El diario del agua

Cap. 42: Asmodeo

 —Tiene fiebre otra vez —dijo el doctor inyectando un medicamento intravenoso—. Casi 40 grados llamen a la ambulancia, la vamos a trasladar a un hospital.

Mientras el resto se trataba de acomodar a las órdenes que le daba el médico. María salió y se encontró con un pelirrojo muy testarudo sentado junto a la puerta, esperando noticias. 

—Marcos ve al colegio —ordenó su abuela.

—Lo siento abuela, pero no. Puedo morir en medio de una clase... si lo haré será junto con mis hermanas —Marcos estaba definitivamente molesto.

Iba a replicar, pero una voz la interrumpió.

—Está por entrar en shock —dijo el doctor.

La chica se levantó de golpe de la cama, se veía completamente asustada, la fiebre se iba y ahora venía la parte más dolorosa, pero no quedaba otra había que seguir.

Reiterada veces se había desmayado, el único indicador era el que le sangrara la nariz. Luego pasaban tan solo un par de minutos para que se cayera inconsciente, no sabían muy bien qué hacer, Golden lo acompañaba a todos lados vigilaba a ambos hermanos.

Antes de ese lío ella tan solo desayunaba.

Su mano temblorosa intentaba tomar la cuchara con azúcar y dejarla en su café con leche, pero le era imposible. Analia, Night y Seta la observaban, querían ayudarla pero la chica era demasiado orgullosa como para permitírselo, no quería morir como una pobre enferma. Su perro dormía sobre sus pies. En la casa había pañuelos y algodón en todos lados para que le sangrara la nariz tener algo a mano. 

— ¿Podrían dejar de mirarme así? —preguntó irritada.

—Amm... si —Night intentó disimular un poco limpiando lo que había en la pileta para lavar los platos y la mujer sin disimular hizo crecer una planta que se encontraba en la mesada.

—Sabía que eras una Dríade —dijo Candy sonriendo. 

—Nunca los uso, solo para publico especial —le guiñó el ojo, la joven sonrió y continuó su difícil tarea o al menos para ella.

Ainara llegó, se escuchó el aleteo de sus alas de gárgola, salió caminando con algo de torpeza. Abrió la puerta del patio tranquila, se encontró con la chica que deseaba salir a saludarla. Su pelo estaba atado, había podido modificar su ropa para estar más cómoda, todos creían que lo que usaba era un disfraz,  mientras recordara mantener su cola baja no tendría problemas, aunque varias veces la habían pisado.

—Oh, Can... te estaba buscando —dijo un poco preocupada.

 — ¿Qué sucede? —preguntó.

—Mejor hablar en privado... es algo serio —su rostro cambió a uno bastante serio y preocupado.

— ¿M-muy serio? —su corazón se aceleró por los nervios, algo de sangre caía de su nariz, comenzó a temblar. Asintió restando importancia y más preocupada por la nariz de su amiga que no paraba de sangrar.

No pasó mucho tiempo hasta que se desplomara en el piso. Así llegaron al hecho que estaban viviendo en la actualidad.

—Está estable por ahora —dijo la doctora, una mujer de mediana edad con pelo rubio y atado en una coleta.

Josefina y Ainara lo habían meditado mucho, después de consultarlo un rato con Lara, con quien se mantenían en contacto por teléfono, decidieron que tenían todo el derecho del mundo de pedir más respuestas de las que tenían.

No sabían por qué pero siempre asumían que Candy tenía toda las respuestas para los problemas que ellas enfrentaban, necesitaban saber más. ¿Qué sabía del diario de secretos? ¿Qué tenía? ¿Cómo murieron sus padres? ¿Cómo sobrevivieron? ¿Quién era esa tal Marcela? ¿De dónde se conocían con Lilim? ¿Cómo llegaron al instituto? ¿Por qué tenían magia ellos si eran humanos? ¿Cómo era que Candela era la guardiana del diario de Secretos? 

Era hora de poner presión, estaban muriendo y no servía de nada negarlo, necesitaban saber.

Candy la llamó para que entre a la habitación, la única que la acompañaba además de Golden era su hermana mayor y al parecer adoptada.

—Bueno ¿de qué querías hablar? —preguntó nerviosa.

—Esperaba que Josefina me acompañe pero bueno... Can, necesito saber muchas cosas, necesito entender...

— ¿Qué no has entendido? —preguntó irritada.

—Cosas como por ejemplo ¿como conociste a Lilim? —la chica se sonrojó notablemente, parecía que no le gustó la pregunta.

Se quedó en silencio durante unos segundos.

—Pregúntame otra cosa por favor... —no lo dijo como si que se negara a responder, quizás era algo difícil de preguntar.

— ¿Cómo sobrevivieron ustedes sin sus padres? —hizo un gesto para que cambie de pregunta—. ¿Qué edad tenían cuando murieron? —. Volvió a repetir el gesto, solo que ahora estaba mucho más sonrojada—. ¿Cómo llegaste al colegio...?



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En el texto hay: mundos fantasticos, guerras magicas, aventuras magicas

Editado: 28.04.2020

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