapareció de la fiesta nunca imaginé que se hubiera ido con alguien, ella no era de esa manera, siempre me esperaba o a Sophie para regresar juntos y cuando me dijo que Thomas la había llevado a casa, me molestó, pero solo por el simple hecho de que no era yo quien la había llevado.
Al final, después de muchos intentos, Sophie se dio por vencida de tratar de hacer cambiar de opinión a Emma y la dejó en paz. Yo ni siquiera lo intenté.
Pasé la mayoría del tiempo callado, analizando cada momento que habíamos vivido con Thomas y dándome cuenta de cosas que no noté antes o que no le di importancia.
Todos empezaron a afectarme, pero creo que el peor momento fue el de la cafetería, cuando Sara hizo ese espectáculo, todo encajó. Emma yéndose de la fiesta con Thomas, que no contestara las llamadas, el video de Thomas besando a una chica con el uniforme de animadora y cuando noté como la miraba Sophie, eso solo fue la confirmación de mis sospechas.
Al principio me dije que no podía enojarme y traté de convencerme de eso. Emma era mi amiga y en cierta manera debería darme gusto que a ella le gustara alguien y que ese alguien le correspondiera, pero no era así. No estaba feliz por ella, nada y no podía evitar sentirme así.
Mis sentimientos me impedían sentir felicidad por ella. Mis malditos sentimientos.
Después de que Sophie le advirtió varias veces que no se confiara, nos levantamos para irnos.
—Ten —le dije a Emma mientras le entregaba el libro que me había prestado—. Ya lo terminé. Está bueno.
Ella se quedó esperando a que cumpliera el trato que habíamos hecho, pero no pude, en ese momento lo único que quería era salir de ahí. Sophie me siguió hasta la salida.
—Te lo dije —me reprochó Sophie cuando llegamos a la entrada de su casa—. Te dije que le dijeras a Emma lo que sentías por ella.
Sophie pasó semanas diciéndome que hablara con ella, que le confesara todo, yo la ignoré, me comporté como un cobarde y las consecuencias se estaban presentando.
La convivencia con Emma había hecho que mis sentimientos por ella cambiaran, pasaron de ser algo que sientes con una buena amiga a algo que sientes con alguien especial.
Cuando me di cuenta, ya estaba perdido. Lo supe en el instante en que cada toque de Emma me empezó a alterar, al igual que su cercanía, la cual buscaba cada vez más.
Con Emma todo siempre encajó, cada pieza mía coincidía perfectamente con ella.
Muchas veces dije que no buscaba una relación y era cierto. Lo que siempre busqué en mi vida fue libertad, libertad absoluta en todos los sentidos y sentía que si empezaba una relación perdería esa libertad, pero con ella me di cuenta de que no era así.