Parte II
Después de un rato de conversación, Hyeong Jun compartió los nombres de sus hermanos, Chin-Hwa Moon y Min-Kyung Moon. Maxine, a su vez, mencionó que su hermano se llamaba Luther pero que le decían Lauti. Ambos se recostaron en la mesa, mirando hacia adelante un poco cansados. En un momento, Hyeong Jun la miró, como si quisiera apartarle el cabello del rostro, pero Maxine sonrió y miró hacia otro lado, acomodándose ella misma el pelo. No sabía qué pretendía Hyeong Jun, ya que al mismo tiempo era muy inocente como para pensar que él realmente estaba coqueteando o algo por el estilo.
La clase terminó, Maxine y Moon bajaban las escaleras de las gradas, saliendo del salón y adentrándose en el pasillo mientras conversaban. En medio de la charla, Ernie Macmillan, amigo de Moon, se acercó con cierta urgencia. —¡Hyeon Jun! ¡Vamos, me prometiste que me ayudarías! —exclamó Ernie. Moon, aparentemente renuente, hizo un pequeño berrinche, ya que al parecer quería pasar tiempo con Maxine. Ernie lo miraba con seriedad, y Moon, riendo, se despidió de Maxine. Ella le dijo que igual se verían en la clase de pociones, y él sonrió alegre antes de irse con Ernie.
Maxine se quedó sola. En ese momento, Blaise Zabini tocó su hombro. —Maxine... quería hablar contigo, por un consejo... —dijo Blaise, evitando mirarla directamente. Ella asintió y le dijo que sí, pero que debía traerle algo dulce como precio por el consejo. Blaise rió asintiendo y aceptó con una sonrisa. Maxine también le indicó que tenía que ir a su habitación a hacer algo y que podrían hablar después de pociones. Él aceptó de buen grado y le dijo que sería mejor después de la clase, metiendo las manos en los bolsillos mientras se alejaba tranquilo.
Luego de recordar que debía ir a ver la carta que le había dado el chico de Gryffindor, Maxine decidió aprovechar los 30 minutos antes de la clase de pociones para buscarla. En la sala común de Slytherin, suspirando, buscaba la carta en su capa de ayer. La encontró y comenzó a leer:
“Querida Maxine,
Espero que esta carta encuentre tu corazón en un momento de alegría y curiosidad, porque estoy aquí para compartir contigo algo que ha estado creciendo en lo más profundo de mi ser desde el primer día que nuestras miradas se cruzaron en la escuela.”
—Espera... apenas recuerdo a ese chico, ¿es el colorado o el amigo? —murmuraba Maxine, intentando recordar quién era el remitente de la carta.
“Desde que nos encontramos, tu presencia ha iluminado mis días y noches, tejiendo un hechizo que me atrapa en un torrente de emociones. Cada gesto y palabra tuya resuena en mi mente, como si tu esencia se hubiera infiltrado en mi ser. Confieso con valentía que mi corazón late intensamente cuando estoy cerca de ti, y deseo sinceramente saber si estarías interesada en salir conmigo. No importa la frecuencia; valoraré cada momento compartido y anhelo ser quien te haga sentir amada y especial.
Si mis sentimientos encuentran eco en tu corazón, espero la oportunidad de conocerte más allá de las miradas furtivas en el pasillo. Sin embargo, respetaré tu decisión, priorizando siempre tu comodidad y valor. Gracias por tomarte el tiempo de leer mis palabras; guardo un lugar especial para ti en mi corazón.
Con cariño,
Brandon A.”
—Ahhhhhh! que cursi!!!!—Maxine, visiblemente afectada por la cursilería de la carta, expresó su descontento con arcadas, aunque su sonrojo sugería cierta incomodidad. Cuestionó la posibilidad de que alguien pudiera escribir algo tan romántico después de solo dos semanas en la escuela, mostrando escepticismo hacia la rapidez del supuesto enamoramiento. Entre sus quejas, Maxine expresó su confusión sobre si el remitente era pelirrojo o de pelo negro, señalando la falta de un claro recuerdo de la apariencia del remitente. Su molestia, curiosidad y desconfianza hacia las declaraciones románticas de alguien que apenas conocía reflejaban su actitud pragmática y su inclinación a dudar de la sinceridad de tales sentimientos.
Con una mezcla de molestia y curiosidad, Maxine no solo cuestionó la autenticidad del remitente, sino que también destacó la improbabilidad de que alguien se enamorara tan rápidamente, especialmente considerando que nunca había tenido una conversación con él.
En medio de sus quejas sobre la carta romántica, decidió tomar una postura de "anti-heroína de romance". Entre risas y gestos teatrales, simuló ignorancia y burla ante la idea de un pretendiente enamorado. Jugando con la posibilidad de que Brandon pudiera aparecer en busca de una respuesta, Maxine anticipó cómo actuaría, asegurándose de ser amable pero mostrando su habilidad para aparentar no darse cuenta de situaciones románticas.
Mientras se autocontestaba y se burlaba de la situación, Maxine se levantó y guardó la carta en su escritorio, marcando simbólicamente su decisión de mantenerse al margen de los asuntos románticos. —Escuchen… yo voy hacer lo posible por no tener ningún romance! ¿escucharon?—Su llamado a entidades imaginarias o al guionista resaltaba su enfoque pragmático y su determinación de evitar cualquier involucramiento romántico.
Maxine, al percatarse de que eran las 15:15, exclamó frustrada ante la posibilidad de enfrentar la ira de Snape por llegar tarde. Con la urgencia en mente, decidió correr a toda prisa por los pasillos de Hogwarts, descartando la opción de usar sus patines para ganar velocidad. Mientras se movía con rapidez, se permitió un breve pensamiento irónico sobre el posible "castigo" de pasar más tiempo con Snape. Sin embargo, rápidamente desechó esa idea, acelerando el paso para evitar que su casa Slytherin perdiera puntos en caso de que Snape decidiera imponer algún castigo.
La puerta entreabierta del aula de pociones dejaba pasar un hilo de luz, y Maxine, aprovechando la distracción de sus compañeros, se deslizó a gatas hacia la mesa de Hyeong Moon. La aparente indiferencia de los demás estudiantes ante su peculiar travesía la hacía sonreír con picardía. La voz desagradable de Snape la interrumpió abruptamente al darse cuenta de su presencia.
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Editado: 18.02.2024