Las semanas fueron transcurriendo y aquella nueva familia que se me había impuesto resultó ser exactamente lo que yo necesitaba para crecer.
Atrás quedaba esa debutante de 19 años que consideraba que las normas sociales eran lo más importante del mundo y se moría por ser aceptada. Estaba segura de que nadie de mi antigua vida sería capaz de reconocerme. Mi nueva actitud ante la vida, las habilidades que había adquirido y mi actual aspecto formaban un conjunto que jamás habría podido predecir. Me costaba reconocer dos cosas en voz alta: por un lado agradecía que mi madre nos hubiera obligado a ayudar en las tareas de la casa, puesto que gracias a eso ahora podía ayudar en la cocina, aunque solo participara en la creación del menú o en trocear alimentos y conocía las tareas que se debían realizar en el castillo. Por otro lado, le había cogido el gusta a la lucha cuerpo a cuerpo. Con respecto a esto último, yo no deje de ser consciente en ningún momento de lo poco femenino de la actividad, pero era tan placentera, y la verdad, se me daba de maravilla. Además, estaba convencida de que a Deimon le encantaba observarme mientras entrenaba, puesto que en más de una ocasión lo había descubierto haciéndolo.
-¿A- a dónde vas?- Preguntó John una tarde al verme salir de casa con una libreta y una caja de pinturas.
-Voy a dibujar. Antes de llegar aquí era lo que más me gustaba hacer... ¿quieres acompañarme?
-Yo... yo no sé pintar.- dijo alzando los hombros.
-¿Y qué te parece si yo te enseño?- Tan rápido como dije aquello el salió corriendo a por una libreta y a ponerse el abrigo.
-¿Pa-paramos aquí?- Llevábamos casi media hora caminando, yo quería encontrar el lugar perfecto, y al parecer John no tenía tanta paciencia.
-Cuando conocí a French me habló de los paisajes de su hogar, de las bellas montañas, de los ríos, de las cascadas... tenía tantas ganas de pintarlos...- dije en un suspiro.
-¿Tú- tú quieres a French?- preguntó inocente.
-¿Por qué preguntas eso?- dije nerviosa. Aquella pregunta me había pillado por sorpresa.
-Tú- tú lo conocías y-y Deimon dijo que tú eras su-su querida... osea que-que le querías ¿no?
-A veces tú hermano habla sin saber... - Dije sin responder su pregunta.- ¿qué te parece si comenzamos a trabajar?- dije sentándome sobre una roca.
Pronto aquello se convirtió en una afición, en ocasiones el frío nos impedía estar más de media hora quietos, pero pronto descubrí que siendo la señora de la casa todo estaba a mi disposición. Y sin consultar a nadie, adecué una de las habitaciones del ala de los niños como mi propio estudio de arte. No me fue difícil hacerme con un par de caballetes, lienzos y oleos. Por lo visto, alguna de las señoras MacMin había disfrutado también de este pasatiempo y había material de sobra.
Normalmente no pensaba, simplemente dejaba que mi mano actuara libremente. Mis pensamientos más íntimos guiaban mis movimientos, en poco tiempo ya había dibujado mi antiguo hogar en un par de ocasiones, unas cuantas escenas campestres protagonizadas por mi familia, y a algunos de mis hermanos haciendo las tareas que más les gustaban.
El arte llenaba las horas que hasta el momento habían sido ocupadas por la cocina, en más de una ocasión Mary tuvo que venir a avisarme de que ya era la hora de la cena, que la reunión había empezado sin mí, o que me había saltado el entrenamiento. No es que yo lo hiciera a propósito, pero cuando pintaba no existía ni el tiempo ni el espacio.
.......
Habían transcurrido casi cinco meses desde que pisé por primera vez el castillo y gracias a Dios dentro de poco podríamos salir de él. Los meses que habíamos pasado recluidos en este no habían sido para nada desagradables, pero al final uno se cansa de no poder salir y alejarse de todo si le apetece. Sólo quedaban un par de semanas y la nieve comenzaría a derretirse.
Aquella mañana decidí ir a mi estudio privado y "secreto", pero de camino a este pasé por la habitación de John y lo encontré demasiado alterado.
-John cariño, ¿qué te ocurre?- El cuarto parecía una leonera. El suelo estaba casi oculto por la cantidad de papeles, ropa y juguetes que lo cubrían.
-Nnnna-na nnna-da. – Respondió al tiempo que se cruzaba de brazos. Desde que conocía a John pocas veces lo había visto nervioso o enfadado, pero cuando lo estaba siempre le costaba hablar mucho más de lo habitual.
-Ven – dije sentándome sobre la cama e indicándole con la mano que se sentara junto a mí.- Ahora cierra los ojos y respira tranquilo.- Le dije una vez estuvo a mi lado. Aquello es lo que hacía yo cuando creía que iba a estallar por algo que Camille hubiera hecho o al sentir que me asfixiaba. Una vez éste pareció más calmado volví a preguntarle.- ¿Qué ha sucedido?
-Tú qui-quieres a French.- Dijo volviendo a agobiarse.
-¿Por qué dices eso? - pregunte sorprendida.- Ya hemos hablado de esto John, yo estoy casada con Deimon, y sí, quiero a French, pero ahora es como mi hermano. – Intenté explicarle.- Pero ¿por qué piensas eso?
-No- no se... Deimon ha es-estado nervio-nervioso, mu-muy nervioso estos días y- y yo pensaba que a-alomejor era por-porque quieres a French- Dijo como si aquella fuera la respuesta más obvia.
-No creo que Deimon se ponga nervioso por eso. Además- añadí intentando quitarle peso al asunto.- French no está aquí.
-Ya, pe-pero ve-vendrá en poco y-y yo sé que De-Deimon no-no pa-parece co-contento. Él si-siempre estaba con-contento cuando Fre-French venía.
-¿Cómo que vendrá en poco? – Dije sorprendida.
-Deimon me-me dijo ayer que-que French ve-vendría pro-pronto, pe-pero que vo-vosotros os i-ibais.- ¡Por eso Deimon me había pedido que me fuera con él a visitar los clanes vecinos ! No quería que me encontrara con French. Las ilusiones que había ido creando sobre los sentimientos que mi marido me profesaba fueron cayendo una a una. Él no me había invitado a acompañarlo porque deseara estar conmigo, únicamente no confiaba en mí. Necesitaba mantenerme alejado de su hermano y la escusa había sido que quería tenerme a su lado ¡Pues no me iba a tener!