El diario de Katy.

Mejores amigas de la infancia.

La niña sostenía un paquete de galletas en la mano, luego de abrir el envoltorio lo extendió en dirección a su mejor amiga.

Su acompañante solo la miró con brevedad y luego de girar los ojos, se alejó de ella sin mirar atrás.

Lina era una niña un tanto reacia, si no obtenía lo que quería, hacía notar su disgusto y se iba después de hacer una mueca.

Katy era un caso contrario, siempre radiante y positiva. Tal vez por eso eran mejores amigas, finalmente los polos opuestos se atraen o bueno, congenian.

"Siempre jugamos vóleibol, es algo aburrido" comentó Katy, comiendo una galleta.

Lina volteó los ojos, evidentemente no estaba de humor para escuchar a su acompañante. La sensación de frustración le impedía pensar con lógica, puesto que luego de un buen tiempo, por fin podían reunirse en el parque, lo que significaría que debía aprovechar los minutos al máximo.

"Está bien, jugaremos lo que tú quieres" aceptó Katy, mirando atentamente a su alrededor con desgano.

Su mejor amiga era genial en deportes que incluían una pelota, en comparación de ella, que preferiría actividades más dinámicas o tranquilas, como las escondidas o hacer manualidades.

Lina volteó, analizando el rostro de la contraria para verificar la verdad de sus palabras. Al no encontrar un rastro de sospecha, se levantó alegre.

Pronto empezaron a jugar con el balón, aunque la rubia pudo notar que no era un auténtico trato de parte de su mejor amiga. Katy se mostraba con una sonrisa y entusiasta con el juego, lo podía ver, no había un brillo genuino en sus ojos. Finalmente lo aceptó, no le gustaba que la de ojos verdes se sintiera incómoda y peor aún, por su culpa.

"Me aburrí" habló por fin.

Katy solo la miró directamente, intentando comprender sus acciones. A veces Lina podía ser complicada.

La rubia hizo un ademán, incómoda, la mirada intensa de su mejor amiga dejaba mucho que pensar. Sin embargo, le hizo frente a sus emociones y con una sonrisa, se acercó a su fiel compañera de juegos.

"Las escondidas pueden jugarse de dos, así que está bien" articuló con un tono alegre.

La contraria, que ya estaba algo acostumbrada a sus repentinos cambios de humor, ladeo la cabeza y con el rostro contento, guardó la pelota y se unió a su mejor amiga.

Unas risas infantiles inundaron una parte del parque, con el sol desprendiendo agradables rayos y un ambiente fresco, la comodidad no tardó en instalarse en el dúo. Si una persona viera la escena, probablemente relajaría sus músculos faciales y recordaría los buenos viejos tiempos, tal vez eso era lo mejor que le podría suceder a un adulto que trabajaba en una monótona oficina.



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En el texto hay: diario, lesbiana, chicas amigas

Editado: 08.11.2024

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