El Final Del Cuento De Hadas

15

Cuando sueñas, es posible encontrar un buen momento, o el final de un cuento.

3 años después 

—Hola guapa—dijo Caleb desde la puerta del jardín 

—Hola mi amor—dije levantándome del asiento en el que me encontraba para acercarme a él y así darle un beso 

—¿Cómo está mi linda novia?—preguntó Caleb abrazándome por la cintura 

—Bien, ¿y tu?—pregunté sonriendo 

—Bien. No siento que estés bien la verdad. ¿Fue por lo de tu cumpleaños?—dijo sentándose en la banca que había en el jardín, para luego hacerme sentar a su lado 

—No mi amor, no tiene nada que ver mi cumpleaños. Además, ya pasaron tres días—me reí 

—Perdón por si ése día no te pude llevar a comer, o si no hicimos algo especial. Es que literalmente, ando corto de plata amor, por eso no te invite a ningún lado. Perdón, en serio—dijo agarrando mi mano para depositar un beso en mis nudillos 

—¿Quién te dijo a ti que yo no la pasé bien, eh? La pasé muy bien con ustedes, en serio. Amo pasar tiempo contigo, con Fran, con Aurora, Brad y Patrick. Pasar tiempo con ustedes fue más que suficiente—le sonreí y le di un beso en la mejilla 

—Te amo, ¿lo sabías? Sos lo mejor que me pudo pasar—dijo Caleb sonriéndome, para luego darme un corto beso—mira, vine porque ya conseguí un poco de dinero para que tu y yo salgamos a comer—apoyó su frente junto la mía—¿Qué me dices? Una cita, tu y yo, solos, gran cena, el mejor vino que te puedas imaginar... 

—Mi amor—puse mi mano en su mejilla—en serio, en serio no es necesario 

—Si que lo es, y no acepto un no como respuesta. Te espero a las ocho en punto. Ya le avise a Patrick y dijo que encantado cuida a Fran—me guiño el ojo y beso la palma de mi mano que estaba en su mejilla 

—Te amo—le di un beso lleno de ternura, una vez que nos separamos le sonreí y me levanté de mi lugar—¿te quedarás a almorzar? 

—¿Tu quieres que me quede?—preguntó con su media sonrisa de "galán" mientras se levantaba de su asiento 

—No, la verdad es que no. Comes demasiado—me reí, mientras me dirigía hacía la puerta 

—Ahora por eso, me voy a quedar. Nadie te manda a cocinar tan delicioso—cerró la puerta tras de sí 

Me reí y llegué con él pisándome los talones a la cocina. Una vez ahí, ambos decidimos hacer pizza cacera 

Fran se encontraba en casa de una amiga, hasta que escuche la puerta de entrada 

—¡Mamá, ya llegué!—gritó desde la entrada—¡¿Vino Caleb?!—preguntó con la voz un poco más apagada 

Y luego de unos segundos, ya se encontraba en la cocina. Lo vio a Caleb y se acercó a saludarlo con un abrazo y luego hizo lo mismo conmigo 

—Caleb, tengo que hablar contigo sobre una pequeña cosa—dijo mientras movía la cabeza en dirección a la sala 

—Claro pequeña, dame un momento. Me lavo las manos y voy. Ve yendo—dijo Caleb sacudiéndose la harina de las manos 

Fran asintió con la cabeza y se fue a la sala. Yo los miraba a ambos con una ceja levantada. ¿Y ahora qué se tramaban estos dos?. Vi a Caleb lavarse las manos, mientras yo las seguía teniendo en el mazacote de intento de masa que habíamos empezado hacer. Estaba esperando que Caleb se dé cuenta que lo estaba viendo, para que me explicara qué sucedía. Pero este no lo hizo. Terminó de lavarse las manos, y se dirigió directamente a la sala con Fran. Decidí que lo mejor era no prestarle atención 

Estaba terminando de hacer la masa, cuando vi a Caleb entrar nuevamente a la cocina y darme un beso en la sien. Se colocó a mi lado, y siguió ayudándome con las pizzas 

Terminamos de hacer las pizzas y almorzamos los tres entre charlas y risas 

Ya Caleb se había ido, y eran las cinco, así que decidí entrarme a bañar. Me di un relajante baño, y al salir de él me encontré con Fran esperándome afuera. 

—¿Qué sucede mi amor?—pregunté mientras me encaminaba hacía mi habitación con Fran a mi lado 

—Pienso ayudarte a elegir tu vestuario y también a arreglarte para que hoy te veas más bella que nunca—dijo Fran sentándose en mi cama, yo sólo me reí 

—¿Desde cuándo te gustan estas cosas?—pregunté viendo mi armario 

—Desde que tengo catorce, y casi falta poco para cumplir quince—se rió ella—estoy entrando en ésta etapa ma, dónde me gustan todas estas cosas. En la etapa de la adolescencia, y me gusta estar linda y sentirme linda sobre todo. Pero no le vayas a decir a papá, se volverá loco cuando se entere que ya no me gusta vestir casi como niño—ambas nos reímos 

—Tu secreto está a salvo conmigo, hija mía—volví a reír—pero bueno, esta bien. ¿Dime cuál, el negro, el blanco, el bordó o el color vino?—dije poniendo a todos en la cama 

