Nunca me había gustado venir al cementerio. Aqui estaba la tumba familiar.
Los Raven, fundadores del pueblo. Era ridiculo que mi apellido fuera igual. Lo consideraba muy trillado. Pero Daniel, lo apreciaba bastante.
Según Daniel, parte de su familia se había mudado aquí desde Alemania, por problemas políticos desde hace casi 120 años. Nadie sabía esto. Sólo le dieron la oportunidad a una familia adinerada pues Ravenville pertenecía a Forbesville en un inicio. Y la familia Raven los libró de ello.
Generación tras generación el poder politico se le dió a esta familia. Pero Daniel, aunque no lo admitía quería regresar a Múnich. Él había nacido allá pero su padre decidió traerlo aqui.
Pasando por todas las tumbas y las capillas, me ponía a pensar que yo jamás habia estado aquí realmente. Ni siquiera cuando el padre de Daniel murió y eso que el no estaba enterrado aquí. Daniel se negó al igual que la abuela, asi que el abuelo Edmund se quedó en Múnich.
Jamás en mis cinco sentidos imaginé que entraría aquí en estas circunstancias.
Vagué por el lugar unos minutos, leyendo los nombres que se hallaban en las tumbas. Algunas estaban muy descuidadas. Era claro que nadie había venido en mucho tiempo.
Y en el fondo, lleno de flores frescas, lilas en su mayoría, se hallaban juntas las tres lápidas.
Por primera vez en mucho tiempo, lloré. Lloré de verdad. Los tres nombres grabados en letras doradas y con una foto de ellos:
Dëni Raven
⭐11 de Octubre de 1997
➕4 de Junio de 2015
"Hija, hermana y amiga querida"
Nathan James Weber
⭐15 de Noviembre de 1997
➕4 de Junio de 2015
"Siempre te recordaremos"
María Vanessa Rodríguez
⭐4 de Junio de 1997
➕4 de Junio de 2015
"Hija excepcional"
Me senté cuidadosamente en el pasto. Acaricie la fría piedra con la que estaban hechas. ¿Por qué ellos?
Todos me consideraban un milagro viviente pero la verdad yo no me consideraba de esa forma, ni siquiera afortunada. Y aún asi fue un golpe de suerte que el salir volando por la ventana, me hubiera salvado la vida.
Las flores desprendían un maravilloso aroma. Era claro que habían sido cambiadas recientemente.
-Por favor perdónenme.
Mi voz se ahogó en un terrible llanto. Lo había contenido durante mucho. Y era mi culpa. Me había negado a llorar. Sentía que era una hipocresía de mi parte.
Pero ahora, pensándolo detenidamente, me di cuenta de que no habia razón para ello. Merecía llorar, merecía sufrir, sacarlo todo, sacarlo porque me estaba consumiendo lentamente y no podía aguantarlo más.
Era mi hermana, mi mejor amiga y probablemente el amor de mi vida.
Ahora me arrepentia por nunca haber sido franca con mis sentimientos. Por no haber sido una buena hermana y cuidar a Dëni como se lo había prometido. Y por no ser una buena amiga y dejar que Vanessa se sintiera menos a nuestro lado.
Tendría que cargar con eso el resto de mi vida.
Sentí los brazos de Daniel alrededor de mi. Reconocería ese olor en cualquier parte. Menta.
-Esta bien, llora hija, lo necesitas.
-Es mi culpa- dije entre sollozos- Por mi culpa están muertos papá.
Daniel se sentó a mi lado y tomó mi rostro entre sus manos. Sus ojos brillaban con intensidad. Él no estaba de acuerdo en lo que decía.
-Claro que no y no quiero qu...
-¡Es la verdad!- grité- Yo organizé la estúpida fiesta, fue mi idea y...
Ni siquiera pude terminar de hablar. Si no hubiera hecho fiesta, Vanessa habría pasado a la mayoría de edad sin ningún problema. Y Dëni y Nathan seguirían aquí.
-Fue un accidente. Había lluvia y eso podía ocurrir de cualquier forma. Lo único que debes saber y entender es que ellos no sufrieron demasiado. Según las autopsias murieron al instante. Tu hermana sufría del corazón y éste no lo resistió, y Nath y Vanessa ellos se fueron sin dolor. Lo juro.
Eso me ponia aún peor y...¡Rayos!
Claro que no había sido un accidente. Me aparté de Daniel y me puse de pie ignorando el dolor que aún sentía en mi pierna.
¿Cómo pudiste olvidarlo?
Por lo que entendí nadie había hecho una investigación al respecto. De ser asi me hubieran llenado de preguntas pero no lo hicieron.
La camioneta. La camioneta negra que nos golpeó.
-No fue un accidente- Daniel me miraba como si estuviera loca- Papá, lo recuerdo.
-Alex yo sé que aún estás en negación y lo entiendo.
-Papá no, escuchame. Esa noche una camioneta comenzó a seguirnos. Nos golpeó hasta que nos salimos del camino.
-¿Estás segura de lo que dices?- Daniel no parecía muy convencido.