— ¿Te has vuelto loco? —Susurró Reggie al oído de Axel.
—No.
—Es más grande.
—Lo sé.
—Es más fuerte.
—Lo sé.
—Es mucho más grande.
— ¡Lo sé!
— ¿Te has vuelto loco?
Axel la miró.
—Siempre nos molesta Reg. Hoy dejará de hacerlo —dijo Axel antes de empezar a caminar hacia su rival.
Los amigos de Bylu formaron un círculo en cuyo centro se encontraban Reggie, Axel y su oponente. La chica se negaba a alejarse. Axel intercambió con ella una mirada rápida pero cargada de información: Reggie no quería dejarlo enfrentarse solo a Bylu, pero al mismo tiempo se daba cuenta de que ya no había otra opción.
—Vete Reggie —dijo Axel. Ella le dirigió una última mirada y retrocedió colocándose en la misma línea que los amigos de Bylu. No se iría.
—De ninguna manera —dijo Bylu, entendiendo que Reggie intentaba abandonar el lugar—. No la dejen ir —ordenó a sus amigos—. Si este cobarde intenta escapar su amiguita peleará por él.
Dos de los amigos del matón sostuvieron a Reggie, quien no opuso resistencia y mantuvo la mirada fija en Axel.
— Déjala ir Bylu. La pelea es conmigo, no con ella.
—Si no intentas escapar no le sucederá nada. Luego podrá llevarte con alguien para que te cure. Si es que queda algo para curar claro.
Axel no tuvo opción. Hubiera preferido que Reggie estuviera lejos, ya que no sabía si Bylu era capaz de lastimar a su amiga, pero al mismo tiempo se sentía más seguro con ella ahí. Durante toda su vida habían superado las dificultades juntos. Lo mismo harían en esta ocasión.
A pesar de todo, Axel sentía que estaba haciendo lo correcto. Hacía años que Bylu los molestaba y este momento parecía tan bueno como cualquier otro para ponerle fin a eso.
Axel se colocó frente a Bylu y ambos empezaron a moverse, manteniendo las distancias. Ninguno de los dos atacó hasta que, luego de unos segundos, Bylu hizo un intento de sujetar a Axel.
Sin embargo, Axel era pequeño y, por más que eso era una gran desventaja en muchos sentidos, también lo hacía muy ágil y escurridizo. Evitó con facilidad el agarre de su oponente agachándose un poco y moviéndose hacía un costado. La misma acción se repitió dos veces más y a Axel se le ocurrió una idea: si continuaba haciendo esto, Bylu terminaría por cansarse y él podría aprovechar para efectuar un ataque.
Bylu volvió a intentar lo mismo en varias oportunidades sin éxito. Axel era muy rápido para él.
— ¿Vas a pelear o correrás todo el tiempo? —preguntó el matón. Axel notó que su táctica estaba dando resultado. Bylu se mostraba agitado y aprovechaba las palabras para descansar un poco.
— ¿Qué pasa Bylu? ¿Ya te cansaste? —Se burló Axel. Mientras continuara moviéndose podría obligar a su rival a hacer lo mismo y, de esa manera, evitar darle tiempo para recuperar el aire. Bylu lanzó un golpe, pero sus movimientos eran cada vez más lentos y al chico le resultaba fácil esquivarlo.
Axel amagó un golpe para probar los reflejos de su oponente. Bylu retrocedió de forma torpe y quedó desequilibrado, pero Axel no continuó el ataque. Si su oponente lograba sujetarlo tendría una clara ventaja debido al tamaño. Por el momento lo mejor era mantener la distancia.
En un principio Axel no creía tener posibilidades de ganar. Pero ahora se sentía confiado. Incluso empezó a disfrutar de la pelea. Le resultaba fascinante estudiar los movimientos de su rival y sentir la adrenalina cada vez que lo esquivaba por escasos centímetros. A pesar de ser la primera pelea de su vida no lo estaba haciendo mal. Si continuaba con su estrategia ganaría. Sólo era cuestión de tiempo.
Bylu empezaba a mostrarse muy frustrado. Sin duda no haber podido destrozar aún a un niño que pesaba veinte kilos menos que él estaba hiriendo su orgullo. Quizás fue por eso que arremetió con su implacable fuerza y su escasa velocidad contra Axel. Esté esquivó los ataques sin problemas moviéndose de un lado a otro.
Sin embargo, hubo algo que el chico falló en darse cuenta. Durante la pelea se habían trasladado de la zona donde se hallaban y habían llegado a un lugar empedrado, fuera del camino. Al retroceder ante el último ataque de Bylu, Axel tropezó con una piedra cayendo de espaldas al piso. Por suerte la caída no fue muy fuerte, pero su rival venía con tanto impulso que no pudo detenerse y cayó sobre él. Al final Axel había sido atrapado, no por la fuerza ni la habilidad de su oponente, sino por una tonta piedra.
Aprovechó que Bylu había sido tan sorprendido por la caída como él e intentó levantarse. Lo logró, pero también lo hizo su rival quedando tan cerca que pudo sujetarlo por el cuello y apresarlo contra el tronco de un árbol.
Editado: 28.02.2019