El Efecto Haylee x Baylee

El incidente

diciembre 24, 2017
Moscú, Rusia

Hernan Ravenson se había propuesto algo desde finales del año anterior; con sus doce uvas prometió dar lo mejor de sí para ser un mejor padre, con ambas hijas. Él sabía que quizás no había sido tan bueno con alguna de ellas, que quizás le dio de más a una y que eso podría haber afectado a la otra, aunque ella no lo demostrara.
Este año en especial le sorprendía ver a sus dos hijas tan unidas, es decir, después de lo ocurrido con su esposa, la señora Anastasia Ravenson, no creyó que su pequeña Baylee volvería a sonreír de la manera en la que lo hacía, pero seguro que la presencia de Haylee era de mucha ayuda; su hija menor, la segunda en nacer, se había ganado el cariño de Anastasia, quién a pesar de no ser su hija, la quiso como a una desde el día uno; y Haylee le pagó el favor, eso estaba claro. Ahora ella era quien cuidaba de Baylee, quien por las noches tenía pesadillas sobre lo ocurrido con su madre, aun nadie se explicaba lo que había ocurrido. Y es que a pesar de que la policía dijo eso, nadie se había creído ese cuento llamado accidente automovilístico.
Pero a estas alturas, el señor Ravenson había dejado de buscar responsables, Haylee se lo había suplicado, más bien se lo habría gritado una noche mientras Baylee dormía en el cuarto que ocupaba su madre cada que se sentía mal, las migrañas de la señora Ravenson siempre iban de mal en peor. Esa noche, mientras Baylee lloraba abrazada a la almohada que le pertenecía a su madre, su padre se alcoholizaba en el estudio donde pasaba muchas noches realizando análisis sobre los casos clínicos que llegaban a su hospital; y una Haylee muy molesta irrumpía en el espacio de su padre para decirle unas cuantas cosas que quizás le hicieron entrar en razón, a pesar de estar perdido en el alcohol;
—¡Es enserio que seguirás así! ¡¿Jodiendo todo a tu alrededor?! —Haylee no era de hablar con malas palabras, a menos que algo le molestará en verdad, y es que desde que llegó a vivir a esa casa su lenguaje se vio limitado cuando se dio cuenta de que su hermana mayor no las decía ni por error. Pero ahora su hermana estaba deprimida en el cuarto de su madre y su padre estaba demasiado ebrio como para decirle algo.
—¿Qué es lo que hago? —Hernan apenas si pudo articular esas cinco palabras, intentó ponerse de pie, pero inmediatamente cayó a su silla nuevamente, Haylee le miraba atónita mientras se acercaba a él para arrebatarle la botella de alcohol que yacía en sus manos. La ebriedad de Hernan no le permitía tener la fuerza suficiente para negarse u oponerse a darle la botella a su hija. Una hija que estaba comenzado a cargar con el peso de una responsabilidad que no era la suya.
—¿Quieres saber qué es lo que estás haciendo, papito lindo? Pues bien, te lo diré. —Haylee arrojó con gran fuerza la botella de whisky, o vodka no estaba segura de qué bebida era, al suelo. Fue tanta la fuerza que ejerció sobre dicho acto que la botella se quebró en mil pedazos, muy diminutos y que pudieron haberse introducido en sus ojos de no haber sido porque se cubrió con ambos brazos. Su padre miraba atónito lo que había hecho, no sabía porque su hija se estaba comportando de esa manera, o quizás si lo sabía, solo que lo ignoraba, porque eso era lo que se le daba muy bien en las últimas semanas; ignorar lo que ocurría a su alrededor; Hernan había comenzado a centrarse en su dolor, tanto que dejó de ser consciente de que tenía dos hijas a las que debía de cuidar, y que una de ellas acababa de perder a su madre, por lo que seguramente estaba igual o aún más triste y destrozada que él.
