El Fénix:el nacimiento de una leyenda

Un alma?

Todo es tan oscuro, tengo un silbido en mis oídos, aún no logro entender nada. Abro los ojos pero me empiezan a arder, tal vez por el polvo tan espeso, a dónde quiera que mire no logro distinguir nada solo un viento que arrastra el polvo. Vuelvo a abrir lo ojos pero aparece una enorme luz verde a la lejanía, yo aún en el suelo confundido y sin poder escuchar nada más que un silbido, me inco para frotando mis ojos que no dejan de arder, llevo varios minutos frotando mis ojos, abriendolos de vez en cuando para distinguir algo entre tanta confusión. Cada segundo que paso frotandome los ojos todo se vuelve más confuso siento como tiembla el suelo y me golpea el rostro fuertes brisas.

El silbido desaparece lentamente de mis oídos al igual que el polvo que cubría todo el coliseo. Miro a mi alrededor, en las gradas veo cuerpos mutilados, cadáveres y  gente herida pidiendo ayuda,  acompañada de está cosmocion se escuchan explosiones a la lejanía que hacen temblar el suelo. A donde quiera que mire el escenario es el mismo, ahora además de gritos de agonía y explosiones se escucha lo que parecen disparos, dirigo mi mirada a la arena del coliseo. En medio de la arena está  un hombre enorme con una armadura negra que cubre por completo su cuerpo. Lentamente emanan flamas verdes de toda la armadura, está podría ser la luz verde que veía entre el polvo, a un lado parece que está Daniel con su espada desenfundada y en llamas, con la punta de su espada enterrada en el suelo. Escucho unos pasos acercándose hacia mi de pronto siento un tirón por la espalda que me levanta del suelo, trato de ver quién está sosteniendome en el aire pero no logro verlo a la cara por qué termina lanzándome directo a la arena, azotó contra el negro y tibio suelo con mi cabeza rebotando en el acto, trato de ver quién me lanzó, pero mi mirada se nubla aún no logro comprender que está pasando y me desmayo por unos minutos.

Abro los ojos, sigo en el suelo y lo primero que observo es al hombre capaz de controlar el hielo a voluntad golpendome con su fría mano el rostro, mientras me mira fijamente con una extraña sensación de enojo y preocupación. Nuestras miradas chocaron durante unos segundos antes de que se desvanecerá, dejando un rastro de nieve y copos de nieve en el suelo negro. Miro a mis espaldas levantando la mirada encontrando la mirada con Daniel con una expresión de disgusto en su mirada, me tiende la mano para levantarme y yo tomo su mano de apoyo mientras le preguntó que pasó. El solo me mira fijamente sin decir una solo palabra, pero cuando parecía que diría algo un estruendo lo interrumpe, el sonido es de una explosión frente a mis ojos en las gradas del coliseo, aparece una columna de humo en el lugar se la explosión acompañado del sonido de los escombros cayendo por todos lados. Yo ahora de pie, mareado con un dolor horrible en la cabeza observo a Daniel tomándome de la camisa con su mano izquierda y sintiendo como me golpea en el estómago sacándome el aire y tirándome al suelo de nuevo, trato de levantarme pero el lo impide, miro su espada tirada en suelo, intento tomarla pero me pisa la mano varias veces. No puedo hacer más que quitar la mano y quejarme del dolor, el tomándome de la camisa y arrastrándome con una facilidad impresionante. Me dirije hacia las rejas que vi minutos atrás, las mismas por dónde salieron las bestias que peleaban hacia unos minutos atrás. La abre y me empuja con una patada en el pecho con una fuerza inhumana sacándome el aire de nuevo, ahora tirado en el suelo peleando para respirar y con la mano rota miro a Daniel en la entrada de la reja, el solo saca un cigarrillo de su bolsa antes de cerrarla tras de si mientras dice con una voz molesta.

—Aquí estarás bien, espera a que todo pase.

Lo miro a los ojos sin dejar de luchar para respirar, aún en el suelo veo las piernas de alguien a mi lado, yo inocentemente levanto la mirada para ver a un hombre robusto y con barba espesa, es alguien bastante conocido sonriéndome antes de desenfundada su espada y golpearme con la empuñadura se su espada en la cabeza hasta sangrar. En suelo trato desesperadamente de cubrir mi cabeza, el no deja de lastimarme el cráneo, mi mano rota, además de patearme el estómago. Consigo levantarme de algún modo pero caigo a los pocos pasos al suelo, me arrastró hacia la reja para escapar. E perdido demasiada sangre, mi cuerpo no responde siento la tibia sangre correr por mi rostro sin antes vomitar sangre.

Despierto en una cama vieja y sucia en una habitación oscura iluminada con una pequeña antorcha colgada en uno de los muros, tocó mi adolorida cabeza sintiendo un vendaje en gran parte de mi cabeza, en la pared de enfrente hay un banca bastante grande con un plato viejo de metal con lo que parece comida a un lado de ella está la entrada de la habitación. Escucho algunos chillidos de lo que parece un bebé al otro lado de estos muros de piedra, no solo se escuchan los chillidos se escuchan muchas voces de mujeres y niños al otro lado se la pared. Miro fijamente el plato para ver si puedo distinguir un poco de la comida, intento levantarme pero siento un dolor en el abdomen, me quito de encima las sucias sabanas dejando al descubierto mi abdomen marcado lleno de músculos al igual que el resto se mi cuerpo. Asombrado por lo que veo siento un dolor en el pecho seguido de la desaparición del dolor de mi cabeza. Sigo sin entender lo que le pasó a mi cuerpo, aún con pequeñas molestias intento levantarme. Una pequeña ceniza de la antorcha llama mi atención observo como flota lentamente avanzado al banca donde está la comida, de esa pequeña ceniza se extingue.

Una pequeña y casi invisible flama aparece en la banca, acompañado de más cenizas saliendo de la antorcha formando la silueta de una persona que poco a poco va tomando más forma, qué termina apareciendo una persona algo conocida. Es el hombre con barba que peleó en el coliseo, la misma que creí que me asesinaria.Ahora está sentando en la banca mirándome fijamente con una flama emanando de sus ojos, trato de comprender el como aparecío a partir de las ceniza de una antorcha, el mirándome con una mirada ingenua dirige la mirada al plato que está su lado tomando lo que parece un trozo de pan partiendolo a la mitad y arrojandome uno se los trozos. Atrapo en trozo de pan y lo miro en mis temblorosas manos, aún con el pan en la mano vuelvo a ver al hombre.
Sigue mirandome solo que ahora está comiendo el trozo de pan.



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En el texto hay: sufrimiento, sangre, guerra

Editado: 17.09.2021

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