El verano había acabado y la rutina empezaba de nuevo para mí y para toda la comunidad estudiantil. La mañana comenzó bien. Hacía un calor infernal y no eran ni las ocho.
Me miré en el espejo y no sabía si era correcto ir con un vestido. Mi pierna aún estaba vendada pues además de que se rompiera tenía un inmenso corte y eso conllevó a muchos más días de cuidado, además de que no me gustaba como se veía; todo mi cuerpo tenía marcas de los cortes y golpes que recibí.
Al menos los moretones habían desaparecido por completo. Me di por vencida al final y decidí que no me quedaba otra opción. Vamos mujer, tuviste un accidente.
Con el brazo derecho lastimado era un ligero problema hasta peinarme. John insistió en que debía tomar terapia fisica pues había quedado con unos cuantos estragos, no podía moverlo del todo y leves dolores aparecieron.
Jamás me maquillaba y por fortuna mis mejillas habian cobrado color, pero aún asi me veia esquelética. El día que estuve por ultima vez en el hospital pesaba 50 kilos.
Eran las 7:20 y todavía tenía que desayunar. Me moría de hambre. Nina y Janine estaban orgullosas, jamás comía tanto, al menos desde hace 3 años. En estos momentos podía comerme toda la despensa.
Tomé mi mochila y di un último vistazo. Listo.
Pasé por las habitaciones de las gemelas. Tasha no estaba en la suya. Y Taby, parecía platicar con alguien.
Me asomé con mucho cuidado pues la puerta estaba entreabierta. ¿Qué rayos?
Se encontraba sentada en la orilla de su cama, estaba de espaldas a la puerta, no podía verme. Hablaba sola.
-Ha estado bien pero te extraña mucho. No es lo mismo sin ti.
¿Era una broma verdad? Ella hablaba con...
-Tengo que desayunar Dëni, hablaremos cuando regrese de la escuela.
Dëni. Taby hablaba con Dëni. ¿Por qué ella?
Fui rápidamente hacia las escaleras, ella no podía notar que la había espiado. Aunque tal vez ella podría hablar conmigo, porque al parecer ni Daniel, ni Janine, ni nadie se habían percatado de que las gemelas o al menos Tabitha también estaba afectada.
El olor de hot-cakes recién hechos invadió mi nariz. Mmmm, comida.
Necesitaría energía para soportar el día de hoy. Creo que me hacía una idea de lo que sucedería: muchos saludos, gente "preocupándose" por cómo me encontraba. En fin, toda una bola de hipócritas tratando de quedar bien conmigo.
-Buenos dias- saludé y Taby me abrazó.
Llegó justo después de mí. Acaricié su cabello y nos sentamos junto a papá. Daniel no quitaba sus ojos de mi. Pero no me miraba enojado, ni triste ni nada de eso. Lucía contento, alegre.
Un punto más para mi.
El desayuno transcurrió en total silencio. Nina llenó dos veces mi plato y me dio una bolsa de papel con comida para que no comprara nada en la escuela. Ella detestaba que lo hiciera. No dije nada al respecto. Me agradó el gesto.
-Iré contigo Alex- dijo Daniel mientras picaba un poco de fruta- Necesito hablar con Newman y Lucinda.
-Papá estaré bien, creo que puedo hacer esto sola- torció el gesto- Pero si eso quieres de acuerdo.
Le brindé mi sonrisa de diez y no dijo nada más.
Miré el reloj y ya eran 7:45. Di las gracias y subí a lavar mis dientes. Debia irme ya pues quedaba un largo camino a la escuela y Daniel, bueno él manejaba considerablemente lento.
Respiré profundamente y salí del cuarto. Mi plan no era precisamente este, pues quería llevar tranquilo todo.
La puerta de la habitación estaba sin llave. Al entrar no vi nada, todo estaba oscuro, palpé la pared para encontrar el interruptor de la luz. Cuando lo encontré, mi ánimo cayó 100° bajo 0.
La cama, los muebles, la ropa, todo estaba cubierto con bolsas de plástico. Pero la escencia aun se conservaba. Las fotos seguían ahi, los recortes de las universidades. Dëni no se había ido.
Sin darme cuenta una lagrima corrió por mi mejilla. Los recuerdos me invadieron por completo.
Las piyamadas que habían tenido lugar aqui, cambios de look y sesiones fotográficas. Todo. Todo eso no se iría nunca. Era lo único que me ayudaría a recordar que Dëni había sido la mejor hermana del mundo. La cual me aceptó sin temor alguno, sin saber quién era o de dónde provenía.
-¡Alexia se hace tarde!- gritó Daniel.
-¡Ya voy!
Limpié mi cara para que no notaran que estuve llorando y apagué la luz. Era suficiente.
En todo el camino me concentré de nuevo. ¿Qué haría hoy? ¡Ah si...Fingir! Hasta mi subconsciente lo sabía mejor que yo.
Las clases empezaban en 10 minutos y Daniel iba manejando muy deprisa. Él también tenía trabajo y sí era tarde, pues era culpa suya. Yo le dije que podía hacer todo sola.
Al llegar a la escuela me quedé petrificada. Mi respiración se agitó e incluso estaba más fria. Ok, este no era lo que imaginé.