—¿Qué fue lo que paso? —pregunta el hombre robusto con uniforme de policía posicionado al frente del joven chico.
El joven sentado frente en la mesa metálica mira sus manos viendo la sangre seca que cubre la mayor parte de ellas.
—Niño…
—Solo fui capaz de… Yo no pude… —intenta decir el joven.
—Debe tranquilizarse. —pide el hombre uniformado.
Aquel policía llevaba horas trabajando y lo único que le interesaba en ese momento era irse a su cómoda cama y descansar más de sus acostumbradas cinco horas.
La persona sobre la silla alzo la mirada hacia su rostro antes de soltar:
—Él había perdido la cabeza.
Él policía frente al chico abrió la pequeña libreta sobre la mesa antes de tomar un bolígrafo y empezar a tomar nota.
—¿Él quien? —pregunta.
A lo lejos el chico logra escuchar como el resto de oficiales hablan entre ellos comenzando a teorizar sobre lo sucedido en la mansión. Escucharlos decir tantas estupideces le hizo sentir lastima, no sabían que lo sucedido era peor que cualquier otra cosa.
—Ellos no saben de lo que son capaz. —dice el joven refiriéndose a los oficiales tras la puerta.
—¿De lo que son capaz quienes? —pregunta hastiado él oficial.
El trueno acompañado de la repentina tormenta hace sonreír en grande al chico provocando que el oficial frunza el ceño.
—Ellos ya están aquí. —suelta.
—¿Quie…?
—¡Llegaron! —grita poniéndose de pie.
El oficial también lo hace llevando una de sus manos al cinturón donde tiene su arma.
—Siéntese…
El chico se da la vuelta ignorándolo por completo, aparta la silla y la mesa provocando que el oficial comience a exigir cosas que no se molesta en escuchar. Cuando todo esta lo suficiente apartado de la puerta y un último trueno suena él joven chico arregla su ropa y se posiciona a tres pasos lejos de la puerta.
Segundos después más de un grito suena en el pasillo y aquella puerta se abre dando la entrada a dos figuras oscuras. Una alta y otra un poco más baja que la primera.
—Mi señor. —el chico hace una reverencia ante la figura alta.
Él oficial observa la escena anonadado mientras el miedo lo invade.
—Mi señora. —repite la acción el chico con la segunda figura.
—¿Quiénes son ustedes? —pregunta el oficial con falsa seguridad.
—Cierre la boca. —le advierte él chico.
—Esto es una sala de inte…
El oficial en cuestión de segundos cae al suelo inconsciente y una sonrisa torcida se forma en los labios del chico.
—Buen trabajo. —alaga la mujer. —Estoy orgullosa de ti.
El chico internamente se emociona.
—Estas listo. —habla él hombre. —Ya puedes formar parte de esto.
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Editado: 17.01.2022