Septiembre 6 Sábado 1994 | Los Gemelos Weasley y el Príncipe Mestizo

6 Septiembre Sábado 1994

Este día amaneció para Maxine con una energía renovada, probablemente potenciada por el hecho de que se había dormido con auriculares puestos. Al levantarse de buen humor, se dirigió al baño para comenzar su rutina matutina, deseando buenos días a Pansy, quien le sonrió mientras se peinaba. Maxine se sentía especialmente alegre, y sus pasos resonaban por los pasillos mientras recordaba con entusiasmo que estaba de vuelta en la querida escuela de magia, decidiendo no preocuparse por cosas innecesarias.

Al regresar a su dormitorio, se vistió con el uniforme característico de Slytherin y se aplicó un poco de maquillaje, optando por lo básico como de costumbre. La luz del día iluminaba la habitación, creando una atmósfera que reflejaba la buena disposición de Maxine en ese momento.

Al llegar a la mesa de Slytherin y notar la ausencia de Draco y Gregory, Maxine comenzó a disfrutar de su desayuno en un estado de alegría palpable. Sin embargo, su expresión cambió rápidamente cuando un chico se sentó a su lado, molestando. Con la boca llena de pan, lo miró con temor, solo para darse cuenta de que era Fred Weasley, quien exhibía una sonrisa traviesa. Maxine lo observó con mirada sospechosa mientras Fred se acercaba con una mirada maliciosa.

—Eres muy interesante, ¿sabes? —comentó Fred, acercándose más. Maxine optó por ignorarlo, moviendo la cabeza mientras se limpiaba con la servilleta, tratando de mantener cierta distancia ante la actitud juguetona del gemelo Weasley.

—¿Qué necesitas? —preguntó, manteniendo un tono amable pero firme, consciente de que Fred Weasley probablemente tenía alguna travesura en mente. Fred se levantó de un salto y le propuso que se sentara con él y George en la mesa de Gryffindor para hablar. Maxine, pensando que podrían discutir sobre lo ocurrido en el pasillo con el “Mapa de los Merodeadores”, aceptó con una sonrisa. Siempre era agradable compartir la comida con alguien; parecía que el sabor mejoraba en buena compañía.

Maxine tomó la mano extendida de Fred para levantarse y lo siguió a la mesa de Gryffindor. George estaba a su izquierda y Fred a su derecha, con Harry a su lado. En el lado opuesto, se encontraban Hermione y Ron. No saludó a los otros Gryffindors, ya que estaba inmersa en la conversación con los gemelos, formando un pequeño grupo aparte.

—En serio, ¿eres de Castelobruxo? —preguntaron Fred y George al unísono, mientras Ron mostraba un interés disimulado en la conversación.

Maxine estaba ocupada comiendo el plato que había llevado consigo.

—Oh, sí, soy de allí, soy de Argentina. Castelobruxo... es bueno, creo que es igual de grande que Hogwarts —respondió mientras asentían con interés.

Inquisitivos, le preguntaron por qué empezó en Hogwarts. Maxine, por un momento, se quedó pensativa mirando la mesa, recordando a su hermanito, pero no quería abordar ese asunto. Los gemelos notaron el cambio en su expresión y cambiaron de tema, presentándose formalmente.

Maxine observaba divertida a los gemelos Weasley, quienes se presentaron de manera sincronizada.

—Yo soy Fred Weasley —decía el chico de su izquierda.

—Yo soy George Weasley —añadía el chico de su derecha.

Maxine, entre risas, los miraba alternativamente.

—No, tú eres Fred y tú eres George. ¿Por qué quieren confundirme? —preguntó con una sonrisa. Ellos, sorprendidos, intercambiaron miradas y comenzaron a hablar al unísono mientras se acercaban a ella.

—¿Puedes diferenciarnos? Pero no nos conoces... Es increíble.

Después de la divertida interacción con los gemelos Weasley, Maxine siguió comiendo mientras ellos intentaban confundirla. Rieron y cambiaron de lugar para que adivinara quién era quién, y Maxine, entre risas, participó en el juego. Después de despedirse, se dirigió de nuevo a su mesa, donde Draco, Gregory y Vincent ya estaban disfrutando de la comida.

Maxine se acercó al chico de primero que había conocido anteriormente Malcolm Baddock y le aconsejó que comiera frutas. Luego, se aproximó a Draco y, apoyando su brazo en su hombro y en el de Gregory, les deseó buenos días.

—Buenos días, chicos. No me vuelvan a dejar sola de nuevo, ¿eh? Ayer me perdí como dos horas —se quejó en tono juguetón, mientras todos compartían risas y bromas sobre no poder estar siempre con ella.

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Después de despedirse de Draco, Gregory y Vincent, Maxine salió al patio frente a la entrada de Hogwarts. Observó a los Thestrals cerca de los establos, quedándose cerca de uno que dormía. La belleza del animal la hizo recordar a su hermanito.

Decidió dar un paseo con sus auriculares, disfrutando de la música mientras daba toda la vuelta al castillo. Salió por el puente de la torre del reloj hasta llegar al círculo de piedra, disfrutando de la tranquilidad del entorno. Luego regresó al patio central y se sentó en un banco de piedra para contemplar la fuente. Las mariposas revoloteaban a su alrededor, y, con un hechizo, creó una luz en forma de pelota para jugar con ella. Finalmente, se recostó en el banco hasta que notó la sombra y el rostro del Profesor Snape.

El Profesor Snape se acercó a Maxine mientras estaba recostada en el banco de piedra del patio central. Con su típico tono serio, le comentó: —No debería ser holgazana, Señorita Borage–. Maxine, al escucharlo, se incorporó en su asiento y aclaró su garganta, respondiendo con una sonrisa amable: —No estoy siendo holgazana, profesor, solo disfruto el día–. Mientras miraba la fuente, agregó con nostalgia: —Días así, tranquilos en Hogwarts, no quedan muchos.

El Profesor Snape parecía no entender completamente el comentario de Maxine, quien, al notar su expresión, decidió cambiar de tema. —¿Qué quiere decir? —preguntó Snape. Maxine lo miró con una sonrisa juguetona y respondió: —Quiero decir que el clima de hoy es hermoso, profesor. Además, déme tiempo, le aseguro que seré la mejor de la clase. —Sonreía con confianza mientras jugaba con la pelota de luz. Snape asintió y continuó con su camino. Maxine se recostó de nuevo en el banco, disfrutando del día tranquilo.