El diario de Ethan (híbridos 0.1)

Día 39

Anoche soñé con mamá.

Estaba en un prado lleno de plantas, lleno de vida. Ella apareció toda vestida de blanco. Charlamos un rato sobre el pasado, el presente y el futuro. Antes de irse me abrazó y me dijo que me amaba.

Desperté llorando.

Llegamos a la conclusión de que era tiempo de irnos.

Ninguno se sentía cómodo viviendo ahí. Estábamos furiosos e impotentes: habían asesinado a nuestro amigo impunemente, y no podíamos hacer nada para hacerle justicia. Sin mencionar al extraño hombre que vi en la oficina de Charlie.

Una semana después de la muerte de Eduardo, cuando se cumplieron tres meses de nuestra estadía en la comunidad, finalmente hubo una reunión definitiva de grupo, a la que Alicia y Santiago también fueron invitados, al anochecer en el bosque.

—Tenemos que huir —Comenzó mamá, directa al punto—. La cosa no da para más, y todos lo sabemos.

— ¿Cómo? —Preguntó Santiago.

—Alejo y yo estamos con los de seguridad. Podemos conseguir armas. —Dijo ella.

— ¿Qué no llevan una lista de las armas que entran y salen del almacén? —Preguntó Alicia— Eso hacen con los exploradores cuando salimos, ellos nos dan las armas que escojan y lo anotan, así no se les pasa nada por alto.

—Los exploradores son pocos —Contestó mamá—. Nosotros somos más, y se perdería bastante tiempo anotando todas las armas que nos llevamos. Simplemente entramos, agarramos lo que necesitamos, y nos vamos. Al final de la jornada las regresamos como si nada —Sonrió—. En teoría deberían pasar lista, pero es un arreglo interno de los de seguridad con la encargada. Ninguno dice nada y todos felices.

—Está bien, ¿y la comida? —Preguntó Alicia— Aunque tengamos un arsenal de armas, sin comida no llegaremos muy lejos... Y no me vas a decir que va a alcanzarnos con las provisiones diarias, que con eso apenas nos alcanza para guardarle a Carlos.

—Ahí entran en juego los exploradores… —Señaló a Alicia, Santiago y Adrián— Ustedes pueden conseguir cosas afuera y esconderlas en algún lugar seguro para que luego las encontremos.

—No salimos tan seguido, y falta bastante todavía para que lo hagamos —Refutó Santiago—. Sin contar que no siempre encontramos demasiadas cosas, y que a veces nos dan compañeros… indeseados.

—Y los turnos son rotativos —Agregó Alicia—. Puede que de acá hasta que se concrete el escape no salgamos nunca.

—Lo sé, pero en el caso que se dé podrían conseguir algo, aunque sea poco. También podemos conseguir comida del almacén, que bien sabemos que hay hasta de sobra.

Santiago y Alicia formularon un “¿cómo?” con la mirada.

—Como ya les conté, Ethan es bastante bueno escabulléndose para espiar —Reconozco que me sonrojé un poco—. Él podría averiguar los horarios que tienen los de las guardias, saber quiénes son, cuántos hay en determinados horarios, etc. —Me miró esperando respuesta. Asentí sin decir una palabra. Me sentía feliz de que ella confiara así en mí—. Solo faltaría el tema de los vehículos ¿Cómo hacemos para sacarlos? No pienso perder la camioneta blindada, ni el colectivo.

—De eso nos encargamos nosotros. —Respondió Alicia, sonando mucho más optimista que cuando comenzó la charla.




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