— ¿Estás bien? —le preguntó una voz frente a ella, no le estaba prestando mucha atención al dueño—. Pareces perdida...
—Solo estoy fascinada. —Le respondió mirándola a los ojos fijamente, intimidandolo de cierta forma—. No puedo creer lo feliz que soy, vos y mi amiga la pelirroja me han ayudado a hacer amigos, son toda las fuerza que necesito.
Recibió un golpe en la cabeza, bastante leve, pero sabía que era una reprimenda, solo no estaba segura por qué.
— ¿Por qué me pegas?
—Deja de adjudicarle tus logros al resto. Repítelo cuando veas resultados sean buenos o malos, "sos la responsable de las consecuencias de tus actos".
Eran las 8 am, estaba leyendo su diario, habían tantas cosas interesantes... Si fuera un sábado normal estaría durmiendo a esa hora, pero una pesadilla había hecho que se despertara exaltada, asustada y confundida.
— ¡¡Mami!! —gritó un chico de unos ¿3 años?
Era una espectadora de esa realidad ficticia que su cabeza había armado.
— ¿Qué pasa mi cielo? —preguntó una mujer saliendo de la casa hacia el patio en el que se encontraba.
—Mida mami —dijo la chica, ellos estuvieron en su anterior sueño.
La chica, que estaba sobre una especie de camino de piedras en un patio puso un pie sobre la hierba y todas las plantas comenzaron a secarse, dejando un circulo a su alrededor de muerte. El rostro de la mujer expresaba el terror más puro, pero no entendía la causa. Era incapaz de moverse, de gritar, solo la miraba.
Los niños comenzaron a asustarse, se acercaron a ella y la zamarrearon. La mujer salió de su transe y ahí despertó, alzó a ambos y los metió corriendo a la casa.
No quería saber el significado de esos sueños, tenía el presentimiento de que era algo malo, prefería cerrar los ojos ante esa cruel realidad. Pronto podría lograr volver a dormir en paz y tranquilidad.
Además lo que leía era muy interesante, no deseaba volverse a dormir.
Desde que aprendió a ver a los seres mágicos con su forma real el libro estaba completo, además de que las veía constantemente en todos lados, muchas eran muy consideradas y la saludaban cuando la veían.
Al final de este había encontrado una carta que explicaba lo que sucedía. Al perecer el libro se desvela cuando su poseedor decide creer en su información.
Miró unos segundo a Lilim dormía aún, ella sabía que tenía el libro, pero no dijo nada, quizás no le interesaba en lo absoluto, quizás la estaba cubriendo de Candela. No la comprendía.
Tocaron la puerta, guardó su diario, metió a flama en su jaulita; a la que nunca le ponía llave para que saliera cuando quiera; y se recostó.
—Pase —fingió una voz adormilada.
—Candy, tus amigas están acá. Empezamos a entrenar hoy —dijo su abuela asomándose por la puerta.
— ¿Cómo las dejaron venir? —preguntó sentándose en su cama extrañada, dejando de fingir cansancio.
—Ehh hipnotizamos a sus padres —Candy la miró incrédula—. No importa lo que hagamos hecho y si hipnotizamos con la piedra de fuego a alguien o no, hoy es el primer día y haremos lo que más me gusta, mi parte favorita.
— ¿Qué haremos? —preguntó con un ataque de curiosidad. Salió de la cama de un salto y buscó en su armario algo de ropa.
—Ya verás —dijo sonriendo. Entró con una bandeja con café y unas tostadas, la depositó en el escritorio—. Candela te preparó esto, tómalo y cámbiate. Ah, cuando termines que ese estúpido demonio se levante.
—Solo yo le diré estúpida a esa estúpida, nadie más —aclaró con cierta frialdad.
Agarró una tostada y lo comió mientras se sacaba la remera y ponía una color gris, cuando su abuela se fue tomó unos sorbos de café, mientras se cambiaba, se peinó. Tomó un último sorbo y el resto se lo tiró a Lilim en la cabeza.
— ¡La puta madre! —gritó levantándose irritada.
—Buenos días a ti también —le respondió en tono burlón— es hora de entrenar. Mi abuela dice que bajes conmigo.
—Está bien luego lo haré —refunfuñó y se acomodó en su cama— agh, ¡por tu culpa está todo mojado y quema! —gritó mientras la niña se reía y bajaba corriendo.
Fue directamente a la sala, Ainara dormía hecha un bollito en el sofá. Desde que su ADN había sido fusionado con el de un gato/demonio, su actitud era más parecida a la de un felino. Tenía sus pros y sus contras, quizás debería aprender a controlar los contras.
—Ainara, vamos —la movió un poco mientras hablaba con un tono suave—. Hay que entrenar, sé que es temprano.
—Ya hice la prueba —dijo aún dormida—. La compatibilidad que tengo con las armas es casi nula, porque yo soy mi propia arma —¿qué? no entendió nada. ¿Habrá sido una metáfora?—. Solo falta que vos los hagas, luego entrenaremos —bostezó—. Salí al patio, te esperan de seguro.