El Final Del Cuento De Hadas

27

Tienes tan bien elaborada tu labia, que tu mentira a cualquiera atrapa 

En la actualidad
 


 

—Y esa es mi historia—dije mirando a Verónica
 


 

—Wow nueva, si que pasaste por mucho—dijo mientras me daba un apretón de mano—ése sí que es un verdadero hijo de puta
 


 

—Lo sé. No puedo creer que haya estado enamorada de él todo éste tiempo—suspire
 


 

—Te mantuvo cegada. Suele pasar. A mi me pasó algo igual—dijo Verónica mientras se encogia de hombros 
 


 

—¿Cómo qué fue lo que te pasó?—pregunté curiosa
 


 

—Mi marido me golpeaba. Abusaba sexualmente de mi y me golpeaba cada día. Hasta que un día dije, ya no más, y me defendí. Me defendí de su agresividad. Lo golpee con lo primero que tenía a mi alcance, fue directo al hospital, los doctores no le daban mucha esperanza de vida, pero se recuperó, y vaya que me fue peor, pero volví a armarme de valor. Me entrenaba en secreto, mientras él se iba a trabajar o mientras se iba a engañarme por ahí. La diferencia de la primera vez, es que ésta vez, lo maté—dijo con lágrimas en los ojos 
 


 

—¿Y por qué estás aquí? Eso que hiciste, fue en defensa propia—dije seria 
 


 

—Porque nadie me creyó que él me golpeaba. Nadie creyó que él era un monstruo—me miro con sus ojos cristalinos por las lágrimas—al salir algún lado con nuestros amigos y/o familiares, era como si se pusiera un chip social. A todos tenía encantados. Y, le creyeron a él, aunque estuviera muerto
 


 

—Que cosa tan horrorosa—dije mientras le daba un apretón de manos, demostrándole mi apoyo total
 


 

—Dicen que las mentiras tienen patas cortas, pero ésta duró años—me miró con dolor—tenía tan bien elaborada su labia, que su mentira a cualquiera atrapó—se levantó de mi cama, y se dio la vuelta para verme—y eso lo digo por ambas
 


Me quedé en mi lugar, pensando respecto a todo lo que me había dicho Verónica. Pensando en todo lo ocurrido

¿Qué hubiera pasado realmente si Caleb nunca hubiera hecho eso? ¿Él alguna vez llegó a sentir algo, por más mínimo que sea, por mi?

Verónica tenía razón, él sí que supo usar bien su labia, sí que supo manipular y engañar a todos. Nadie vio la maldad que él cargaba encima, nadie logró verlo a él de verdad. 

Me pregunto por qué el amor es la ciencia con la teoría más simple y la práctica más imposible de todas.

"Vete, pero llévatelo todo", repito una y otra vez mientras intento alejar de mí lo ocurrido, mientras intento alejar de mí todo aquello que fuimos, todo aquello que fue. Vete y no vuelvas más, que no te quiero por aquí. No quiero tus mentiras, ni tu cobardía. No quiero saber cuán ridícula he sido creyéndote, intentando conocer algo que claramente no se iba a dejar ver. Vete, que no quiero tus palabras vacías ni tus monstruos, esos a los que estaba dispuesta a declararles la guerra únicamente por ti. No quiero más palabras vacías, cómo tampoco quiero a nadie diciéndome que te he importado en algún momento, porque esa afirmación te queda grande. 
Mis ojos se llenan de lágrimas, pero no por ti, ¡que va!, aquí la que ha perdido no he sido yo; sino tú. Has dejado escapar a alguien que no te juzgaba, que te escuchaba, que adoraba tus defectos más que tus virtudes, que te quería, ¿y todo por qué? por ser un verdadero hijo de puta. Ojalá hubiera visto tu verdadero tú muchísimo más antes. Así que vete, pero llévatelo todo, que no quiero más de ti. 

Estaba tan sumergida en mis pensamientos, que no escuché cuando una oficial me habló

—¡Vancouver, la estoy llamando!—dijo mientras golpeaba las rejas con su barrote

Me levanté de mi lugar, me limpié la lágrima rebelde que se escapo, y me encaminé hasta cerca de la reja

—Disculpe, no la había escuchado—dije para luego carraspear

—Ya lo noté. Tienes visita, es tu abogado—dijo antes de abrir la celda para que yo saliera, me agarró del brazo—andando 

Mientras iba con la guardia, iba pensando para qué Alex habrá venido. Cuando me venía a visitar, no venía en plan de mi "abogado".

Llegamos a la sala dónde se atendían a las visitas. Luego de que me revisaran, pasé por la puerta de rejas. Alex al verme, se levantó de su asiento y vino hacía mi, para acto seguido abrazarme fuertemente

—No tienes una idea de lo que te extraño. De lo que se te extraña allá en casa—dijo mientras se separaba de mi, para luego tomar asiento 

—También los extraño—le sonreí mientras me sentaba frente a él—dime, ¿a qué se debe tu visita?—pregunté curiosa

—Bueno Sarah, no tengo muy buenas noticias para ti—dijo Alex completamente serio

—¿Le pasó algo a Fran?—dije asustada

—No, no es eso. Ella está dentro de lo que cabe, perfecta—soltó un suspiro 

—¿Patrick, Aurora, Brad o mi madre? ¿a algunos de ellos, le sucedió algo malo?—pregunté preocupada

—No Sarah, no. No es nada de eso—dijo mientras me miraba a los ojos
      
—No me asustes Alex, ya dime qué pasa—dije mientras tragaba en seco

—Caleb está libre—soltó Alex repentinamente 

—¿Qué?—dije incrédula

Sentía que me iba a desmayar en cualquier momento.

—Lo que oíste Sarah. Caleb, está libre—dijo Alex con un deje de furia en su voz

—Pero, pero, ¿cómo es eso posible? ¡recién han pasado seis malditos meses!—dije golpeando la mesa con la palma de mi mano—Él tenía veinte putos años, para pudrirse en la cárcel 

—Lo sé Sarah, yo tampoco logro comprenderlo del todo—me agarró de la mano—lo único que sé es que su hermano logró sacarlo de a prisión, y lo que yo entendí de todo eso, es que su hermano tiene influencias fuertes, que su hermano es poderoso, para haber logrado todo eso




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