Siempre se había imaginado que Washington DC sería una hermosa ciudad, pero bajo estás circunstancias no parecía un lindo lugar en el que encontrarse. Las personas excavaban en algunos puntos en específico, de los patios, las calles estaban rotas y los autos se desviaban del camino. Todo parecía funcionar a la perfección, cada persona sabía a dónde ir y dónde no.
—Tenemos que ir a un lugar llamado "centro de investigación espacial". —Lilim manejaba otro colectivo robado por ella mientras le hablaba a su protegida.
—Eso es reconfortante, tanto viaje me tiene exhausta —dijo Josefina removiendose en su asiento y apoyando sus pies en el respaldo de adelante.
— ¿Los humanos están tan cansados a pesar de dormir tanto como ella? —preguntó Lilim bastante confundida, al ser una demonio no tenía ninguna obligación de dormir a menos que se sienta realmente mal.
Candy le sonrió y se encogió de hombros, todos se veían exhaustos, a pesar de haber dormido durante un buen tiempo. Ahora amanecía, pero estaba nublado y había niebla, algo normal en invierno, si en el sur era verano, en el norte debía de ser invierno. Si tenía suerte antes de que anocheciera estarían yendo de vuelta a Argentina y dormirían tranquilamente en sus respectivas camas.
<<Ojalá pudiera volver a la casa con la exaltación por la victoria... pero no podría dormir pensando en que alguien murió protegiéndome, solo para que siga mi asquerosa vida. Yo no soy una princesa en la torre que necesita ser rescatada, yo podía sola... ¿Por qué interfirió? >>pensó triste.
Lilim notó algo de molestia en su rostro.
— ¿Sigues mal por lo del humano? —le preguntó seria como siempre.
—No puedo evitarlo —confesó— lo intento, pero no lo logro. Tampoco entiendo como pueden ser tan insensibles... pero ya no quiero discutir con nadie, solamente mentalizarme lo que se avecina —levantó su rostro dándole una sonrisa a Lilim que hizo que su corazón se detuviera para luego comenzar a latir a lo loco—. Estoy segura de que ganaremos, cuento con ustedes.
Respetó esa decisión y solo asintió con la cabeza mientras buscaba una razón para el susto que se había dado, se prepararon. Tomaron cada uno su respectiva arma, arcos, látigos, espadas y cualquier cosa que sirviera para defenderse. Uriel estaba en su mano, intentando regular su respiración y lo llevaba en la mano por las dudas, irían en fila encabezada por Candela y cuidando la retaguardia la abuela. Entraron a un gran edificio cilíndrico, lleno de ventanas. Subieron las escaleras, nadie transitaba esa allí, algo extraño ya que en todos lados habían personas.
~Y~
<<Se supone que ya llegan >>habló Adriana demasiado emocionada viendo por una televisión lo que sucedía en el cuarto de control. Lo cierto era que si el plan de la otra sociedad no rendía frutos no le interesaba, solo quería ver llegar a ese grupo.
—Debería dejar de ver eso —le recomendó un consejero—. Tendría que estar recuperándose.
Lo miré de forma que hizo que temblara, sonreí de lado. Nadie me quitaría la dicha de ver a nuestra competencia fallar y de ver a esas tres chicas, a esa demonio y a ese chico espada derrotarlos.
~Y~
Llegaron al ante último piso muy cansados, ojearon la gran habitación que se abría ante ellos, el capitán dio algunas órdenes terminantes.
—Muy bien —dijo en susurros—. Nos dividiremos en tres grupos. Lilim, María y Candela serán las que se encarguen de destruir el objeto aquel —cabecearon para ver un receptor de señal en el que se encontraban todas las máquinas conectadas sobre él había un talismán que no dejaba de brillar—. Marcos, Mateo y yo destruiremos todos los enemigos para que puedan pasar y las chicas cuiden la retaguardia. Lilim tiene unos explosivos, intenten desviar a todos cerca de ellos y busquen la forma de detonarlos, deben alejarse lo más que puedan cuando llegue el momento.
—Haré una trampa —informó la demonio—. Atraigamos a todos los monstruos hasta la trampa y haré que la detonen.
—Suena razonable —comentó Guadalupe algo asustada, necesitaba estar tranquila.
— ¿Qué hacemos si llega algún humano y tenemos que luchar? —preguntó Belén distante.
—En caso de que surja una pelea estarán a cargo de... —el hombre se quedó pensando— de la chica con mal carácter —señaló a Candy, Josefina bufó, no quería recibir órdenes de ella.
— ¿De mí? —preguntó incrédula.
—Si, suban todos. No perdamos más tiempo.
El capitán iba adelante con su equipo. Candela y María iban preparadas detrás de ellos, mientras que Lilim se veía relajada, normalmente se limitaba, no deseaba usar su fuerza al extremo para personas que no lo valían, siempre perdía el control por esa maldita hormona.
Las chicas iban unos pasos detrás de ellos, Ainara mantenía la compostura, Belén parecía agotada, Guadalupe estaba un tanto asustada al igual que Josefina y Candy, pero ellas lo ocultaban, no quería que la otra viera el miedo que tenían, eran demasiado competitivas y sus ego eran muy grandes.