Querido Diario:
Hoy fue un gran día. El más maravilloso del mundo. Lucas me guiñaba un ojo cada vez que me veía y cuando estuvimos en el gimnasio; él se acercó y me dijo susurrando que quería hablar conmigo a la hora de salida. Me indicó que nos viéramos en la tienda que estaba en la esquina, él iba a llegar primero para que no tuviéramos problemas por vernos juntos y no nos dejen hablar a solas. Entonces así fue como lo hice, diario; me acerqué y cuando lo vi, mi corazón se aceleró porque Lucas se veía hermoso ese día con sus pantalones negros ajustados, su camisa negra y su playera de cuadros color rojo y negro.
Realmente me vuelve loca ese chico. Cuando ya estaba a unos veinte centímetros de él, me sonrió y me dijo que lo siguiera. Entramos a un pasillo a la par de la tienda; me daba un poco de miedo. Él lo notó, tomó de mi mano y me dio escalofrío. De repente noté que estábamos en una pequeña casita que tenía muebles, refrigeradora, tres camas y varios instrumentos. Le pregunté dónde estábamos y me respondió que venía aquí con sus amigos cuando querían practicar o quedarnos a dormir. También iba cuando quería alejarse de todo.
Me confesó que yo era la primera chica que invitaba ahí y me emocioné. Lucas tomó mis dos manos y nos sentamos en el sofá; se me quedó viendo con una mirada tan tierna y me dijo—: Diana, quizás sea muy rápido lo que te voy a decir, pero ya no puedo esperar para decirte que me encantaría que tú seas mi novia—, yo me quedé perpleja y no sabía qué decir; él esperaba mi respuesta.
Al final le dije que sí y me dijo que estaba muy feliz, pero me pidió que si podíamos ser muy discretos porque no quiere que alguien más se meta en nuestra relación y no lo acepté. Por último, se acercó a mí y nos dimos un beso. ¡¿Puedes creerlo, diario?! ¡Lucas me dio mi primer beso y fue tan tierno! ¡Realmente lo quiero!
Te escribe tú loca apasionada, Diana
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Recuerdo que ese día que le pedí que fueramos novios; me sentí un poco culpable, pero como siempre puse mi conveniencia primero. Además, cuando la besé, debo admitir que no estuvo mal el beso y por eso cuando nos separamos le sonreí algo nervioso. En el fondo me había gustado ese beso; sin embargo, no lo quería admitir en ese tiempo.
Después de que Alejandro se fue, leí el diario de Diana y me siento mal con cada página que leo. Realmente soy tan mazoquista, pero creo que este es mi castigo por haber jugado con el corazón de una hermosa chica. Extraño sus besos, sus abrazos, sus caricias y la forma como me sonreía. Me puse a pensar mucho en ella y cierro los ojos para imaginarme que estoy con Diana sin darme cuenta que me quedo dormido. Por suerte había guardado el diario en la gabeta de la mesita o eso es lo que creí.
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—¿Lucas? —escucho su voz y parece que es tan real—. ¿Lucas?
—¿Sí, amor? —le contesto sin pensar. Ella se queda callada un momento. La imagino tan hermosa y sonriendo.
—Solo quiero hablar contigo —me dice sonrojada como la imagino.
—Dime lo que quieras, soy todo oídos —le digo.
—Pero levántate y mírame —me dice y yo no comprendo porque ya la estoy viendo.
—Ya te estoy viendo, hermosa —le comento. Ella suspira.
—¡Joder Lucas, levántate! —y de repente me levanto de un golpe en la cara y asustado cuando la veo junto a mí. Me aseguro de que no estoy soñando. ¡Ella está aquí en mi cama! Pero ¿cómo entró que no me di cuenta?
—¿Diana? —digo para asegurarme más.
—Sí, soy yo —me responde y yo sonrío. Tengo ganas de besarla, pero me contengo.
—Diana, leíste mi mensaje, ¿verdad? —le pregunté emocionado.
—Sí lo leí y eso es lo que quiero hablar contigo, pero no tengo mucho tiempo —me responde.
—Dime y yo responderé todas tus dudas —le digo sin dejar de verla como un tonto.
—¿Por qué sigues mintiendo ahora que ya sé la verdad sobre la razón por la que salías conmigo? —me pregunta con dolor. Yo la veo preocupado y rápido contesto.
—No Diana, no te estoy mintiendo; realmente te amo, me enamoré de ti al final —ella me ve sin poder creer entonces antes de que diga algo me adelanto—. Sé que al principio fingía quererte, pero conforme pasó el tiempo; ya no podía estar sin ti.
—Por favor no sigas —me suplicó con tristeza.
—Yo ya no puedo callar lo que siento Diana, estoy loco de ti —le confieso. Ella se alarma y se levanta de la cama.
—Creo que no fue buena idea venir acá —dice y yo me levantó rápido para que no se vaya.
—Viniste aquí por la misma razón que yo siento —le comento. Ella me ve y se aleja un poco de mí. Empiezo a caminar hacia ella.
—Vine aquí para dejarte en claro que yo ya no voy a caer en tus juegos y que te quiero lejos de mi vida —me dice algo firme porque puedo notar sus nervios. Y se hacia cada vez para atrás mientras yo me acerco a ella.
—Sabes que realmente no quieres eso —le dije volviéndome loco por besarla. De repente se topa con la pared y ya no tiene salida porque está en medio de la puerta del baño y mi escritorio.
—Eso... No es cierto, yo realmente quiero que te alejes de mí —me dice ya más nerviosa porque ya estoy más cerca de ella.
—Vamos Diana, admite que me amas como yo te amo a ti —le digo ya casi a pocos centímetros de ella.
—Yo ya no te amo desde el momento en que me di cuenta que me engañaste, que jugaste con mis sentimientos y que no te importó mi dolor —me dice con los ojos cristalizados. Yo la veo ya a pocos centímetros y la tomo de la cintura. Puedo notar que su cuerpo se tensa.