El Egocentrista

Llegó el Bachillerato

Faltaban tres días para la ceremonia del bachillerato, en lo cual Claudia, Rina y Brígida se empeñaron en querer ver a sus hijos vestidos de una misma forma. Los chicos desde luego se negaron en un principio, pero ante la insistencia de sus madres terminaron accediendo, siempre y cuando fueran ellos los que decidieran en el atuendo.

—A estas señoras se les ocurre cada cosa —musitó indignado Henri.

—Pues sí. Lo malo es que a Marck le encanta el luto —indicó Louis.

Se encontraban solo ellos dos esperando a Marck en la sala de su casa, que estaba en una reunión de trabajo junto a Eduardo. Debían de ponerse de acuerdo para el atuendo.

—Es cierto, a este casi solo le gusta vestirse de negro —haciendo una mueca—, yo no quiero ir tal cual fuera a un funeral.

—No, ni yo tampoco, pero da la casualidad de que él de alguna forma u otra se sale siempre con la suya.

—Pues sí. Tiene suerte el condenado —al decirlo se rio.

—¿Qué te pasa?

—Me estaba riendo al acordarme, cuando nos dieron el reconocimiento al mejor trabajo monográfico.

—¿Y?

—No viste las caras de Victoria y Alondra, estaban fúricas por las felicitaciones. Desde que, Marck ya no les puso mente no soportan que lo adulen.

—Así parece.

—Oe, yo quería preguntarte algo.

—Dime.

—Pues…

Las puertas se abrieron apareciendo los Chamorro, los cuales saludaron al entrar, Marck les hizo señas a sus amigos que le siguiesen a su cuarto, así los tres subieron la acaracolada escalera, hasta el tercer piso. Estando en el cuarto, los dos visitantes se tumbaron en uno de los sofás, en tanto, Marck se adentró al baño. El joven se cambió los atuendos de oficina para ponerse más cómodo, extrajo de un pequeño armario adjunto al baño una camiseta color blanco y short negro, tomó de un estantillo unas sandalias para quedar hasta de los pies despejado. Después se sentó en un sillón frente a sus amigos.

—Bueno… ¿qué me dicen?

—Estamos aquí por lo de la ropa —inquirió Louis.

—Pues yo opino…

—Color negro, tela en hilo o algodón 100% —corearon.

—Bueno, ya conocen mis gustos.

—Marck yo no quiero ir a mi bachillerato luciendo como que voy a un funeral —alegó Henri.

—Pues no precisamente, pero bien, ese es mi gusto. Digan ustedes que proponen.

—¿Y si vamos todo de blanco?

—A mí no me gusta la idea —dijo Louis con mal gesto.

—Pues yo no lo escucho tan mal, es neutro el color —señaló Marck—, eso es lo que me gusta del color, por eso blanco y negro.

—Que tal pantalón negro y camisa celeste cielo.

—Uy no…. —haciendo una mueca Henri.

Durante horas discutieron el asunto, hasta que llegaron al acuerdo que lo harían de la forma tradicional, pantalón, saco, zapatillas y corbata de color rojo semi oscuro y camisa blanca, también eligieron de un mismo corte, caída, marca y textura para evitar más el debate que parecía no acabar.

❉❉❉❉

Los tres jóvenes entraron al centro comercial, ya en la sección masculina tomaron las camisas, camisetas, camisolas, corbatas y pantalones, después pasaron por el área de calzado, tomaron un par de zapatillas. Después llegaron a caja, mientras esperaban factura, aparecieron Victoria, Martina y Ximena, las cuales entraban a la tienda sonriendo, sin embargo, a Viki se le borró aquella alegría del rostro al vislumbrar a Marck. Sus amigas advirtieron aquel cambio, con la vista buscaron el por qué y sin problemas el motivo, Ximena se alegró internamente al ver a Louis.

—Ya se me echó a perder la tarde —refunfuñó Victoria.

—No seas loca, Viki, no te sigas amargando la vida por él —indicó Martina.

—Está bien, vamos.

Las jóvenes avanzaron, tanto Viki y Martina no voltearon a ver a los chicos, pero Ximena no pudo evitar pasar saludando a Louis, quien al verla sonrió. Se dieron un saludo de buenos amigos, pero sus ojos brillaban al verse, ambos grupos observaron aquella escena.

—¿De compras? —inquirió el muchacho.

—Sí… al igual que tú.

—¡Oh! Sí —observando las bolsas que traía consigo.

Se veían fijamente, pero se percataron de los muchos ojos que les observaban. El único que no lo hacía era Marck, él se encontraba ya en posición de pago en la caja, en tanto la chica que atendía le coqueteaba, sin embargo, a ninguna de las dos cosas el joven le prestó atención, no era asunto suyo lo de Louis y la chica no le llamaba la atención.

—Bueno, hasta luego —dijo ella sonriendo.

—Hasta luego.

—Adiós, chicos —refirió para no verse poco cortés—. Henri… Marck.

Henri solo movió la cabeza, en tanto le hacía un guiño a su amigo el cual se puso un poco colorado, pero intentó disimularlo.




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