El diario de Mirella

Día 20 (sábado)

Rosa estaba deslumbrante, con un vestido floreado muy femenino y juvenil, su busto resaltaba mucho.

Era inevitable no comparar el tamaño de sus pechos con los de Magaly. Y Magaly tenía razón, sus senos eran más grandes que los de Rosa, pero aun así me parecieron perfectos. Rosa no era un cuerpo hermoso, sino ella era una persona hermosa, amable y estaba enamorado de ella.

Rosa escogió el sabor de su helado, vainilla con chispitas de chocolate; el mío era chocolate. Comimos y reímos al hablar de nuestra vida antes de conocernos.

Hablé de las ocurrencias de Marcos, de nuestras travesurillas inocentes. Era difícil hablar de hechos donde Rosa no estaba.

Me estremecí al pensar que en ese poco tiempo ella había hecho un antes y después en mi vida. Que era diferencia todo ahora cuando la conocía. Rosa tiene un poder tenebroso para hacer que todo mi mundo gire por ella, me da miedo que nunca acepte mis sentimientos.

Ella hablaba de su familia, de su madre y padre. Su única familia. Ambos profesionales que le dedican mucho tiempo a sus trabajos, a tal punto que la dejaban con su tía materna. Ella no lo veía mal, porque decía que era por su educación.

Rosa eres muy amable y condescendiente.

Tomé la mano de Rosa. Ella no apartó mi manos de las suyas, sino que las estrujo. Era el silencio apoyo que ella necesitaba y yo se lo estaba dando.

Sólo esperaba que el día lunes, cuando regresemos a clases, ella no me aparte, que me ignore y sienta su rechazo como una acción implantada desde que Magaly llegó a nuestras vidas.




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