Todo quedó en silencio, salvo por el crepitar de la hoguera y las ramas de los árboles moviéndose con la brisa de la noche. Un solitario conejo se había echado en el borde del claro y parecía disfrutar de la escena.
— ¿Q…qué…? —Axel no encontraba palabras. ¿Reggie conocía a Larth?
—Tranquilo Axel. No es lo que piensas —intentó tranquilizarlo su amiga mientras se acercaba a él.
—Te puedo asegurar que no lo es —terció Larth entre risas.
— ¡Tú cállate! —ordenó Reggie con una dura mirada.
—Solo confirmaba tu punto.
— ¡Cállate!
Axel estaba atónito. Aún le dolía la cabeza de su enfrentamiento con Bylu y también sentía una fuerte puntada en las costillas, fruto de alguna de las caídas de la pelea actual. En su interior quería pensar que era todo un malentendido, pero estaba seguro de que ninguna explicación le resultaría suficiente. Se sentía traicionado por su amiga. Se había arriesgado por salvarla y recibido más golpes en un día que en toda su vida.
Reggie estaba confabulada con el secuestrador. No había otra explicación. Larth se había detenido cuando la chica se lo ordenó. Además, ni siquiera había estado atada como Axel había creído.
Sin embargo, no se le ocurría una razón para que su amiga fingiera su propio secuestro, haciéndolo pasar por tantos peligros. Si había sido una broma, era de muy mal gusto y había superado los límites de la propia Reggie por mucho.
—Siéntate Axel. Te aseguro que hay una explicación para todo —Reggie le señaló una roca junto al fuego, justo enfrente de donde estaba sentado Larth.
—No quiero sentarme —gritó Axel recobrando el habla. Estaba furioso—. ¿Qué es todo esto? ¿Una broma? ¿Sabes todo lo que pase para llegar hasta aquí? ¿Lo sabes?
— ¡Sí! Solo deja que te explique…
— ¿Quién es él? —Interrumpió Axel mirando a Reggie—. ¿Quién demonios eres? —Esta vez la pregunta fue dirigida a Larth.
—Soy Larth. Pertenezco a la vigesimoquinta generación de Guardianes de la Historia.
Axel parpadeó.
— ¿Quién es él? —Preguntó una vez más a Reggie.
—Alguien que precisaba hablar contigo —dijo Reggie con voz calmada. Parecía tener miedo de que Axel empezara a gritar de nuevo y trataba de tranquilizarlo—. Escucha, se lo que te debe parecer todo esto. Pero nunca había visto a Larth hasta esta tarde —al ver que Axel la iba a interrumpir añadió—. ¡Y te aseguro que no tuve nada que ver en el secuestro! Me tomó por sorpresa al igual que a ti.
— ¿Cómo es que te liberaste? ¿Por qué se detuvo cuando tú se lo ordenaste? —Axel tenía mil preguntas en la mente, pero por más extraña que resultara la situación necesitaba formular primero las relacionadas con la participación de su amiga. Quería confiar en ella una vez más.
—Bueno, quizás en la última parte si participé un poco… ¡Pero por una buena razón! —Agregó al ver que a Axel no le habían agradado sus palabras—. Sabía que no corrías peligro desde antes que llegaras.
— ¿No tienen hambre? —Larth interrumpió la conversación al tiempo que sacaba un trozo de carne asada de la hoguera—. Es de lagarto.
Los chicos lo ignoraron.
—Tú sabes que nunca te haría daño, Axel. Piensa en todo lo que hemos pasado juntos —Reggie lo miró a los ojos—. Confía en mí. Hay una explicación para todo lo que sucedió desde tu pelea con Bylu. Tal vez habría sido mejor que sucediera de otra forma, pero creo que cuando Larth te explique sus razones podrás entender, al menos, porque tenía que fingir estar atada cuando notamos que te estabas acercando.
Axel no podía desconfiar de su amiga. Si decía que existía una razón para todo, por más inverosímil que pareciera, debería creer en sus palabras.
—Así que me escucharon —dijo en un tono más tranquilo, dando a entender que aceptaba el pedido de confianza de la chica—. Estaba seguro de que había sido silencioso.
—Pues no lo fuiste —dijo Reggie entre risas—. Hacías tanto ruido que me sorprende que los guardias no vinieran a investigar.
—Y no solo eso. También pensabas en tono muy alto —Larth una vez más interrumpía la conversación con una acotación que no tenía sentido para un Axel que, si bien estaba dispuesto a confiar en Reggie, no podía hacer lo mismo con el misterioso extraño.
—Eres un tipo muy raro, ¿Lo sabías?
Larth se encogió de hombros.
—Lo normal está sobrevalorado —Y dicho esto le dio un mordisco a un pedazo de carne de lagarto—. ¿Seguros que no quieren? ¡Esta deliciosa!
Axel nunca había probado carne de lagarto, y no pensaba hacerlo ahora. El único que parecía entender menos que él, era el pequeño conejo que ahora comía pasto con las orejas levantadas. Aún así, al animal no debía sentirse tan tonto como Axel lo hacía en esos momentos.
Editado: 28.02.2019