<<No es fácil sonreír siempre y fingir que no te sucede nada cuando dentro mío me pasa todo y me muero.>>
Ainara estaba dispuesta a descargar su frustración en esa pelea, sentía que solo así podría liberar esos horribles sentimientos que estaban en su pecho.
Se abalanzó sobre la pelirroja, quien tiró todo su cuerpo hacia atrás, al hacerlo se tambaleó. Logró mantenerse parada, la niña gato le intentó dar un puñetazo. Candy se cayó y giró sobre si misma. La idea de lilim había sido un asco.
Sentía nervios y adrenalina, su corazón intentaba salir de su pecho. No tenía confianza o fuerza suficiente como para siquiera responder los golpes.
—Lilim, ¿un poco de ayuda? —pidió mientras daba un amague con su espada, intentando de forma desganada defenderse.
La buscó con la mirada, pero al parecer se había ido a quien sabe donde.
Ainara aprovechó que su contrincante estaba distraída y le dio un golpe en el estómago haciendo que se quedara sin aire. Se reincorporó lo más rápido que pudo y se sostuvo con su cuerpo.
—Si no se puede escapar hay que atacar —habló comenzando a propiciarle varios golpes con su "arma".
La joven pelinegro no parecía sentir nada. No se quejaba a pesar de que utilizaba sus antebrazos como escudo de los golpes que se dirigían a su rostro. Empezó a retroceder mientras la pelirroja intentaba imponerse y hacerla caer.
Tomaron un poco de distancia por unos segundos para recuperar el aliento.
Estaban por lanzarse una a la otra, cuando entre ellas cayó Lilim, ambas se detuvieron. Notaron que tenía un cuchillo clavado en el brazo, Candy se agachó para ayudarla. Las pupilas de Ainara volvieron a la normalidad
La demonio se sacó el cuchillo y se incorporó, la herida se cerró instantáneamente ante la mirada impresionada de las jóvenes.
—Tenemos algunas dificultades —volteó para ver a ambas—. No tengo energía para pelear y me estaban pisando los talones.
De entre la espesura del bosque salieron seis hombres vestidos de negro. Rápidamente las rodearon.
—Intentaré sacarlas de aquí, a estos seis idiotas le siguen otros seis más —susurró.
—Te ayudaremos. Es mi culpa que estén acá. —Hablaba segura de si misma. No sabía qué pasó, pero ellos tenían que ver con su secuestro y la pagarían.
La adrenalina y el enojo hacían que se cegara. Se sentía fuerte por alguna razón y usaría esa fortaleza para destruirlos.
La pelirroja tenía la sensación de que esto no le saldría bien. En la pelea que tuvo con Ainara solo descubrió que no servía para luchar, no se encontraba en la misma condición que antes.
—Candy, vos mirame a mi, yo te enseñaré a pelear. Las situaciones que nos llevan al límite siempre ayudan al aprendizaje físico —habló Lilim.
Candy la miró como si que hablara con una loca.
—No sé cómo aprendes vos —susurró sumamente tensa, miraba a sus contrincantes algo asustada—. Creo que podríamos discutir esto con los caballeros...
Un hombre le hizo frente a la demonio, sin mediar palabra intentó taclearla. Ella se elevó tranquila, dejando que siga de largo hasta que cayera de cara al suelo.
—Creo que no quieren hablar Can —murmuró Ainara—. Pero yo tampoco deseo eso.
Las manos de Candy temblaban demasiado, no estaba lista para luchar. Apenas sabía pelear con un estilo callejero, quizás debía poner en práctica eso de "mata o muere". Solo eso aprendió en la calle.
El hombre que se cayó se levantó rápidamente y volteó para intentar atacar a Ainara. Sus orejas se levantaron como si que escuchara sus pasos, sus uñas, las cuales medían el doble que sus dedos, estaban listas para atacar. Giró y con habilidad le clavó sus uñas en el abdomen.
— ¿Qu-qué hice? —preguntó asustada y temblando mientras miraba a su amiga. No esperaba tener esa reacción.
Candy posó su mirada en ella por unos segundos, volteó para intentar mantenerse alerta, un hombre intentaba lanzarse sobre ella y herirla. Lilim interfirió con un puñetazo en el rostro del atacante, con una fuerza tal que lo hizo estamparse contra un árbol.
—W-wow... —murmuró sorprendida.
La demonio estaba tensa, la joven no se defendía, solo huía.
— ¡En guardia! —exclamó firme.
La chica se puso firme, tomó su espada de madera e intentó mantener la calma.
Ainara había sido rodeada, estaba intentando escapar con toda su fuerza, pero no lo lograba. No quería lastimar más.
— ¿Lista? —susurró Lilim demasiado relajada para la situación, Ainara lloraba y luchaba por su libertad mientras trataban llevarsela.
Ella negó con su cabeza, nunca estaría lista.
—Entonces empieza a golpearlos.
Antes de seguir dándole órdenes una flecha hirió el pecho de Lilim. Candy la miró asustada, la arrastraron lejos de ella. Intentó agarrarla con fuerza, pero no pudo retenerla, fue llevada de su lado.