El fin de los vampiros?

Capítulo 10

Médora

 

Después del desafortunado evento, decidí comenzar a experimentar con más ahínco en los hechizos protectores. No podía afirmar que la piedra hubiera funcionado, pero al menos estaba viva y sin daño. Recordé el hechizo con el que habíamos protegido nuestra huerta y que nos llevó a enfrentarnos a la persecución de nuestros vecinos.

 

Creía tener todos los materiales, pero lo más importante era saber dónde estaban los puntos cardinales. ¿Existirían en este universo? Seguramente sí, ya que mi madre los había tenido en cuenta en sus rituales. Solo necesitaba saber por dónde aparecía el sol.

 

Sonreí ante mis deducciones y tomé nota. Quizá un hechizo similar, pero realizado a mayor escala, podría funcionar para proteger el lugar. Sin embargo, el castillo era muy grande, y además, se encontraba en la cima de una montaña, lo que ya lo hacía inaccesible. Me pregunté por qué el vampiro deseaba aún más protección.

 

Luego de hacer un resumen de aquel encantamiento, regresé a los libros para corroborar las correspondencias mágicas y asegurarme de utilizar los elementos correctos. Dada la imposibilidad de conseguir los mismos objetos que en mi mundo, sabía que era cuestión de intentar y observar los resultados.

 

— Cuánta concentración — habló Erekai desde la puerta haciéndome dar un salto en mi sillón.

 

— H... Ha... Hago lo que me has pedido — aunque tuve miedo levanté mis hombros y de inmediato tomé una postura firme.

 

— Ya veo, ¿y cómo vas? — Preguntó observándome con mucha atención.

 

— Estoy experimentando con los ritos de protección, pero me faltan elementos — expliqué paseando mi mirada por todo lo que había sobre el escritorio para evitar la suya.

 

— Dime lo que necesitas y te lo daré — él se había quedado de brazos cruzados, apoyado hacia un lado en el marco de la puerta.

 

— Quisiera... — observé los pergaminos antiguos, necesitaba la traducción de estos, pero tenía demasiado miedo como para pasar tiempo con él.

 

— No voy a hacerte nada, eres demasiado valiosa en este momento — ante estas palabras supe que Erekai percibía mi temor. Caminó hacia mí, y se sentó tomando uno de los pergaminos. — ¿Deseas que te lo lea o prefieres aprender el idioma antiguo?

 

Si simplemente me lo leía, iba a depender de que continuara leyendo los demás, pero si me enseñaba, llevaría mucho más tiempo, y yo deseaba irme de este lugar. Sin embargo, también intuía que tal vez en esos pergaminos podría estar la fórmula para abrir portales y así escapar de la situación. Claro está, si él lo llegaba a saber...

 

— ¿Sabes cuánto dura la vida de un vampiro? — Preguntó de repente, inclinándose un poco hacia adelante.

 

— ¿Perdón?... No sé...

 

— Podemos vivir eones... — abrí la boca sorprendida por esta información. — Lo que significa que tu vida es efímera al lado de la mía, puedo retenerte aquí hasta que envejezcas y mueras, lo cual para mí será dentro de muy poco, aunque en tu juventud te parezca mucho.

 

— ¿Es decir que no puedes morir?

 

— Claro que puedo morir, pero no envejezco como tú y no soy tan fácil de matar tampoco.

 

— ¿Por qué quieres que proteja este lugar? Ya está suficientemente fortificado.

 

— Este es un lugar poco accesible si lo ves desde el punto de vista humano, pero mágicamente, es fácil entrar aquí, cualquiera puede penetrar en el castillo utilizando sus dones.

 

— ¿Y de qué necesitas protegerte? Todo el mundo te teme.

 

— Tú eres quien me teme, mi querida Médora — dijo con una sonrisa suave en sus labios, volviendo a reclinarse en el asiento. — Pero en el mundo hay muchos avezados que nos odian y por eso mi especie está desapareciendo.

 

— ¿Cómo es que están desapareciendo? Tenía la impresión de que eran muy poderosos.

 

— Esto que ves es lo último que queda de nuestra civilización, ya no hay hembras con las cuales podamos reproducirnos, nuestra genética se perderá inevitablemente, y lo mejor que puedo hacer es resguardar este lugar para sobrevivir aquí el mayor tiempo posible.

 

— Pero si duran eternamente... sería un sufrimiento constante vivir así... — Reflexioné.

 

— Quizás sí, quizás no. En lo que dure mi vida llevaré la mayor cantidad posible de enemigos a la tumba.

 

Me estremecí al pensar en cuántos habría matado y seguiría matando, y yo, al hacer esto, le estaba ayudando a cumplir su propósito. Sacudí nerviosamente la pluma en mi mano antes de responder algo.

 

— Creo que prefiero que me enseñes el idioma — afirmé, pues así podría investigar sobre los portales sin su presencia sobre mí y tal vez huiría de este mundo perverso.

 

— De acuerdo, comenzaré a enseñarte mientras traducimos esto — expresó abriendo el rollo en sus manos.

 

A medida que leía y me daba el significado y la pronunciación de las palabras, también me enseñaba el alfabeto. En realidad, no era un alfabeto convencional, sino un sistema de ideogramas y sílabas. Era una lengua sorprendentemente compleja. Además, el contenido del pergamino resultó ser mucho mayor de lo que inicialmente pensé al verlo. Al mirarlo ignorantemente, creí que se trataba de letras, pero cada una de ellas representaba una palabra o fragmento de palabra.




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