13 de Septiembre de 2016
El profesor de gimnasia me ha dicho que soy gorda, y que para bajar de peso debo dejar de comer como una cerda. Lo dijo frente a todos mis compañeros sin ninguna clase de remordimiento, muchos lo miraron como si le hubiera salido un tercer ojo, alegando que el único gordo de la clase es él. Hice como si no me importara, pero al llegar a casa lloré tanto que mis ojos se hincharon.
Me mire al espejo y confirmé lo que el había dicho, estoy obesa, el abdomen ya no es plano como antes, mis mejillas son grandes y hasta tengo una papada enorme bajo el mentón.
No bajo ni a comer ni a cenar, busco entre mis golosinas una goma de mascar, así tal vez me engañe a mi misma y crea que he comido. Mi estómago gruñe y lo ignoro, no quiero volver a escuchar a alguien diciéndome “gorda”.