El diario que no planeé

Mente cerrada

¿Por qué escribo esto?, ¿de qué hablo ahora?, para ser sincero en realidad no lo sé, de verdad que no lo sé, hay niebla y confusión en mi mente, masa gris que no me deja ver con claridad, intento alcanzar una imagen y se difumina apenas consigo verla, intento encontrar la razón del por qué seguir haciendo esto, ¿para quién?, ¿para qué?, ¿por qué luchar cuando parece que el problema nos ha superado y ahora ya no hay nada que pueda hacerse?, que por más que intentemos, el tiempo que nos resta en este mundo parece agotarse, ¿por qué no podemos entender que entre más buscamos maneras de vivir más confortablemente acortamos más nuestra estancia aquí?, ¿por qué no somos capaces de comprender que todo funciona por medio de una ley de equilibrio imposible de quebrantar?, ¿por qué no captamos que cuando intentamos crear algo nuevo destruimos a otra?, ¿por qué no podemos entender de una vez por todas que todo lo que toca el ser humano lo destruye?, ¿por qué no somos capaces de entender que servimos poco para intentar cuidar este mundo?, ¿por qué no aceptamos de una vez por todas que vinimos aquí a destruirlo?, es la razón más obvia que soy capaz de encontrar.     

Cada que hay un nuevo descubrimiento ligado a tecnología y que hará la labor de nuestro día a día más sencilla todos pegan un brinco de emoción por otro paso más delante en la ciencia y tecnología, pero muy pocas veces y me temo pensar que nunca nos ponemos a pensar en la parte que está siendo desfavorecida gracias a ese “gran descubrimiento”. No es posible que una persona cambié el mundo, no es posible que una sola persona logre un cambio en el pensar de la gente, y para ser sincero incluso dudo que miles sean capaces de hacerlo, porque bien dicen, “lo que uno no hará, vendrá otro a hacerlo”, y saben qué, tendrán toda la razón, nadie es irremplazable, o indispensable, lo que tú haces, lo puede hacer cualquier otra persona, esta es la parte triste de tu labor. Tampoco es posible que de la noche a la mañana seamos capaces de no seguir consumiendo productos que dañan a nuestro planeta, y para ser honesto lo creo muy poco probable, porque yo incluso puedo decir que no podría, porque lo hemos hecho tan parte de nosotros, que ahora es casi imposible el que lo dejemos fuera, porque nos hemos enamorado tanto de la parte bonita de todo esto que todo lo triste no consigue hacerle frente, a pesar de que si esa parte triste llega a consumarse, todo lo bello se acaba, todos nosotros nos acabamos.  

Se supone que somos la especie racional, la que está en la cima de la cadena alimenticia para cuidar de este mundo, “cuidar”, dios, que estúpida mentira, somos unos pésimos líderes, incendiamos y talamos nuestros bosques, estamos acabando poco a poco con cada una de las especies que habitan en este planeta y que confían en que la especie racional y que está al mando brinde protección, cuando lo único que estamos dando es destrucción, a cada espacio del mundo al que el humano ha podido llegar; estamos volviendo el invisible aire visible, prontamente incluso se convertirá en una masa de gran peso, me aterra el pensar que quizás me toque vivir esos días.  

Hay lugares hermosos en este planeta que a mi opinión nunca deberíamos de encontrar, aseguramos que hemos de cuidarlo como lo que es, una hermosa reserva cultural o natural, pero al final de cuentas, termina sintiendo el cruel azote de la humanidad, porque tristemente para nosotros ver algo bello, es ver y escuchar que nos pide a gritos “destrúyeme”.  

Ni siquiera sé porque escribo esto, normalmente me he dado cuenta de que mi imaginación suele cerrarse cuando mi mente quiere que escriba una reflexión, lo curioso e irónico de todo esto es que ni siquiera sé si es una reflexión, esto no hará reflexionar a nadie, tan solo será otro discurso que ya han escuchado cientos de veces y continuarán con sus vidas como si nada pasará, porque a veces es mejor y mucho más viable cerrar tu mente y no dejar que nada que te perturbe entre, a en lugar de hacerlo…porque así es más fácil…porque quizás es lo que yo haría.

Mi mente llegó al grado de prohibirme hasta cierto punto el escuchar, ver o leer noticias, porque está cansada de siempre encontrarse con lo mismo, destrucción, caos, el mundo entero haciéndose pedazos así mismo, y evadiendo su responsabilidad como siempre hemos sabido hacerlo, aventársela a otro y con ello preservar la guerra que pronto nos va a extinguir por completo, un arma creada por nosotros, para dejarnos fuera del juego, y supuestamente el suicidio está prohibido en casi todos los países.    

Adoro salir, pero no un salir en el ámbito de fiesta y relajo, no, no soy de ese tipo de persona; soy una persona solitaria, una persona que ama su única y sola compañía, una persona que adora el solo escuchar paz, que no haya un solo ruido que le distraiga, o le perturbe, una persona que ama escuchar que las personas que conviven a su lado día con día hacen planes para salir y él ha de quedarse solo, soy ese tipo de persona; y amo salir en el ámbito de abandonar su hogar para contemplar la belleza que aunque algo moribunda aún sigue latente en este mundo, amo salir a caminar por sus prados, amo el poder sentir aún lo fresco y algo limpio del aire, amo sentir sus sonidos revotando en cada una de mis paredes auditivas, amor ver y sentir como el sol se despide de mí brillando en una tonalidad naranja, amo la naturaleza, pero muchas veces me deprime el salir y ver que estamos acercándonos a una inminente guerra de la que probablemente ya no logremos salir, una guerra por agua, el recurso vital para la supervivencia humana, un recurso que está por agotarse, y que cuando eso pase, todo será un caos, un verdadero caos mundial, y eso me lleva a pensar el que tal vez muera en esa guerra, pero quizás también puedo morir mañana, o incluso en un momento al levantarme de este escritorio y tropezarme con algo, porque lo verdaderamente cierto, es que no sabemos nada, no sé seguiré aquí, y hay tantas cosas que quiero hacer antes de partir que no las quiero dejar inconclusas, y ya he empezado a trabajar en cumplir cada una de ellas, algunas más difíciles que otras, pero no imposibles, si la fe mueve montañas, haré de todo mi pensamiento una montaña de fe, y haré que cada obstáculo que se cruce en mi camino se mueva y me deje avanzar, porque a pesar de que inconscientemente destruyo, conscientemente quiero reparar, y tratar de preservar la poca belleza que nos queda, hacer que mis pasos dejen una linda huella, cumplir deseos y alcanzar anhelos que me hagan sentir pleno, para que cuando llegue el momento en que deba partir, poder decirme “lo quise, lo hice, y tal vez fue un completo fiasco, pero no me quedé solo mirando”.   



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En el texto hay: reflexion, motivacion

Editado: 25.08.2022

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