La chica de cabello teñido de violeta se acercó a ella, estaba hecha una furia por su forma de actuar.
Dejó a todas sus amigas de lado para ir a atender una llamada de un desconocido.
Les ocultaba la verdad.
Y se desvalorizaba enfrente de todos.
Odiaba que alguien que consideraba una especie de rival y a la vez amiga se desprestigiara frente a todos. Le tenía respeto y sin embargo ella no lo sentía por si misma.
—Comienza a explicar —le dijo Josefina autoritaria.
—No me podés obligar—respondió igual de autoritaria pero de forma débil.
— ¿Crees que no?—gruñó Josefina cual perro.
La joven se levantó para hacerle frente, sin importarle si se desconectaba de sus máquinas, las cuales soltaron un pitido como si que su corazón hubiera dejado de latir.
—No, no podés —se acercó de forma desafiante.
—Te la sacaré a golpes si es necesario—exclamó furiosa Formó un puño con su mano derecha mientras que con la izquierda la tomaba del cuello.
De una patada la hizo flexionar su rodilla y aflojar su agarre, se separó de ella. Apartó a todos de su camino, quería irse de allí lo más rápido posible. Se sentía en una de esas emboscadas que se les hacía a las personas cuando tenían un comportamiento preocupante.
Antes de poder salir le dio un dolor agudo en su cabeza. Solo en ese momento se percató de lo débil que estaba y eso hacía que sintiera asco de si misma. Lilim la tomó del hombro con poca fuerza, sin ninguna intención de lastimarla. Percibió un ligero tono de preocupación cuando habló.
—Dime que sucede, si no se que pasa no podré prote...—se interrumpió a si misma—. Al menos yo si merezco una respuesta—intentó parecer indiferente.
— ¿En serio todos quieren una explicación? —preguntó Candy con los ojos entrecerrados.
— ¿Eres sorda o qué?—preguntó Josefina molesta—. Claro que quiero saberlo.
—Entonces acompáñenme. Vamos a meternos en la boca del lobo, considerenlo bien, meditenlo con la almohada. Buscaré refuerzos. En nuestro combate no hace falta fingir cosas que no son.
— ¿Fingir?—cuestionó Ainara.
—Sé que hay personas que no son humanas y fingen serlo. No hablo de Ainara, es demasiado evidente.
Aspiró hondo y los miró uno por uno.
—Yo... sé que los necesito para esto. Sé que no lo entenderán, al menos en este momento... pero esto es demasiado importante para mi—se estaba tragando todo su orgullo.
<<Más tarde tendré que hablar con ella>>pensó Candela preocupada, no quería discutirlo frente a tantas personas.
— ¿Estás confiando en un demonio antes que nosotros, tu familia? —preguntó su abuela notablemente ofendida por la acusación anterior.
—Sí —le respondió—. Mañana nos vamos así que estén preparados. Mi mamá...
—Candela, tú empleada —la corrigió su abuela, su cara se pudo roja del enojo, apretó los dientes e intentó ignorarla.
Ya en ese punto a Ainara no le sorprendía nada. Sentía que todo eso era necesario para el futuro.
—Le hablará a sus madres y les dirá que se queden a dormir todo el día de mañana —miró a su abuela y se acercó a ella y susurró a su oído—. No sé como piensas que conseguirás mi cariño si haces estás cosas.
Era bastante sorprendente como del enojo cambió a una gran calma.
Esperaba que su aliada sea tan fuerte e influyente como parecía.
—Voy a buscar a alguien, nos veremos luego— dijo y salió dejando a todos en silencio, Candela fue tras ella, estaba bastante débil y podría pasarle algo.
Al salir ella ya había desaparecido, irritada le dio una piña a la pared, respiró hondo y se dispuso a ir a la casa, ya no tenía nada más que hacer allí.
Lilim se quedó suspendida en el aire, pensando, pero los susurros de las niñas la desconcentraba. Si Candy no le decía las cosas, entonces no podría protegerla y eso le causaba impotencia.
<<Tiene el diario de secretos >>le informó Lilim a Candela mediante pensamientos.
<<Convencela de que me lo devuelva >>le pidió.
Decidió irse de allí, tenía que encontrar su arma, no sabía a que se enfrentarían.
~Y~
— ¿Qué haremos? —preguntó Belén mientras salían del hospital—. Parecería que a Can no le faltaba solo unos tornillos, más bien toda la ferretería.
—No lo sé, tampoco estoy segura de por qué nos querría llevar a una aventura tan peligrosa ni por qué no necesita... Es desconcertante. No tenemos habilidades, entrenamiento o conocimiento alguno sobre esto.
—Quizás es algo que debe pasar, sin tener todo lo antes mencionado pudimos matar a un demonio... quizás si sirvamos para algo—murmuró Ainara, su corazón latía rápidamente.