Tres meses después...
Hoy estuve todo el día en la empresa, hace mucho tiempo que no trabajaba como lo hice. Al parecer todo el mundo quiere comprar "Anderson's Clothes", y por supuesto yo no voy a permitirlo.
No estuve más de dos años manejando la empresa para que luego un don nadie venga y me la quite.
Salgo de la empresa y me meto en la limusina. Gracias a Dios conseguí a alguien que pueda manejar esta cosa, porque yo odio hacerlo.
Mientras Liam, mi nuevo chofer, conduce, yo voy mirando por la ventana cuando una cabellera castaña hace que ponga mi atención en ella.
"Malena..."
—Liam, pará el auto al lado de esa señorita que va caminando allá.—le ordeno. Él frena y Malena mira la limusina asustada.
Bajo la ventanilla y cuando me ve parece calmarse un poco. Le pongo una de mis sonrisas y ella frunce el ceño.
—Señor Anderson, qué sorpresa.
—Señorita Rodríguez, ¿quiere que la llevemos?.—le ofrezco "amablemente", bueno, a mi manera de ser amable. Y con eso me refiero a que sonó más como una orden que a una pregunta.
Ella duda al principio pero luego asiente. Liam baja para abrirle la puerta y se lo agradece.
—¿A dónde va, señorita?.— le pregunta Liam a Malena una vez que arranca la limusina.
—A mi casa.— responde tímida y le da la dirección.
—Malena, hace cuatro meses estás trabajando conmigo y quiero que me tutees.— le digo sacando el tema que siempre me pone de malhumor. Tanta formalidad de su parte no la tolero pero ella siempre hace caso omiso a lo que le digo.
—No puedo. Porque por más que haya trabajado con usted cuatro meses, sigue siendo mi jefe.— me dice obvia.
—No lo soy cuando estamos fuera de la empresa.— le sonrío y ella también a mí.
Conquistarla está siendo más difícil de lo que creí, y ya pasaron tres meses de la vez que tuve esa reunión con mi familia.
Desde ese momento, no se volvió a hablar más del tema, con mis hermanos hicimos de cuenta que nada pasó. Aunque los rumores vuelan y la familia de Valerie se enteró que ella está muerta y que todo este tiempo estuvo en un cementerio pero no saben quién lo pagaba o quién fue el responsable de enterrarla. Todavía están buscando justicia y mucho más ahora que ellos saben que fue asesinada.
Ese día pasó de todo. Esa charla, mi cumpleaños... Sí, a pesar del enojo, mi hermanito me lo festejó.
Hizo una fiesta muy típica de él. Contrató gente que fue disfrazada de superhéroes, ¡superhéroes!. ¿Por qué? No tengo idea, pero él fue disfrazado de Capitán América porque dice que tiene el culo de Chris Evans, aunque Malena y Andrea le dijeron como mil veces que no era así.
Mi secretaria también fue a mi festejo pero no me dio mucha bola, se la pasó con Andrea hablando de "cosas de chicas", según ellas.
Todo fue muy raro, la pasé bien pero fue raro.
—Jefe, ¿le puedo hacer una pregunta?.—Malena me saca de mis pensamientos. La miro y asiento.—¿Por qué es amable conmigo? Solamente soy una chica más del montón, una más de su empresa.— dice intrigada.
Esa pregunta me tomó por sorpresa, aunque ella tiene razón, la estuve tratando demasiado bien los últimos meses. Pero todo es parte del plan, por eso la llevé a comer, le regalé joyas, le di ropa nueva, todo lo que cualquier chica querría. Por eso, todas las personas que trabajan para mí están asombradas, más las mujeres, ellas están celosas de Malena.
No puedo culparlas, estar conmigo es una bendición y Malena está desaprovechando todo lo que le doy. Es como si no le interesara nada de eso y ¡es estresante!.
—No soy amable con vos solo, lo hago con todo el mundo. No te sientas especial.— le digo indiferente.
—No me siento especial, solamente que me parece raro, aparte no creo que le regale ropa de más de dos mil pesos a cualquier mujer de su empresa.— dice cruzándose de brazos.
La miro y quiero besarla. Ella tiene algo que las demás no y eso me atrae, si tan sólo pudiera conquistarla para que se enamore de mí y así podríamos... ¡No!
Alejo todos esos pensamientos de mi cabeza y me doy cuenta de que ya llegamos a su casa. Es un hotel de tres estrellas. ¡Tres estrellas!
—¿En serio vivís acá?.— pregunto frunciendo el ceño y señalando el edificio desastroso. Está abandonado por fuera y pareciera que en cualquier momento se cae a pedazos, pero creo que ella no lo ve así porque me mira indignada y después rueda los ojos.
Le agradece a Liam por traerla y se baja de la limu. A mí debería agradecerme, yo la dejé subir acá.
Le digo a Liam que espere y me bajo con ella. La sigo hasta llegar a la puerta y después se da vuelta para mirarme.
—No lo entiendo.—me dice malhumorada.—Un segundo se comporta amablemente conmigo y al otro ya es de vuelta el señor Anderson, el jefe arrogante y maleducado con sus empleados y con cualquier persona fuera de su círculo social. Usted algo quiere de mí, pero lamento informarle que sea lo que sea, no lo va a conseguir.
Me quedo estático pensando muy bien en mis palabras y cuando ella se dio la vuelta para irse, la detuve.
—Malena, no soy una persona amable, no soy el tipo caballeroso que a veces me sale ser con vos, no suelo regalarle ropa y joyas a cualquier chica. Y yo estoy haciendo mi mayor esfuerzo para poder agradarte, ser algo más que tu jefe, pero no es fácil. No sos fácil.— digo cansado de todo. Ella niega con la cabeza y ríe sarcásticamente.
—¿Algo más que mi jefe? No entiendo qué es lo que dice y tampoco entiendo por qué lo hace.— dice frunciendo el ceño.
—Porque me agradas y pienso que podríamos ser amigos.— le digo seguro de mi respuesta.
Si tan sólo supiera la verdad de por qué estoy haciendo todo esto...
—Tengo que entrar.—dice sorprendida por mi respuesta.—Lo veo en el trabajo, señor Anderson.
Yo sonrío y niego con la cabeza. Esta chica no va a cambiar nunca.
—Te veo en el trabajo, Malena.— me acerco y le doy un beso en la comisura de sus labios. Ella se sobresalta y se mete dentro del edificio.