Capítulo uno.
Izan Stavropoulos.
La brisa fría es lo primero que me recibe una vez que pongo un pie afuera del jet privado, bajo con mi maleta de mano colocándome la otra mascarilla con la otra mano libre, un tipo intenta ayudarme pero lo detengo en el intento. Puedo hacerlo por mi mismo. ¿Estoy manco?
—Yo lo puedo hacer. —increpo, haciendo que se aleje cauteloso. Hace apenas minutos había logrado pegar un ojo cuando nos avisaron que ya teníamos que aterrizar, algo me atrae a este lugar. Aparte de que necesito cerrar los tratados aquí.
Estos chupasangre están que fastidian con sus normas, que algunos lobos strardos con salida de nuestro reino invaden propiedad de ellos, y no solo eso, dejan a su paso sus huellas. No literalmente, desearía que así fuera.
También está el otro asunto, no se que me atrae aquí, y odio no saber el que.
Mientras camino, mi asistente pelinegra me intercepta, haciéndome tambalear.
No estaba bien parado.
Carraspeo y continuo mi camino. —D-disculpa, tengo que hablar contigo. —es la primera en hablar, interrumpiendo mi querer, aunque esta vez es inconscientemente, le encanta hacer eso.
Pero ni cuenta se dio, porque no me dio esa mirada divertida que acostumbraba a darme a la hora de hacerlo. Fijo mi vista en ella, está envuelta en su habitual traje azul marino pegado a su cuerpo. Parece su uniforme, o ese aire quiere dar, porque no le he designado ningún uniforme.
—Jess, habla bien. ¿Estás bien? —hablo con burla —¿No tienes más ropa?
No se porque pregunto, si no me interesa.
—Es Jane señor. —sisea mientras detiene su andar pero yo sigo.
—Como sea.
Si me acuerdo su nombre, claro que lo hago, solo es por molestarla. Ella no se intimida en ningún momento.
—Es sobre el señor Restrepo, desea concretar los últimos detalles. —esta vez si me detengo pero ella sigue andando mirando su agenda.
Vaya si está distraída hoy.
La pizca de curiosidad me pica pero la eliminó rápidamente, saco el celular y efectivamente, ha estado marcando desde ayer. Ups.
—Él ya sabe las características del producto, está de más.
Jane detiene su andar para voltear a mirarme con desaprobación, la mueca de desagrado que tiene me causa diversión.
No le gusta como me refiero a eso. Y me importa tanto como el fin del mundo. Me monto en el auto seguido de ella que se queda en la parte de atrás.
"Por que es mi lugar", sus palabras no las mías. Le gusta guardar la imagen de secretaria, aunque sabe que no tiene ese trato.
—¿A dónde?
Pregunta mi chofer, mirando a la pelinegra. Pero es me adelanto para sacarla un poco de quicio.
—Voy a recoger mi mercancía...
Me interrumpe hastiada—Al local de Restrepo.
...
Delante de mis ojos, como cámaras del pasado.
Entra mi progenitor sin anunciarse, ni me molesto ya hasta me acostumbre. —¿Ya voy a poder ver a mi hijo?
Otra vez con la misma cantinela, —Yo también soy tu hijo. —le recuerdo.
Levanta las manos para que no siga hablando —Si, si pero con él al menos es tolerable, tengo que soportar verte solo porque ansío que todo esto vuelva a la realidad.
De un momento a otro, el avanza ágil y rápidamente hacia donde me encuentro sentado colocando sus viejas manos en mi cuello, haciendo presión. —No te he matado solo porque lo tienes contigo.
Aire
Necesito aire.
Abro los ojos asustado y noto que he estado reteniendo el aire, vuelvo a respirar, examinó el lugar y me relajo en mi asiento. Ese recuerdo...
Dios, padre...¿Tienes que estar haciendo esto? No te preocupes siempre lo tengo presente.
Solo necesito...tiempo.
Me vuelvo a centrar en donde estoy acomodándome la mascarilla que se desacomodo, de camino al famosísimo burdel. Es lo más fácil, no me apetece salir para encontrar a la chica que ocupe momentáneamente mi cama. Ansío encontrarme con Laura, es excepcional en lo que hace.
Noto algo —alguien— moverse a mi lado, Jane cabeceando es algo nuevo, lucha por no quedarse dormida pero veo que va perdiendo. La duda se vuelve a cruzar fugazmente. ¿Estará bien?
La mascarilla colgándole. Se la quito guardándola a su lado.
—Señorita Lombardo...
—¡Presente! —una sonrisa se extiende por toda mi cara, al ver su cara de espanto y sus ojos examinando el lugar pero parece darse cuenta y me busca con la mirada para fulminar con la mirada.
"Ja ja ja", articula pero al instante fija su mirada en el frente. —Estamos llegando, usted dice dónde quiere bajar.
—Él es el chofer que ve...—mi atención se desvía cuando me llega un olor peculiar, mi mate.
Mi lobo se emociona a una cantidad desmesurada, luchando por salir. Pero con un gran dolor lo contengo dentro, el dolor es casi latente pero lo siento.
¿Qué me pasa?, ¿Es por ella, que me siento así de mal?
Me enderezo y miro por la ventana polarizada y encuentro a la dueña de ese olor.
—Aquí, ¿Puedo bajar? —no recibo respuesta por lo que vuelvo para ver a Jane que solo asiente, sin más estoy fuera pero me quedo quieto.
La chica entra al ¿burdel?...es que ¿acaso mi mate es una...prostituta?
—Señor no corra. —Apenas registró la voz de Jane, quedé atónito con lo que acabo de ver.
...
—Que me investiguen porque y quien es la muchacha que acaba de entrar a tu local —le hablo al vejete que está sentado delante mío.
—¿Cómo piensas que lo haremos y más aún porque?
Habla con ese tono altanero que exaspera, aun se denota con la mascarilla puesta. Se cruza de brazos y se endereza en su asiento, mientras yo sigo en mi misma posición con cara de pocos amigos. —Porque soy tu cliente estrella.
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Editado: 29.03.2022