Les voy a contar un poco sobre mi rutina.
Es sábado, siempre es sábado. Me levanto a las 7:00 am. Me ducho, me cambio y voy al comedor. Desayuno a las 7:30, café solo con tostadas. Mi esposa ya está levantada, se llama Nadia. Comemos juntos y charlamos de cosas típicas. Mi hija se despierta a las 10:00 y desayuna una leche chocolatada. Tiene 7 años, se llama Ana. A las 12:15 almorzamos. Salchichas con puré. Terminamos de comer y lavo los platos. Termino y me voy al escritorio a escribir el diario, ellas creen que estoy trabajando así que tengo que dejar la computadora encendida y teclear cada tanto. No hay internet (no hay que tener ninguna conexión con el mundo exterior). A las 14:30 o 15:00 salgo y me pongo a jugar con la nena. Para descansar miro el noticiero un rato con Nadia. El mismo de siempre. La tarde son una combinación de ambas, además de una limpieza general de la casa. A la noche cenamos. Empanadas caseras de jamón y queso y de carne. Después de comer vemos una película de dibujitos. Frozen, siempre la misma. La maldita canción se me pegó. Cuando termina todos nos vamos a acostar. Cojo con mi mujer, y finalmente nos dormimos.
A las doce de la noche se escucha un chillido.
Es el ruido de las máquinas trabajando, seguido de algunas personas encargadas del lugar. Algunas paredes giran sobre sus ejes directamente, las que están al costado de la estructura y no conectan con ninguna otra casa. Así se reinicia. Todo comienza de nuevo a las doce.
El chillido nos duerme unos minutos hasta que todo acaba, engaña nuestras mentes para que creamos que aún estamos despiertos. Son ondas sonoras que provocan vibraciones en nuestro cerebro y activan un dispositivo que nos colocaron antes de entrar, que además sirve para localizarnos y evaluar nuestros signos vitales.
Mi mujer es hermosa. Está muy bien hecha.
Es alta, y tiene los ojos verdes penetrantes, muy humanos.
Sus labios son carnosos y rojos. Saben muy bien.
Tiene una figura perfecta.
El cabello rubio dorado, cayendo en bucles por su espalda hasta la cintura. Se ve como una modelo de las propagandas de shampoo.
Y es muy inteligente. Parece muy humana.
Huele como un campo de rosas.
Me recuerda un poco a Lima…
Al parecer, los científicos se preocuparon más en hacer a los híbridos hermosos y fuertes, que en hacerlos seguros.