Los presentes miraban todo como si de una película se tratase. Para María eso empezaba a verse sospechoso, tenía teorías sobre lo que podía pasar. Quizás pudo haberselo transferido, no, era imposible... habría aparecido antes. No, no debía suponer cosas... eso era ilusionismo, podrían estar actuando.
—Vos... ¿s-sos la muerte? —tartamudeó.
Un quejido largo y lastimero se escuchó, las personas se miraban confundidas. Marcos entendió lo que sucedía, la reunión pasaría frente a sus ojos, pero su hermana había sido llamada y terminó interfiriendo en ella. Quería levantarse e ir a ayudarla, pero se encontraba completamente aterrado, podían tomar a su hermana como rehén, las posibilidades en su cabeza eran tantas que lo acobardaba.
— ¿Vos no sos...? —pensó la mujer mayor de edad—. Si esta es una broma no es de buen gusto. No pude equivocarme, esa energía es de uno de los líderes, es demasiado fuerte.
— ¡Candy, alejate de él! —gritó Marcos parándose para ponerse en guardia, un haz de oscuridad se creó a sus espaldas.
Apenas alcanzó a dar vuelta su mirada, ni siquiera fue capaz de ver de la fuente, cuando resultó herido por la espalda.
— ¡Marcos! —gritó su hermana y corrió en su dirección de manera torpe.
Corrió del escenario y dio un gran salto hacia él, cuando se encontraba en el aire algo se le enredó en el estómago, causándole un cosquilleo, tocando sin pena sus heridas y atrayéndola hacia el escenario. El pánico comenzó a hacerse notar, las personas hablaban nerviosas. Algunos adultos se pararon al escuchar los quejidos de la colorada, quien fue depositada en el piso con mucha rudeza. Se quiso parar, pero comenzaba a sentir de forma sútil las punzadas de sus heridas.
—Candy... —Ainara se puso de rodillas junto a ella—. Tranquila, estará todo bien —desenvolvió el látigo del estómago de su amiga y vio un hilo de sangre, volvió a mirar el arma y notó que estaba lleno de espinas—. ¡Hey! ¡¿Qué demonios te pasa?! No te hemos hecho nada —le gritó furiosa.
—Vamos a ayudar —susurró Josefina, no importaba cuanto quisieran. Sus cuerpos estaban paralizados del terror. Quizás era por ese hilo de sangre que se escurría de entre las ropas de su amiga.
—Sencillo —dijo caminando tranquilo y confiado—. No puedo dejarlos vivir, ni a nadie que esté en este lugar.
Una extraña neblina, la cual no provenía de las máquinas, comenzó a expandirse por toda la sala.
Belén respiró hondo, no tendría miedo de enfrentarse, no más miedo por ese dia. Se levantó tomando impulso y corrió hacia el escenario. Notó como las personas caían dormidas ante los efectos de esa niebla.
Marcos se repuso lo más rápido que pudo y comenzó a correr junto con Belén, le dolía hasta el apellido, pero no les gustaba nada lo las personas estaban todas aterrorizadas y estáticas, eran incapaces de ayudarles.
Cuando se subieron al escenario se quedaron inmóviles, le recordaba a la fuerza que poseía el director.
—Te has arriesgado mucho —habló con su voz un tanto deformada, quizás por algún aparato, pues no parecía humana—. No creo que esto funcione.
<< ¿Vine a un rompimiento mágico o a una reunión de líderes? >>se preguntó el colorado bastante nervioso.
—No, espera a que me deshaga de ellas y después nos arreglaremos —dijo Mr. Death, se veía muy tenso y molesto—. Podremos encontrar personas que toquen la campana.
—Lo siento... mi tiempo es valioso y no lo malgastaré en tratos con seres mitológicos. Hasta luego —la figura volteó y se fue hacia la salida, traspasó la puerta.
Mr. Death se volteó y miró con odio a el reducido grupo. Ainara, Belén, Marcos y Candy eran lo único que le impedía matar a todos y dos de ellos estaban heridos. Era algo tan tonto, él siquiera plantearse que podrían de alguna forma esos chicos representar una resistencia. Planeaba matarlos de forma disimulada, pero ambas habían descubierto su verdadera identidad.
Marcos y Belén pudieron moverse, se subieron al teatro junto a Ainara y a Candy,
—Me acaban de arruinar un gran trato —dijo él intentando mantener la compostura. Se pasó la mano por su cabello para acomodarlo—. Así que me divertiré con ustedes por un rato...
— ¿Qué significa eso? —preguntó Marcos apoyando una de sus manos sobre la empuñadura de su espada, la cual ocultaba con una letra rúnica. No pensaba que debería usarla, se supone que era solo de reconocimiento.
Le habían dicho que solo debería ver el rostro de los dos y luego poder reconocerlos.
—Que la espada que llevas oculta no servirá de nada —dijo él sonriendo, el lugar se sumió en un silencio sepulcral, todos se habían quedado dormidos.
—Li-lilim —susurró Candy asustada, intentó reprimir sus quejidos de dolor, era muy vergonzoso pedirle ayuda—. Por favor... vení.