Nota para una mejor lectura: En el idioma japonés la "h", muda para nosotros, se lee con el sonido de "J" por lo que la pronunciación correcta de "Hisae" es "Jisae".
“Las mariposas bailan al compás de las nubes y la sangre se derrama al azar, sólo una es escogida por el destino, sólo las verdaderas se encontrarán para cantar, la oscuridad tiene el mango del poder, mientras que las flores se abren en la colina de cal.”
Existe un Templo de la Sanación que se encuentra junto a un parque resguardado como sagrado. Un sitio en que puedes encontrar un compañero de vida. Seres con los que tu espíritu se encuentra unido de algún modo inexplicable, casi como una extensión de tu ser. Animales que nacen y mueren al mismo tiempo que uno.
No todas las criaturas tienen uno, sin embargo, algunos sí… y como por cada mundo hay al menos tres mundos paralelos… A pesar de no haber un compañero de vida por cada criatura existente, siguen siendo muchos.
Un día, en este lejano lugar una pequeña can, observa con pesar como el cuerpo de su hermana desaparece en luces de colores que se elevan al cielo. Su espíritu se había desvanecido… igual que el de sus otras hermanas que también murieron.
—Esto me preocupa, ha muerto casi toda la camada en pocos días... Significa que... —Dice una gran Osa, al tiempo que mira a la pequeña que aún sobrevive;
quien tímida y temblorosa baja las orejas, asustada: ¿también morirá? ¿Y no harán nada?
Un grupo de personas con túnicas se alejan del parque tras dejar diferentes alimentos en variados recipientes… Y la cachorra de lobo observa alrededor, pensativa. Sus hermanas han muerto por una razón desconocida y todo parece indicar que la siguiente es ella. Si sus muertes son porque el compañero de vida murió… la única forma de salvarse sería, salvar a su compañera espiritual.
—Debo irme.
—¿Cómo? —Pregunta un animalillo que cuelga de un árbol.
—No puedes irte, existen muchos peligros en los alrededores del bosque, por eso la gente del templo nos cuida. —Explica una lechuza con ojos tan brillantes como faroles.
—¿Y esperar mi muerte? ¡Tengo que encontrar a mi compañero o compañera antes de que la quieran matar y salvarme yo misma! —Grita antes de correr desesperada, dejando a todos sus amigos preocupados y a los otros, extrañados por la huida de la última cachorra blanca de la camada.
—Me pregunto si pensó que su compañero puede no estar en nuestra dimensión... —comenta un pequeño erizo antes de volver a ser un ovillo.
La pequeña can, luego de recorrer varios kilómetros y cruzar un río dejó de correr, no sabía realmente qué camino tomar, pero, sí sabía que el bosque estaba lleno de demonios, indígenas y seres temibles. Cuando el sol comenzaba a esconderse la pequeña se escondió en el hueco de un viejo y seco árbol donde, acurrucada se puso a pensar y pensar en cómo podría hacer para encontrar a ese ser que estaba unido a su espíritu del que no sabe nada.
JULIO- 1992
El auto del matrimonio Kai Andrade se detiene en lo alto de un cerro y los mellizos Oni y Hisae se pelean por asomarse a ver por la ventana la gran cruz que se alza frente a ellos. Si no fuera porque el asiento de bebé de la pequeña Yuu se encuentra ubicado junto a la otra puerta, los mellizos no harían tanto ruido.
—Niños, dejen de discutir, ya llegamos y podrán ver todo. —Regaña Liliana.
Al ser el país natal de su madre, cada cierto tiempo la familia viaja a Chile para visitar a los abuelos y conocer poco a poco las bellezas del lugar, aunque sus niños poco han de recordar puesto que los mayores tienen apenas cinco años.
Habiendo llegado al puerto de San Antonio, la mujer insistió en que debían conocer el atractivo Mirador Cristo de Maipo, donde encuentran una imponente escultura de Jesús crucificado. Desde ahí tienen una vista de toda la tranquila ciudad Puerto, y los niños corren para observar mejor la estatua, vigilados por mamá en tanto Yuu queda en manos de su padre -Kazuo- quien se ha sentado en una banca de cemento.
Oni y Hisae son muy parecidos físicamente, el mismo color de cabellos, tamaño, nariz y labios rosados. Pero, su personalidad y gustos son otra cosa. Mientras Oni analiza la estatua que se encuentra mirando la ciudad, Hisae la imita y observa el ancho del río, la casas y plazas que se ven y el puente que cruzaron desde la casa de veraneo que arrendaron.
—Mira mamá. Por allí pasamos hace poco. —Dice acercándose al borde del mirador.
—No te alejes tanto —Indica ella, preocupada por la ausencia de cercas o barandas que eviten un accidente.
—¿Por qué hay un hombre colgado de las manos? —Pregunta Oni, curioso por la extraña imagen en exposición.
—Ese es Jesús, el hijo de Dios. ¿Recuerdas que tu abuela te habló de él? —La mujer responde contenta, ya que por su crianza es muy cristiana y desea transmitir aquellas creencias a sus hijos.
En tanto Oni escucha como la madre le cuenta sobre la escultura y las otras que podrán apreciar al bajar el cerro caminando hasta llegar a una gruta, donde podrían ver a una virgen bien adornada…. Hisae decide explorar obligando a su padre a ponerse en pie y seguirla. Aunque atrasa un poco los pasos al dudar en si llevar a la bebé en sus brazos o si dejarla con su esposa e hijo. Hace esto último.
Editado: 06.04.2021