Mientras Laura seguía las escasas pistas que dejaba El Eco, se encontró con un patrón perturbador. Cada víctima había recibido una nota antes de su muerte, una nota que hablaba del silencio y la oscuridad que acechaba en las sombras. Pero cada vez que Laura creía estar cerca de descubrir la identidad del asesino, la pista parecía desvanecerse entre sus dedos, como si el propio Eco estuviera burlándose de ella.
Con el tiempo agotándose y la ciudad al borde del pánico, Laura se vio obligada a enfrentar sus propios demonios mientras luchaba por mantenerse un paso adelante del asesino. Pero cuanto más profundizaba en la mente retorcida del Eco, más se daba cuenta de que había más en juego de lo que nunca había imaginado.