Día 138.

Anoche que llegamos a Atlanta acampamos a unos trecientos metros de la carretera. Daryl escondió entre un montón de hojas, ramas y demás su preciada motocicleta.

Él quería llegar esta noche a la ciudad, pero yo le sugerí que debíamos descansar. Estaba tan ansioso que prácticamente no durmió casi nada.

Yo en cambio quise descansar aunque sea un tiempo antes de cambiar turno con Daryl. Aunque me pasó lo mismo de siempre. No pude dormir. La única vez que si logré hacerlo, fue cuando dormí en los brazos de Daryl.

Con él sentí que podía hacer eso y mucho más. Me sentía segura. Nadie podría hacerme daño nunca más. Las pesadillas se esfumaron y mis sentidos se embriagaron con su aroma.

Ese aroma que calma mis demonios. Ese aroma que enciende mis emociones. Ese aroma que se filtra a mis fosas nasales y se dispersa por mis venas. Ese aroma a Daryl que tanto extrañaré.

Intenté dormir un poco y una de mis pesadillas me despertó. En ese momento sorprendí a Daryl observándome con atención y me preguntó si todo estaba bien. Le mentí, de nuevo. Le dije que todo estaba en orden y que no tenía de qué preocuparse. En sus ojos azules noté que no me creyó ni una palabra, pero tampoco me desmintió. Tan sólo respondió:

"Tranquila." -dijo sin apartar la vista de la mía.- "Todo estará bien."

Y esas simples palabras, que hicieron zumbar mis oídos, me hicieron sentir segura. Su tono de voz se quedó grabado en mi memoria. Es el tono de voz que quiero recordar por siempre.


 

...



 

"Yo sólo quería grabarte en mi memoria".

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