El Diluvio I I I Volver a la Tierra

Parte 3

— Deben irse — Manuel la miró furioso — si no lo hacen los mataré ¿Quieres ser la causante de eso?

— Si volvimos los insectoides nos matarán como a los demás.

— Enviaré de nuevo robots, esta vez más eficientes, que los acabarán por fin.

— Mejor es recuperar la capa de ozono, ES POSIBLE, si matas a los de la nave ustedes seguirán sufriendo quemaduras y deformaciones, si tú y los adultos no te importan, piensa en los pequeños que nacen entre ustedes.

— Ellos se acostumbran rápido a esas cosas — no le dio mayor importancia.

— ¿Por qué no dejas que arreglemos esto? — luego de mirarlo a los ojos comprendió de golpe todo — quieres seguir reinando sobre estos pobres diablos, por eso no quisiste seguir investigando como reconstruir la capa.

— ¿Y si sufren qué? Yo también lo hago, además los he mantenido vivos estos años, eso es mejor que una supuesta solución a las quemaduras, y tumores que salen por la radiación, que no encontraríamos jamás.

— ¡¡¡QUE NO ME OYES, LA SOLUCIÓN YA ESTA LISTA!!!

— A MI NO ME IMPORTA.

— Espera Manuel — Milenko tenía una extraña mirada — ¿Tu sabías que se podía arreglar la capa, y preferiste hacer el retorcido plan de Super Tierra? Por tu culpa mis nuevos hijos sufrieron cada noche... ninguno sobrevivió a los 5 años por los tumores que deformaron sus cuerpos, igual que mi nueva mujer — de su único ojo abierto salieron gotas de sangre — eres un maldito desquiciado.

— ¿Y qué harás? Eres un cobarde, entregaste a tu grupo para salvarte, y a tu hijo lo mandaste al espacio, me has ayudado en todo esto, no quieras hacerte el bueno ahora.

— Pensé que ellos solo querían estropear el viaje, que todos quedaríamos en la Tierra, y nuestra raza desaparecería.

— No mientas, no me digas que no te gusto tener el poder en tus manos, como mi segundo.

En este momento ambos hombres se habían olvidado de Marian, que seguía buscando como escapar, pero la pareja de varones estaba al frente de la puerta.

Milenko se veía extraño, ya no decía nada, solo miraba al líder, hasta que se relajó.

— Cometí un gran error — su mano fue a su cintura, pero en ese momento Manuel ya lo tenía encañonado.

— Debería decir que es una lástima perderte, pero no es así, siempre fuiste muy blando — le fue a disparar, Marian tomó una lámpara para tratar de golpear al dictador, que al ver que pasaba le disparo a la mujer, que solo le rozó el brazo, aprovechando esta distracción Milenko usó su arma, pero no pudo evitar que el moribundo alcanzará a dispararle, ambos cayeron al suelo, bañados en sangre.

— Lo siento Marian — se disculpó en un susurro el traidor de su grupo.

— Tranquilo, estarás bien.

—No importó ya, por favor, no le digas a mi hijo quien era yo, no quiero que cargue con mis errores, dile que morí hace... mucho... por... fa... vor...

Ella se quedó quieta en la oficina, meditando todo lo que había pasado, unas horas después Alberto y Tomas entraron en el lugar, los de la nave habían descubierto que ella no estaba, siguieron sus pasos, apenas los vieron empezaron a atacarlos, así que los llegados a la tierra se defendieron, llamaron refuerzos que llegaron muy rápido, deteniendo a los todos, casi sin bajas.

— Mamá, por fin te encontramos — Alberto estaba feliz al ver a la mujer sin daños.

— Tomás, amor... — lloró cuando lo abrazo — ahora lo sé todo, ahora lo sé todo... — repetía angustiada.

— ¿Qué sabes madre?

— Soy humana o lo fui... — les contó lo que le habían hecho — alguien nos delato con Manuel y por eso transfirió nuestras mentes a estos cuerpos, y nos programó, como a algunos de los que viajaron a Super Tierra... es todo tan retorcido.

— Todo irá bien mama, ahora que tenemos el control de este lugar, buscaré como ayudarles, además de mi familia.

La mujer miró al hombre muerto en el piso, pensó un rato antes de hablar.

— Yo veré si tu madre y tu padre todavía están vivos, puedo hacerlo más rápido, tú debes preocuparte solo de la capa de ozono.

— Gracias mamá, ahora iré a ver que se lleven a todos a la nave, allá podremos ayudarlos de mejor forma.

Cuando el científico se fue, Marian le contó toda lo que ocultó a Tomás.

— Así que Milenko era el padre de Alberto.

— Él nos traicionó y fue la mano derecha de ese loco, me dijo que lo hizo para salvarlo, y ahora que descubrió que Manuel quería destruirnos si no nos íbamos para que no restauráramos el ambiente, se le enfrentó, su último deseo fue que no dijera nada de esto a Alberto. También creo que será lo mejor ¿Te imaginas el cargo de conciencia que tendrá por su padre? Eso no fue su culpa, pero tú sabes como es.

— Todo por un egocéntrico, entiendo, guardaré el secreto.

Cuando Tomás murió el lugar donde estaba la nave ya era un gran vergel, muchos le decían el Jardín del Edén.

Marian y los demás robots con mente humana de a poco se fueron alejando de la atención pública, ya sus hijos y nietos habían muerto hacía mucho, fueron a la cima de una montaña, donde nadie podía llegar por lo inhóspito.

Mientras en el planeta, luego de 100 generaciones, la vida era como en el siglo XX, de nuevo los humanos empezaron a luchar entre ellos, esto sucedía una y otra vez, así destruyeron varias veces su civilización, volviendo a reconstruirla casi desde cero.

Ese era el momento cuando los robots con alma humana los ayudaban de forma anónima, hasta que tuvieron una noticia muy buena para ellos, con los milenios que pasaron lograron desentrañar cómo funcionaba la máquina que usaron para trasladar sus mentes a esos cuerpos metálicos.

— Pero nuestros cuerpos desaparecieron hace mucho.

— No digo que volvamos a nuestros cuerpos Elba, sino a alguno de quienes sufren muerte cerebral, así podremos volver a tener una vida normal ¿Están de acuerdo?

Durante centurias los infiltrados fueron transformándose en humanos normales, pero antes les borraba la memoria, así lograban llevar una vida normal, amando, teniendo hijos y muriendo, cuando Marian fue la última sobreviviente desmanteló la máquina.



#2539 en Ciencia ficción

En el texto hay: miedo, angustia, esperanza

Editado: 10.03.2021

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