Día de colegio.

Katy observaba su reflejo en el espejo del baño.

Su cabello corto hacía que algunos mechones se deslizaran sobre sus ojos verdes, pero entre más se veía, más se confundía.

Era lunes, pero se sentía como si fuera cualquier otro día: agotada y con la mente en otro lugar. Mientras se pasaba la mano por el cabello, notó cómo Úrsula entraba en los servicios higiénicos con su característico andar confiado, su cabello rojo intenso llamaba la atención como siempre. Su amiga siempre tenía esa aura de chica rebelde pero era súper amigable con su persona, sabía que podía contar con ella.

Úrsula sostenía su estuche de maquillaje y comenzaba a retocar su rostro frente al espejo.

"No puedo creer que estemos aquí otra vez… un lunes más" dijo Úrsula con un tono sarcástico mientras aplicaba un poco más de brillo en sus labios. Luego, miró a Katy por el espejo y levantó una ceja "¿Qué te pasa? ¿Por qué esa cara?"

Katy respiró hondo. Tenía que decirlo. Lo había pensado tanto durante el fin de semana que se sentía como una bola de emociones apretada en su pecho.

Esa sensación de ahogarse la iba a perseguir, pero no quería eso, no de nuevo.

"Creo… que siento algo por alguien" murmuró Katy, evitando el contacto visual.

Úrsula soltó una carcajada, algo cruel.

"¿Alguien?" repitió "No me digas que es por..." hizo una pausa dramática "¿La Barbie?"

Katy no respondió de inmediato, pero su rostro se enrojeció lo suficiente para que Úrsula lo notara. La sonrisa burlona de su amiga desapareció, y el ambiente se tensó de inmediato.

"¿En serio, Katy?" dijo Úrsula, dejando el maquillaje a un lado y girando hacia ella "¿Lina? No me jodas. Apenas la conoces, y lo que conoces de ella es de hace años. Ni siquiera sabes si es buena persona, es obvio que su actitud es una mierda"

Katy frunció el ceño al escuchar el tono borde de Úrsula. No era la primera vez que su amiga hablaba mal de alguien, pero nunca había sentido tanto desagrado hacia sus comentarios como ahora.

"No hables así de ella" dijo Katy, con voz firme "No voy a permitir que sigas con esos comentarios"

El ambiente se volvió más pesado. Úrsula, sorprendida por la reacción de su amiga, mordió su labio con frustración. Katy nunca le había reclamado por hablar mal de otras personas, y esto, claramente, la molestaba más de lo que quería admitir.

"Mira, yo solo digo lo que veo, no es para que te rayes" respondió Úrsula con una mueca mientras Katy abría la puerta y salía apresuradamente del baño al escuchar el timbre. La pelirroja se quedó sola frente al espejo, con una mezcla de frustración y rabia que no podía contener. Nunca se había sentido tan contrariada por Katy.

"¡Genial!" murmuró mientras, con un gesto brusco, se quitaba el maquillaje que acababa de aplicar. Se lavó el rostro y, mientras masticaba un chicle con más fuerza de la necesaria, salió del baño rumbo al salón.

No podía evitarlo, algo en su instinto le decía que Lina no era de fiar.

En el camino, se encontró con María, que venía de la cafetería comiendo un pan con pollo. Úrsula la miró de reojo y fingió que todo estaba bien. A veces le resultaba interesante de que María siempre estaba tan serena, parecía que solo le importaba la comida y el estudio, que no tenía problemas en su vida.

"¿No desayunaste?" preguntó Úrsula, casi como una manera de cambiar el tema en su mente.

"No, ya sabes cómo es la mañana" respondió María entre bocados.

Ambas entraron al salón y tomaron sus asientos. Katy ya estaba sentada, escuchando atentamente a Lina, que hablaba con una sonrisa radiante. Úrsula apretó los labios al ver cómo algunos compañeros también volteaban a mirar a la rubia, admirando su belleza, no le gustaba no ser el centro de atención.

La profesora llegó y dio inicio a la clase, anunciando que formarían equipos para hacer una infografía sobre el caudillismo.

Tener ciencia sociales a primera hora del lunes no era lo mejor, peor aún en turno mañana.

Las cuatro chicas quedaron en el mismo equipo. Lina comenzó a esbozar algunos dibujos para la infografía, mientras Katy lo observaba fascinada. Cada trazo que hacía Lina parecía estar cargado de una naturalidad artística que, por alguna razón, hacía que Katy no pudiera dejar de mirarla.

"Tus dibujos son lindos" dijo Katy sin pensarlo demasiado.

Lina levantó la mirada, sonriendo con suavidad.

"Gracias. Tu caligrafía es perfecta. Va a hacer que todo el cartel se vea genial" respondió, mirándola a los ojos por un breve momento que parecía eterno para Katy.

Úrsula, que estaba decorando el cartel y organizando los espacios, observaba desde el otro lado de la mesa, fingiendo que no le importaba la interacción. Pero cada vez que Katy y Lina intercambiaban sonrisas o cumplidos, algo dentro de ella se retorcía de incomodidad.

Sentía que estaba perdiendo a la alta, que la rubia se estaba llevando toda su atención.

María, por su parte, se mantenía concentrada en buscar información y seleccionar qué dibujos representarían mejor los datos sobre el caudillismo.

Es así como dieron por finalizado el trabajo y se lo presentaron a la docente.

"Terminaron rápido, chicas. Pueden relajarse mientras los demás equipos acaban" dijo la profesora, dándoles quince minutos libres.

Lina, con su energía habitual, sacó un par de snacks picantes de su mochila y los repartió entre Katy y María.

"Compartamos, ¿sí?" le dijo a Úrsula con una sonrisa aparentemente inocente.

"Claro" respondió Úrsula con una amabilidad fingida mientras aceptaba los snacks a regañadientes. Se limitó a observar a Lina mientras intentaba encontrar alguna razón más allá de su físico por la que Katy pudiera estar interesada en ella.

Tenía que aceptar que Lina tenía tremenda suerte, debe haber heredado la genética de sus padres para sacar las mejores características y poder ser toda una Barbie. Era molesto, la gente, bueno, la mayoría de los peruanos bien que alababan cada dos por tres tres a los extranjeros, especialmente a los rubios natos.