Regresando a su escena con su hija menor, Haylee le miró y con tono molesto y señalando la botella hecha añicos en el suelo le dijo;
—Eso, eso es lo que estás haciendo. Nos estás quebrando, estás quebrando a Baylee... —Hizo una pausa, una muy breve en la que medio sonrió con coraje, como si de pronto algo se hubiera colado en su mente, un recuerdo quizás, y mientras tocaba su cabello de manera frentica le soltó; —Estás jodiendo a esta familia tal como lo hiciste con mamá y conmigo. —Los errores de Hernan aún no habían sido olvidados, ¿y cómo hacerlo si Haylee lo recordaba tan claramente? La rubia se acercó a su padre, colocó ambas manos sobre su escritorio, sobre todas esas hojas con datos médicos y miró fijamente a su padre; mientras buscaba las palabras correctas, imaginó lo diferente que hubiera sido si hace diez años hubiera tenido el coraje necesario para enfrentarse a él. Quizás ahora todo sería diferente, y quizás la muerte de Anastasia no le estaría afectado a ella, es más ¿habría ocurrido? —Escúchame, Hernan Ravenson, podrás ser muy mi padre, pero si te atreves a joder también a esta familia, como lo hiciste con la mía, no me quedaré quieta, haré lo que sea para que Baylee pase por lo que yo pasé. Así que decide; te corriges por tu cuenta, o me encargo de alejarte de Baylee para que no sea testigo de todas tus estupideces. No lo pienses tanto, que no creo que a Baylee le quede tiempo; el pensamiento suicida tras la muerte de un padre llega uno o dos días después de la perdida, te lo digo por experiencia y mira que ella ha sido fuerte, pero no te confíes.
Y sin más que decir, la joven Ravenson salió del estudio de su padre y se dirigió a la que era la habitación de Anastasia; nunca había estado ahí, pero tampoco le importaba mucho irrumpir si era por su hermana, quien ahora necesitaba de alguien.
A Hernan no le tomó mucho tiempo darse cuenta de lo que había estado haciendo los últimos días. Al día siguiente se dio cuenta de lo que había ocurrido en su estudio y por sorprendente que le pareciera, recordaba cada una de las palabras de Haylee, una muy molesta Haylee que esa misma mañana mientras recogía el desastre que había hecho para que su padre recapacitara, lucía preciosa con aquel vestido rosa que Anastasia había confeccionado para ella, con esos tacones altos blancos que Baylee le regaló en el cumpleaños pasado, su cabellera rubia muy bien peinada en una coleta que no dejaba ningún cabello suelto, lo que permitía a Haylee lucir esos pendientes que Hernan le había regalado a Elizabeth, la madre de Haylee, no pudo evitar sonreír mientras se acercaba a ella
—Te pareces demasiado a tu madre. —Dijo sin pensarlo, y entonces Haylee tuvo que tragarse todo lo que quería decir con respecto a ese comentario; aún seguía molesta por todo lo que su padre estaba haciendo.
—Prepare el desayuno, date un baño antes de ir a donde Baylee, apestas a alcohol. —Y sin más salió del estudio.
A Hernan le dolía la indiferencia de Haylee y la entendía, claro que lo hacía, pero no podía con la idea de que su hija lo odiara, aun menos podía con la idea de que Haylee podía quitarle también a Baylee; suficiente tuvo con soportar el rechazo de Haylee que estaba seguro de que no podría soportar el de Baylee, y menos por las mismas circunstancias. Así que esa mañana, Hernan subió a darse esa ducha, se arregló como mejor pudo y bajo a desayunar con sus hijas, luego de ello, les sugirió tomar una terapia familiar; Haylee habría dicho que fue una gran idea, pero ella no era de reconocer los logros de su padre, no en voz alta, claro.
Por ello, y por tantas cosas es que esta navidad era especial para ellas, para todos en la familia Ravenson; y es que, aunque no convivieran con el resto de los Ravenson o con los miembros de las familias maternas tanto de Baylee como de Haylee, por obvias razones claro, no significaba que las celebraciones fueran menos divertidas y emotivas.
Este era su año, su primer año sin Anastasia, pero por Haylee y por Baylee demostraría que todo ese tiempo en terapia había resultado.
Hernan había ido a comprar los regalos de navidad, había convencido a Haylee de ir; a ella no le gustaba tener que elegir sus regalos, le gustaba más la idea de que resultara sorpresa mientras los abría, sin embargo, a Baylee le encantaba esa idea, y a Haylee le gustaba ver a su hermana feliz.
Hernan también había tomado precauciones desde que su esposa murió en aquel ataque que seguramente iba para él; después de ello pidió que sus hijas viajaran en un auto cada una aparte, y siempre detrás de él, así que, esa navidad habrían de ir en autos separados, y quizás, solo quizás Hernan estuvo feliz por esa decisión.
