Lynx abre los ojos, tendido en la incómoda cama que quema su espalda todas las noches (tal vez se deba al hecho de estar compuesta de tela sintética de mala calidad o de su marcado disgusto hacia el simple acto de dormir), mira el mismo techo que mira todos los días, y se da cuenta de que siempre es el mismo trozo de acero el que pone final a sus aventuras y desventuras, “increíble el poder que tiene un simple plano horizontal”, piensa mientras se levanta y posa sus pies sobre el helado suelo, camina hacia la cocina y abre la caja donde guarda su comida: pastillas, pequeños trozos molecularmente alterados para suplir lo que sería una comida completa, ingiere dos mientras ve en su ventana al imponente planeta anillado y a la estrella artificial que se alza junto con él, como un dueto cósmico inseparable, y se da cuenta de que actúa como si fuese un día normal, pero no lo es.
Entra en la cámara de limpieza y desinfectado, donde en un abrir y cerrar de ojos las impurezas de su cuerpo desaparecen, se viste con un atuendo negro robusto y una túnica larga con tonos azulados que le llega hasta las rodillas, agarra los últimos planos que ha creado de su escritorio y sale de su morada.
Lynx vive lejos de la ciudad, lo cual constituye un privilegio en una sociedad altamente organizada y eficiente, donde la buena utilización del espacio prioriza sobre la comodidad. A pesar de ello, gracias a la motocicleta eléctrica que conduce a gran velocidad, llega en un instante a la embajada local.
Como esperaba, la ciudad está muy agitada, y las fuerzas de la Alianza Interplanetaria han sido desplegadas a lo largo de las residencias, intentando dar la sensación de seguridad general, pero con una clara formación que indica la prioridad de protección alrededor de la embajada. Lynx se escabulle a través de las personas y las fuerzas armadas, no tiene tiempo para verificaciones ni controles de seguridad, entra a las instalaciones gubernamentales y se acerca a la recepción.
-Bienvenido -dice fríamente Stex, uno de los numerosos recepcionistas de la instalación- No venías hace varios meses, pensé que se te habían acabado las ideas. Espero traigas algo bueno y no nos hagas perder el tiempo, ahora estamos bastante ocupados.
-No te concierne, llévame con el embajador -atina Lynx.
-Claro.
Caminan unos minutos a través del laberinto que estructura los pasillos de la embajada, cruzando en su camino varias puertas fuertemente blindadas, y finalmente llegan a la última habitación, con el gigante nombre grabado en la parte superior de la puerta “EMBAJADOR DRAX SPENCER”, la puerta ornamentalmente titulada se abre al reconocer a Stex con un sensor instalado en su cerrojo.
-Buenos días, embajador -dice Stex- Lynx ha vuelto -acto seguido se retira de la habitación, dando paso a Lynx para entrar.
-¡Hola, Blank! ¡Tanto tiempo! -dice emocionado el embajador- espero traigas algo bueno como compensación a tu ausencia.
-No es mi obligación darte nada, y lo sabes perfectamente -responde Lynx- necesito algo, y tú me lo vas a dar.
-Claro, claro, era solo una broma, tranquilo. Al grano, tengo unos disturbios que manejar.
-Traigo planos de mejora a la seguridad, la identificación química efectuada por sus puertas y sensores se ha quedado obsoleta, dos personas parecidas químicamente pueden abrir una puerta que está programada para abrirse solo ante una. Así que he diseñado un sensor de identificación genética, reconocerá con precisión la distribución del ADN de una persona a 5 metros en cuestión de milisegundos.
-Interesante -Drax responde, confiado- Es un importante añadido a la seguridad de la alianza -agarra los planos con cuidado- los enviaré a que sean estudiados por nuestros científicos en Darktress, pasarán a producción en unas semanas. -dice mientras inserta los planos en una caja de mensajería de primera categoría, que los digitaliza y envía con máxima prioridad. Luego presiona un botón en una pantalla que flota entre él y el muro metálico a su derecha- 500.000 Intens transferidos a tu cuenta, un placer hacer negocios contigo.
-Esta vez no, embajador -aclara Lynx, para la sorpresa de Drax- quiero mi paga en materiales. Dos toneladas de Diasteel, tres de acero, una de cristal fortificado, dos de aislante, una de oro y cinco de conexiones avanzadas, hoy en mi casa, debería bastar.
-La tecnología que traes es innovadora, claro, pero sabes perfectamente lo necesarios de estos materiales, cada tonelada vale más para la Alianza que su precio en el mercado, y sobre todo en la situación actual en la que se ve sumida- reprocha el embajador.
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Editado: 01.09.2019