El Final Del Cuento De Hadas

29

Todo ésto fue algo amargo, cuando debería haber sido algo dulce

—Jefe, quisiera un traslado—dije sentado enfrente de mi jefe

Él sólo me miró con los codos apoyados en el escritorio, luego se acostó en su silla. Pero no me decía nada, ni hacía nada

—Sabes que no puedo hacer eso, eres médico Patrick, no un reportero o algo por el estilo—volvió a poner sus codos en el escritorio

—Lo sé, pero la última vez hizo uno, que creí que podría hacer lo mismo conmigo—lo miré fijamente

—Lo siento Patrick, sé por la situación qué estás pasando, pero no puedo hacer nada—dijo mi jefe

—Está bien. Lo voy a extrañar jefe, pero, renuncio ya le haré llegar mi carta de renuncia—le sonreí

Me levante de mi asiento y me encamine hacía la salida. Iba a cumplir lo que le dije a Sarah. 

Después de pensarlo mejor, era cierto, irse de aquí sería lo mejor para Fran, para Aurora o incluso para mí, pero sé que sobre todo para Fran. Ella casi no salía de su habitación, ya no radiaba esa luz que era característica de ella, comía muy poco, habíamos notado con Aurora que ella bajó de peso en estos seis meses. Si sale de su habitación, es para comer, pero casi ni come, al instituto no está yendo hace una semana, porque en serio hay gente mala, le hacen bullying por que su mamá está presa, o porque su mamá casi mata a un hombre, o por que le dicen mentirosa, que ella sólo dice que la violaron para encubrir a su madre y miles de cosas más.

Recuerdo perfectamente un día, yo había llegado del trabajo, y en la sala se encontraba Aurora y Fran, me emocioné porque ella había salido de su habitación, hasta que la escuche llorar, me acerqué a ellas y la única que me vio fue Aurora, quién me dio una mirada llena de tristeza y preocupación. Fran al verme, se levantó del sofá y vino hasta mi para luego abrazarme fuertemente, y acto seguido me dijo las siguientes palabras "me quiero morir "  para luego decirme "papá, ya no quiero ir al instituto, por favor ya no. Creí que lo aguantaría, creí que sería más fuerte que ésto, pero ya no puedo más, ya no aguanto más" . Me acuerdo de sus palabras como si hubiera sido ayer que me las dijo.

Sarah fue quién me dio la solución. Porque sinceramente, yo pensaba cambiarla de instituto, pero creo que realmente un cambio de ambiente le haría muy bien.

Llegué a mi casa y dejé las llaves en el llavero que está cerca de la puerta de entrada, me quité mi bata de médico y me dirigí a la cocina por un vaso de agua o cualquier cosa que haya para beber. Abrí la heladera y saque la jarra con el jugo de frutas, me dirigí a las gavetas y saque un vaso, acto seguido vertí el líquido en él.

Estaba tomando el jugo, cuando vi entrar a Aurora a la cocina mientras se refregaba los ojos, le sonreí, deje el vaso en la mesada y me acerqué a ella para abrazarla por la cintura y acercarla a mi lo más que su abultado vientre nos permitiera y bese sus labios de forma tierna. Amaba demasiado a ésta mujer, estoy seguro que sin ella a mi lado justo ahora, sin su apoyo, sin sus ánimos cuando siento que no doy más, ya me hubiera vuelto loco o hubiera cometido cualquier estupidez.

—¿Pudiste?—me preguntó con una sonrisa que me reconfortaba el alma 

—No—dije haciendo una mueca

—¿Qué vamos hacer entonces?—dijo pasando sus brazos por mis hombros

—Renuncié—me encogí de hombros, ella me miró con los ojos como platos

—¿Renunciaste?—preguntó sorprendida

—Si mi amor, renuncié. Ahora, tú, me ayudaras a buscar alguna ciudad aquí en California, para irnos a vivir allá. Pero, no le diremos a Fran que renuncié, le diremos que me trasladaron, ¿okay?—dije mientras le daba un beso en la nariz

—Vale mi amor, yo te ayudo encantada, aunque, en realidad—me sonrió con inocencia

—En realidad, ¿qué?—le sonreí

—Yo rogaba con que te hagan el traslado a San Francisco—solté una pequeña risa—además amor, yo provengo de ahí, y tengo una casa allá qué la alquilaba, pero por suerte, hace un par de días se acabó el contrato de alquiler, y, además, las personas que vivían ahí, me dijeron que ya no iban a alquilar más porque se iban a mudar a otro país o algo así—dijo mientras movía la mano para quitarle importancia

—Está bien mi amor, nos iremos a tu ciudad natal—me reí y ella me sonrió feliz

—Lo bueno, es que no estamos tan lejos de Sarah, ¿ves?

—Tienes razón, ¿cuántas horas son? ¿cinco?—dije calculando

—Seis, pero podría ser peor—me sonrió, pero luego volvió a poner cara seria—tenemos que decirle a Fran, y luego de eso empezar la mudanza

—Si, amor, si no te molesta, quisiera decírselo yo solo a Fran—ella me miró comprensiva




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