Ya llevábamos como tres horas caminando, nos dirigíamos hacia las montañas para ocultarnos, sabia claramente que mi hermano y el reino nos buscarían para matarnos, y temía por la vida de Lucia, pues si se enteraban que ella tenía en su interior una bestia, no sabría muy bien que haría pues esa bestia podría ser usada en la guerra.
Al entrar ya en la montaña, nos encontramos con un pequeño pueblo, tomé la mano de Lucia y le dije – debes estar hambrienta, ¿qué tal si pasamos la noche aquí? – ella me miro alegremente y dijo - ¡sí! -. Y así fue, buscamos un lugar donde quedarnos, comimos hasta quedar satisfechos, y en la noche, me senté mirando hacia la ventana, el cielo se veía realmente hermoso, era indescriptible, Lucia se me acerco, puso sus manos en mi espalda, las deslizo suavemente – el cielo hoy es hermoso – asentí, le tome la mano y la jale, la puse frente a mí, me le acerque y trate de besarla, ella me piso y luego me patio, - no vas a propasarte conmigo, ya te acomode el sillón para que duermas allí -. Yo me sobaba y la mire, - que fría eres, sabes que lo deseas – ella me miro aún más enojada – no tientes tu suerte o dormirás afuera- cerré la ventana, y me acosté en el sillón y dije – sí que eres diabólica – y me reí.
Mas tarde Lucia me hablo, - Freud, ¿crees que mi madre sigue con vida? – en mi mente al escuchar esa pregunta pensé -por supuesto que no-, pero no quería hacer sentir mal a Lucia, así que contesté – no lo se con seguridad, así que lo único que nos queda es creer.