—El vestido color vino ma, con...—dijo levantándose y yendo a mi armario para sacar un par de zapatos negro taco aguja con decorado dorado—estos. Y, si es que tienes también alguna gargantilla... oh si, la que te regaló Caleb para tu cumpleaños del año pasado, la que está bañada en oro—se encaminó a mi tocador y la sacó, para luego sacar algunas pulseras 

—Okay, y ahora viene el cabello y maquillaje. Deja que me voy a secar el cabello 

—Yo te lo quiero secar, ¿puedo ma?—preguntó Fran 

—Claro que si mi amor 

Fran me sonrió antes de ir al baño a buscar el secador de cabello. Volvió y me senté en mi cama, para luego enchufar el secador. Y así Fran empezó a secar mi cabello 

Terminó de secarme el cabello, y decidí alisarmelo. Una vez terminé con eso, me maquillaje. 

Decidí empezar por los ojos, un poco de sombra color marrón y negro en los párpados, luego un delineado tanto arriba como abajo, y para acabar, apliqué una capa de rimel. Me pinté los labios con un labial mate color morado. Y listo. Me cambié, me puse los accesorios que había escogido por mi Fran y ya. Estaba lista 

Eran las 7:50pm, en unos minutos Caleb pasaría por mi. Por suerte, Patrick pasó por Fran temprano, porque sino Caleb hubiera estado más temprano aquí y yo no hubiera tenido tanto tiempo de arreglarme 

Estaba dándome un último vistazo en el espejo, cuando escuche el timbre de entrada. Agarre mi bolso de mano, y salí de mi habitación para bajar las escaleras e ir directamente a la puerta. Al abrirla, me encontré a un perfecto Caleb en traje 

—Uy, pero que guapo estás—dije sonriendo 

—¿Y tú? Siento que casi no puedo hablar. No, mejor ya no vamos a ningún lado, estas demasiado hermosa y muchos hombres se van a voltear a verte—dijo agarrándome de la cintura para darme un corto beso 

—No seas tonto—me reí 

—Es cierto, es mejor llevarte de la mano y presumirte delante de todos—entrelazo sus dedos con los míos 

—Ay, ya calla. Que luego me pongo toda roja. Mejor vamos—dije mientras salía de la casa para cerrar la puerta tras de mi 

—Por eso, me encantas cuando te sonrojas—me miro fijamente a los ojos, y listo, ya lo había logrado, ya me había sonrojado—Te amo guapa 

—También te amo—dije dándole un beso 

Nos subimos a su auto y él arrancó hacía dónde sea que me vaya a llevar. 

Estacionó en el parque donde nos conocimos y se giro a verme. 

—Ten, ponte esto y no te la quites hasta que yo te lo diga—dijo entregándome una venda 

—¿Para qué?—pregunté dudosa mientras agarraba la venda 

—Por favor mi amor, tengo una sorpresa para ti—me sonrió y acto seguido agarro la venda de mis manos y me vendo los ojos 

No sé porque no me sentía completamente segura, estaba intranquila con ésta venda en los ojos. No me gustaba nada de esto 

—No amor, no me gusta usar ésta venda. Me la voy a quitar, ¿si?—dije para poner mis manos atrás de mi cabeza para desatar la venda 

—No, no, no, amor por fa, no arruines mi sorpresa—dijo él quitando mis manos de mi cabeza, para luego dejarlas en mi regazo. Luego su mano se deposito en mi pierna, y sin querer me exalte—ey, tranquila. ¿Por qué tan nerviosa? Ni que te fuera a matar o algo mi amor—se rió Caleb para luego quitar su mano de mi pierna 

Me reí también por esa absurda idea, llevábamos tres años de relación. No hizo nada malo antes, ahora menos, ¿o no? Pero, no podía evitar sentir estos nervios, esta inseguridad. Al no ver me sentía debíl, desprotegida, decidí mejor calmarme 

Intentaba relajarme, hasta que sentí que el auto iba disminuyendo la velocidad, y mis nervios aumentaron nuevamente 

—Amor, ahora si me voy a sacar la venda—no espere que reaccionara, y me saque la venda de los ojos 

Pero no podía entender dónde estábamos. Estaba todo a oscuras. Sabía de quién era la casa, pero las luces estaban apagadas. No entiendo nada 

—Mierda Sarah. Te dije que no te quitaras la venda hasta que yo te lo dijera—dijo Caleb con una voz muy gruesa y con una cara que me causó escalofríos 

Acto seguido se bajó bruscamente del auto, llegó hasta mi lado, abrió mi puerta y me bajó de un tirón 

—Basta Caleb, me haces daño—dije mirando sus ojos, pero no vi más que frialdad, y eso causó otro escalofrío en mi 

—Eres muy desobediente Sarah. Todo pudo haber ido bien, pero tu y tu rebeldía tenía que hacer lo que quería. Y ahora la pagarás 

Se acercó a mi y me levantó en su hombro como un saco de papa. No sabía que más hacer, más que golpearlo y patalear, y gritar que me soltara. Pero este no lo hacía 

Tenía ganas de llorar, ¿qué iba a pasarme?




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