El Emperador de la Galaxia

Parte 2

— Si solo fuera ver los papeles de la casa que quiere comprar — susurró Rosa desconfiada — con que te los envié por email bastaría.

— ¿Quieres verme feliz? Él es mi felicidad ¿Te harías cargo de la oficina? Por favor — le tomó las manos y puso cara de tristeza.

— Eres muy inocente... me haré cargo de todo, pero si algo malo pasa, lo que sea, vuelve enseguida.

A pesar de la inseguridad de su amiga, a Alicia se le hacía como un cuento de hadas, era el hombre perfecto, al año justo de conocerse se casaron. Rosa fue la madrina de bodas, y uno de los socios de Manuel, el padrino; ya que ambos novios no tenían familia que los acompañarán.

— Al menos no tendrás que soportar una suegra — bromeó la morena.

— Que mala eres, amiga ja ja ja.

— No te parece extraño que no tenga a nadie de su familia en este día — Rosa miró al novio de reojo.

— Eran solo sus padres y él, y ellos murieron en un accidente, además, yo tampoco invite a mi familia.

— En tu caso todos sabemos porque... sabes que tienes mi apoyo en todo, cualquiera que fuera tu decisión. No porque esta todo listo, tienes que casarte si tienes dudas.

— Gracias amiga, pero no tengo ninguna duda.

Luego de la luna de miel el novio siguió comportándose como un caballero, era un amor en todos los sentidos. Como Manuel tenía muchas empresas, lo que le había dado una pequeña fortuna personal, se cambiaron a su casa, ella siguió dirigiendo su negocio, pero solo iba tres veces a la semana, supervisaba a los otros abogados, y se hacía cargo de su hogar.

Un año después Alicia amaneció con nauseas, feliz fue al médico, que le confirmó que estaba embarazada, cuando se lo dijo a su esposo, éste saltaba de felicidad, desde entonces la trató como si fuera de cristal.

— Debes cuidarte para que no te pase nada malo ni a nuestro bebé.

— Por levantar una blusa que se me cayó al suelo, no me pasará nada.

— Si estoy aquí pídeme ayuda.

— ¿Todavía no quieres saber qué es?

— No. Me gusta la sorpresa.

Cuando el bebé nació, era una niña preciosa, rubia como la madre, y de ojos turquesa como el padre, la vida de la mujer se volvió perfecta, con los años empezó a ir a su empresa en ocasiones contadas, no quería dejar de tener sus ingresos, aunque nada le faltaba, lo que a veces causaba fricciones con su esposo.

— ¿Por qué no dejas de trabajar? Te compró tu empresa.

— No quiero dejar mi independencia.

— ¿Tienes miedo que te deje? — la miró como tratando de leer sus pensamientos.

— No es eso... sé que nunca lo harás... es que luche tanto para tener mi carrera, que quiero seguir trabajando, aunque sea un poco, no quiero dejar de desarrollarme profesionalmente.

Cada cierto tiempo tenían esa conversación, pero Alicia nunca dejó su bufete, seis meses después que su única hija cumplió doce años, un par de mujeres golpearon la puerta de su casa, una tenía el cabello celestino y ojos verdes; la otra pelo verde, y ojos azules, su ropa era de colores brillantes, ajustadas.

— ¿En qué las puedo ayudar? — las miraba desconfiada, que rara manera de vestir pensó.

— Buscamos a Don Manuel, necesitamos hablar con él enseguida. Es urgente...

— Él es mi esposo. Llega en media hora.

— Entiendo, lo esperaremos... — quiso entrar a la casa, pero Alicia se interpuso en el camino.

— Vuelvan en una hora — cerró rápidamente, corrió al teléfono fijo y trato de contactarse con su marido, pero no pudo — contesta... rápido... tal vez sean delincuentes... mejor me comunicó con la policía.

En esa indecisión se cumplió el momento en que su esposo debía volver, cuando entró Alicia estaba muy asustada.

— Esas mujeres que están en ese jeep — apuntó a la acera de enfrente — preguntaron por ti, querían entrar... ¿Las conoces? — su voz demostraba su nerviosismo.

— Claro que si, pero no pensé verlas otra vez en mi vida... — su expresión era de asombro, no de miedo.

— ¿Quiénes son? — la mujer no podía imaginarse que estaba pasando.

Justo en ese momento las dos féminas golpearon a la puerta de nuevo, el hombre les abrió ansioso.

— Vorian, Natira ¿Qué hacen aquí?

— Mi Señor — hicieron una discreta reverencia — lo necesitamos.

Alicia quería hacer muchas preguntas: ¿Por qué le dijeron "Mi Señor"? ¿Quiénes son? Iba a hacerlas, pero no tuvo tiempo de nada.

— Vamos a tomar un café, allá podremos conversar más tranquilos, vamos en mi vehículo— se volvió a su esposa — querida, cuando vuelva te cuento todo, no es nada malo, al menos eso espero — le dio un beso se subió al jeep y se fueron sin darle tiempo a la mujer de decir una palabra.

Tres horas más tarde, cuando llegó su hija de la escuela, venía acompañada de dos hombres, uno de pelo violeta, y el otro celestino, sus ojos no se veían, ya que ambos tenían lentes oscuros.

— ¿Quiénes son ustedes? — la madre miró asustada a los varones que traían a la pre adolescente en medio de ellos.

— Mi Señora — hicieron una reverencia — escoltamos a Lady Armony a su domicilio, estaremos afuera cuidando el lugar de cualquier peligro, si necesita algo... — recibieron la puerta en la cara.

La mujer estaba aterrada.

"Llamaré a la policía".

En ese momento recibió un llamado de su esposo

— Cariño, sé que llegaron dos personas con nuestra hija, por favor no te asustes, no hagas nada, solo déjalos afuera.

— Justo iba a llamar a la policía.

— No llames a nadie... no digas nada de lo que ha pasado, sé que esto es raro, pero todo tiene explicación, aunque no muy corriente.

— ¿Tiene que ver con las tipas que se fueron contigo?

— Te explicaré todo, solo ten algo de paciencia.

Las horas que el hombre demoró en llegar, la mujer estuvo paseándose de un lugar a otro.

— ¿Cómo estás? — Manuel la besó para tranquilizarla — hija ¿Puedes dejarme hablar solo con mamá? Luego tendremos que hablar nosotros.



#684 en Ciencia ficción

En el texto hay: desesperacion, muerte

Editado: 05.04.2024

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.