El Espejo de Cristal.

9: Los Sidefire.

Era sorprendente y mágico el cambio de ambiente al llegar a la casa de Azure, como si un extracto de la corte primavera fuera arrancado y rodeado del clima de la corte de invierno. Ahí no había nieve, solo césped verde, tierra, flores de todo tipo de color que Caelina nunca había visto, y aunque el clima se sentía fresco, no era suficiente para congelar. 

Algunos conejos saltaban por todo el claro, y los ciervos bebían agua de un manantial. Una cabaña estaba colocada al otro lado del río, cruzando un pequeño puente de madera. Siguió a Azure de cerca y ambas entraron al hermoso hogar. 

Estaba decorado con plantas, flores, todo hecho de madera. Cortinas hechas a mano con dibujos, al igual que manteles de encaje que cubrían mesas. Unas escaleras de troncos daban a un segundo piso. 

—Solo está mi habitación allá arriba —explicó Azure—, siéntente como en casa, toma asiento.

Caelina se sentó en un sillón mullido con base de madera y cojines de plumas. Bastante cómodo para dormir en él, la casa era muy hermosa, pero dudó que fuera digna de alguien de la realeza. Y es que Azure era una princesa, hacía tiempo que había escuchado que los reyes de la corte de invierno decidieron alejar a su hija del palacio y la llevaron a una parte del bosque; Nylee, Tylee y Kylee habían hecho un excelente trabajo ocultándola, pues de no haber sido por la guía de Azure, Caelina se habría perdido en cuestión de segundos. Azure parecía totalmente una hija del invierno por su aspecto, incluso Caelina llegó a preguntarse si tendría poderes como ella, pero no podía preguntarle así de repente. La joven regresó con una taza humeante y se la hizo pasar, cuando la tomó vio que un nombre estaba grabado en ella en letras azules: Tylee.  

—No creo que a Tylee le guste saber que tomé en su taza. 

Azure hizo un ademán con la mano restándole importancia mientras se sentaba en el sofá frente a ella.

—No dejes que te molesten, solo no les gustan los extraños. 

—Tiene sentido, por usted. 

—Preferiría que no fueras tan formal —dijo Azure—, solo soy una chica normal.

—Que tiene bajo su poder todo una corte —insistió—. Perdona, pero es que jamás imaginé conocer a alguien tan importante. 

—Y yo jamás imaginé conocer a alguien ajeno al claro —admitió. 

—Oh, lo siento, debe ser una vida muy solitaria. 

—Tengo a mis tías, así que por esa parte no estoy tan sola. Pero, siempre quise tener amigas. 

—Raven y yo somos mejores amigas, deberías conocerla... 

Se interrumpió. Era agradable hablar con Azure, pero estaba perdiendo su tiempo de búsqueda, debería estar con Nylee, Tylee y Kylee intentando encontrar cualquier señal de su paradero, aunque estuvieran peleando todo el camino. Pero no podía dejar a Azure sola. 

Sus sentidos la alertaron de un ruido proveniente de afuera, eran pasos y voces que susurraban. Azure estaba por levantarse e ir a abrir, pero fue detenida por Caelina. 

—No, iré yo. 

—Pero...

No dejó que Azure protestara, la dejó donde estaba y se puso de pie buscando un arma que sirviera bien. No podía exponer su poder frente a ella, ni ser muy violenta. Divisó un palo de madera no muy pesado, pero suficiente para darles un buen golpe y dejarlos desmayados. Se encaminó valientemente a la puerta y esperó a que estuvieran cerca. 

—Caelina —llamó Azure—, espera...

Hizo caso omiso y abrió la puerta, al primero al que vio fue a un chico de cabello negro y bien vestido que mostraba una sonrisa encantadora. No se detuvo a analizarlo bien, y bajó el palo con todas sus fuerzas directo a la cabeza; el chico gritó y retrocedió adolorido, no había sido suficiente, debía darle con más fuerza. Lo habría logrado, de no ser porque Azure la detuvo. 

El segundo chico le arrebató la vara antes de ir a ver cómo se encontraba su compañero que parecía recuperarse. 

—Caelina, te pedí que te detuvieras.

—¡Entraron en el claro! 

—Lo hicieron porque los conozco —Azure suspiró—, el chico al que acabas de golpear es mi hermano, el príncipe Daegan Sidefire. 

Caelina palideció. Daegan volteó a verlas sostenido con ayuda de su compañero.

—Tienes buen brazo —dijo él. 

De regreso a al interior, Caelina no dijo ninguna palabra, aún así se sentía la mirada del príncipe sobre ella. Trató de beber su té en calma aunque era imposible de ignorar. Su paciencia se le acabó y volteó a verlo. 

—Por cuarta vez, le pido disculpas por haberlo confundido con un ladrón. 

—¿Ya te dije que tienes unos ojos hermosos?

—Solo mencionó lo de mi buen brazo. 

—El golpe debió afectarle en la cabeza —dijo Garrett Nightlocke, el acompañante del príncipe. Un joven noble, serio y tranquilo. Llevaba un traje elegante que daba a notar su posición, y el cabello castaño claro peinado hacia atrás, sus ojos era lo que Caelina temía, tenían un color café normal, pero era la forma en que la veía lo que la incomodaba. Aunque con Azure era totalmente distinto, suave y, podría decirlo, con amor. 




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