Al abrir los ojos, Raven se encontró con la oscuridad de su habitación y una tenue luz entrando por su ventana. No había llegado hasta allí por su propia cuenta, estaba segura de que aquello no era un sueño, sino un recuerdo. Se incorporó mirando a todos lados en busca de Sawyer, pero este no apareció, quizás se había quedado dormida en la sala y él la llevó hasta su cama o tal vez fueron los sirvientes. Estaba segura de que la plática fue agradable al igual que la lectura, su voz era suave mientras contaba la historia del libro y en el ambiente no existía tensión ni miedo, solo la calidez de una buena compañía y sentimientos mutuos.
O podría ser que solo fueran los sentimientos de ella, por algo debió enviarla a su habitación mientras dormía, quizás solo se había confundido por su amabilidad. No pudo evitar sentir una decepción internamente, una parte de ella quería que no fuera así, pero por un segundo en su mente cruzó aquel momento en que lo había besado, tal vez se molestó por haber hecho eso. Tal vez tendría que disculparse por su atrevimiento.
Apartó las mantas, el vestido estaba arrugado y solo le habían quitado los zapatos. Afuera comenzó una tormenta de nieve que impedía la vista, y se acumulaba en el marco de la ventana. Raven se levantó tocando el suelo helado con sus pies, fue hasta la puerta y la abrió. En el pasillo aún estaban algunas velas encendidas que iluminaban el camino. Ella salió guardando silencio, no tenía una idea clara de si Sawyer seguiría despierto o no.
Bajó las escaleras, pero se detuvo cuando escuchó una voz. Se agachó aunque por su mente cruzó la idea de que tal vez era Lexi o Alfie, observando entre las paredes de algún lugar, pero el tono era de alguien adulto, importante y educado. Se acercó más al barandal para poder distinguir lo que hablaban.
—No estás en posición de negarte, Sawyer —dijo la mujer de voz educada.
—Ya he dicho que no estoy dispuesto al asesinato —respondió la voz de Sawyer.
Raven se tensó. ¿De qué asesinato hablaban?
—Solo son dos jovencitas sin importancia.
—Dudo que sean sin importancia si tanto quieres matarlas.
—Está bien, solo elimina a una, nadie notará su ausencia.
Sawyer tardó en responder lo que pareció una eternidad para Raven.
—¿Quién es?
—Caelina Sparrow.
Raven tuvo que cubrirse los labios con una mano para no gritar, le pareció escuchar que Sawyer también emitía un ruido con la garganta, esperó que la desconocida no lo haya notado.
—¿La conoces? —preguntó la misma persona.
—No, pero, ¿Qué tiene ella para que desees verla muerta?
Escuchó pasos, la mujer se movía por el salón, observando cada detalle de las pinturas rasgadas y los muebles sucios.
—Tengo la teoría de que es una de las elegidas de Luna.
—¿Qué le hace pensar en eso?
—Tiene habilidades mágicas como Ebony. El cristal.
Raven reprimió las ganas de salir de su escondite y gritarle a esa mujer que estaba equivocada. Que aquello era improbable, Caelina no podía ser una de las elegidas de Luna, eso era un mito de hace miles de años.
—¿A qué se refiere exactamente con "el cristal"? —inquirió.
—Ebony controla rayos, Caelina puede convertir lo que sea en cristal, además de crear cosas con ese material. Lo vi Sawyer, el espejo me lo mostró, incluso puede controlar el poder de este aun cuando no lo tiene. ¿Entiendes por qué hay que terminar con ella?
—Sin embargo, quizás no sepa del todo sus habilidades, no sería ninguna amenaza.
—Sawyer, solo enfócate en seguir las órdenes, si lo haces —hizo una pausa—, te liberaré de la maldición.
El hombre apretó los puños, ni siquiera tuvo que contestar para que ella supiera que podía contar con él. Con esas palabras tenía suficiente para convencerlo, pues era lo que más quería en el mundo. Ser libre.
Raven regresó en silencio por donde vino. Desconocía si aquella mujer decía la verdad o no, tendría que saberlo por ella misma lo más pronto posible. Antes de que Sawyer hiciera algo malo. Sabía que de ser por él desobedecería lo que dijera, sin embargo, también estaba consciente de que aquella mujer tenía una gran autoridad sobre él.
Pero no sobre Raven.
~~
Azure ya se había levantado desde antes de amanecer, era una costumbre que tenía pues tenía que trabajar preparando el desayuno o arreglando la cabaña. Fue a la cocina a buscar lo que prepararía, pero casi dio un grito cuando vio a Caelina sentada en el suelo, sosteniendo la botella de leche casi vacía y con un aspecto de estar ebria. Pero, ¿Quién podía emborracharse con leche?
—¿Estás bien?
—Estaba con un demonio —se lamentó Caelina—, ¿y si estaba durmiendo con su cadáver?
Azure se estremeció a pesar de que no sabía a qué se refería. Se acercó a ella y se puso de cuclillas.
—Fallé Azure, Raven posiblemente ya estaba muerta.
—¿Por qué dices eso?
Caelina dio otro trago a la botella.
—La vi en una visión a través del agua —Azure parpadeó confundida—, estaba con esa bestia, en el suelo. ¿Y si la mató?
—Caelina, no lo sabemos, quizás solo viste mal.
—Esa cosa tenía cuernos en la cabeza, alas horribles, era un demonio.
Azure no estaba segura de que debía decir o hacer. Todo lo que Caelina hablaba era descabellado, pero por alguna razón sonaba sincero. La joven borracha se puso de pie, su expresión había cambiado a una molesta y determinada.
—Iré a enfrentarlo. Tengo que ver si Raven está muerta o no, vengarla si es así.
—¿Tú sola?
—No, iré al pueblo, reuniré hombres.
—Caelina, es muy arriesgado.
—No importa —replicó—, ese demonio tiene que pagar por lo que hizo.
Caminó hacia la puerta, volviéndose para ver a Azure.
—Y si el príncipe regresa, dile por favor, que si sobrevivo iré al baile con él.
Azure estaba por responderle, pero Caelina salió por la puerta llevándose la botella de leche con ella. En ese momento deseó que sus tías estuvieran allí, pero le parecía extraño que tampoco hubieran llegado ya. Solo era una investigación, pero si Caelina tenía razón, quizás ellas ya habrían terminado igual.
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Editado: 28.05.2021