El paso por la carretera se había visto bloqueado desde temprano, el tráfico en esas fechas era horrible, pero ni Baylee, ni Hernan querían atravesar el bosque; este era un gran atajo para la familia, ya que los lleva directamente a casa, pero los recuerdos de hacía apenas un año para Hernan eran dolorosos, y sabía que ningún tipo de terapia podría arreglarlo.
—Señor, llegaremos tarde a su reunión. ¿seguro de que no quiere tomar el atajo? —Los chicos encargados de llevar a cada miembro de la familia sabía muy bien que en caso de alguna emergencia debían de tomar el atajo, pero de no ser necesario debía de evitarlo lo más que pudieran. Sin embargo, la reunión con el que sería el nuevo director del hospital de Hernan era muy importante; y aunque ya tuvieran todo el papeleo en orden, para Hernan era vital esa reunión; más porque el nuevo director había pedido la mano de Haylee en matrimonio, debido a eso, Hernan debía de dejarle claro bastantes cosas. Así que, con todo el miedo del mundo, tomo la opción del atajo, y para desagracia suya sus hijas fueron detrás de él. Resulta que por el miedo que sentía en el pecho, no recordó decirle nada a los otros empleados, razón por la cual decidieron seguirle el paso, siempre a una distancia razonable.
No pasó mucho tiempo de haberse adentrado en el bosque, cuando Hernan diviso un auto acercarse a ellos, no logró diferenciarlo, el miedo seguía fuertemente en él y es que quizás sus mente le estaba jugando una mala pasada; pero entonces Samuel, su chofer, se encargó de acelerar lo más que pudo para poder llegar a la otra carretera, solo quizás podrían deshacerse de la persona que estaba dentro del auto; pero al parecer, la persona que conducía el otro vehículo conocía a la perfección el bosque, ya que en un instante desapareció de la vista de Samuel, dejó de estar detrás de ellos y fueron solo segundos en los que Hernan pudo respirar tranquilo, porque cuando menos lo pensó, el auto estaba frente a ellos; agradeció infinitamente que Samuel frenó a tiempo, para luego maldecir por ello mismo; quizás hubiera sido más rápido una muerte por el choque.
—¿Se encuentra bien, señor? —Samuel se giró a ver a Hernan quien estaba mirando al frente, esperando a por la persona que estaba en el auto de enfrente. Solo asintió para asegurarle a Samuel de que estaba bien y que le había escuchado. —Bien, intentaré sacarlo de aquí, no se preocupe. —Quiso gritarle en ese momento que estaba preocupado y que la situación en la que se encontraba no era para no preocuparse, pero se quedó callado mirando al frente, esperando. Sin embargo, mientras samuel intentaba salir de ahí, un auto más se paró delante de ellos.
“Y los lobos atacaron a la Bestia, todos lo rodearon y comenzaron a morderlo, quizás querían probar su carne. Supongo que debieron de haberlo hecho, debieron de haberlo matado, solo así Bella habría sido libre de ese monstruo.”
La voz de su pequeña se hizo presente mientras comenzaba a verse rodeado, no de una gran manada de lobos, pero sí de dos autos que seguro ocultaban a un gran grupo de personas que querían hacerle daño. En ese momento, agradecía de que sus hijas no lo hubieran seguido, porque él aun no lo recordaba, pero las instrucciones de que siguieran en la carretera no habían llegado a los autos de sus hijas.
Escuchó un golpe en su ventana, luego otro en la ventana de su chofer, resulta que estaban buscando la manera de entrar, pero Hernan había protegido bastante bien sus autos. O eso creía; hasta una de las personas que estaba fuera abrió la puerta del auto, como si nada, y sacó a Samuel; como si tuviera una llave maestra y la fuerza suficiente para sostener a Samuel de esa manera; de una manera que parecía tan sencilla, casi como arrojar una servilleta al suelo.
—Sal de ahí, Hernan Ravenson. Como ves, no es difícil abrir la puerta y salir por voluntad propia. —Y entonces se escucharon un par de risas. Una de esas le era familiar.
—Anda, sal, Hernan. —Y ahí estaba esa voz.
En ese instante, todo su mundo se detuvo y la sangre abandonó su cuerpo… ¿era posible eso? O ¿enserio era real?
 




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