El Final Del Cuento De Hadas

14

Trato de huir, pero nunca quiero irme. Me encanta la manera en que duele. Me encanta tu manera de mentir

 —Está bien. La carne ya está, podemos comer mientras nos cuentas, ¿qué les parece?—dijo Alex mientras caminaba a la parrilla 

Todos asentimos con la cabeza, aceptando la idea de Alex. Nos caminamos a la mesa y cada uno retomó su lugar nuevamente. A mi lado derecho se encontraba Aurora, quién a su lado se encontraba Patrick, a mi lado izquierdo se encontraba Alex, frente mío estaba Devon y a su derecha, frente a Aurora, se encontraba Aria

Estaba concentrada sirviendo ensalada en todos los platos, cuándo empecé a sentir una mirada en mí, levanté la cabeza y se trataba de Devon, le sonreí tratando de hacer que deje de verme, pero fue en vano, ya que no lo había logrado. Me miraba de manera seria, de una manera que jamás él me había visto. Me miraba profundo. Podía ver más allá de sus ojos celestes, podía verlo a él completamente. Su mirada era tan atrapante, que no noté cuando él me empezó a hablar   

—Perdón, ¿decías?—dije mientras empezaba a sentir mis mejillas levemente calientes

—Que te admiro—dijo aún con la misma mirada, profunda. Pero, también lo dijo totalmente serio

—¿A mi? ¿por qué?—pregunté mientras colocaba cada plato en su lugar y me sentaba 

—Por todo lo que acabas de decir. Por... no sé, por haberte roto así, delante de todos, después de tantos años sin haberlo hecho, sólo para que Patrick entienda a Fran, para que ambos o más bien todos, entiendan los deseos de Fran, para que ella sea feliz—dijo para luego tomar de su copa con vino

No tenía palabras para responder a lo que acaba de decir. Intentaba decir algo, pero no salía mi voz, mi mente estaba en blanco y al parecer, tampoco sabía expresarme

—No sé qué decirte la verdad. Pero que va, que tu has de ser más admirable. Según tengo entendido, has criado a tu hijo tú solo, desde que él tiene dos años de edad. Y mira que criar un hijo solo no es nada fácil. No te diré que te entiendo completamente, porque no es así, si bien hubo un tiempo en el que vivía sola con Fran, eso no quiere decir que la crié sola, porque Patrick siempre estuvo, en cambio tú... es, wow, es sorprendente—dije aún viendo sus ojos 

Eran demasiados claros. Eran tan celestes, como el agua clara de Bora bora. Tan claros, que te atrapaban, te hacían un verdadero reto intentar quitar la vista de ellos. Pero a la vez, eran tan profundos, tanto, que escondían miles de secretos, miles de lágrimas que alguna vez salieron y tal vez, algunas siguen ahí, esperando su momento para salir. Eran unos ojos tan claros y tan preciosos, que era imposible creer que en ellos había tanto dolor y sufrimiento

—Todas las penas duelen Sarah, sólo que algunas duelen de manera diferente y en momentos diferentes. Y eh... gracias por esas bellas palabras de aliento, pero al que crié desde los dos años, fue a mi otro hijo, no a Noah—se rió mostrando su dentadura perfecta

¿Acaso a los Clark los fabricó Dios o qué? Eran perfectos todos ellos. Aria era una mujer que podía cautivar a cualquiera y no lo digo solo por su personalidad, sino con solo verla por su belleza. Con esos ojos fríos que logran quitarle el aliento a cualquiera. Devon tampoco se quedaba atrás, era demasiado guapo a decir verdad, con su sonrisa perfecta y esos ojos celestes tan cautivadores. Los hermanos Clark eran toda una joyita sin duda, pero así también eran personas con demasiado sufrimiento, con demasiados secretos, simplemente con demasiado

—¿Tienes otro hijo? ¿Cómo es posible que no lo conozca? ¿Y Noah, cuantos años tenía entonces?—dije haciéndome la ofendida, para luego ver que ya venían Patrick y Alex con la carne   

—Si, tiene doce años. Su nombre es Dallas, es el dolor de cabeza de Noah y la persona más inventora que pueda existir—se rió él acordándose al parecer de su hijo—Noah tenía nueve años cuando nos quedamos los tres solos—sonrío con nostalgia

—¿Y ahora dónde se encuentra?—pregunté mientras le sonreía a Alex por servirme un pedazo de carne

—Esta en un campamento de ciencias con el instituto—sonrió

—¿Le estás contando de Dallas?—intervino Aria

—Así es, por lo que voy escuchando suena un niño muy inteligente, curioso y encantador—dije para luego comer un pedazo de carne, me giré a Alex—está muy buena —dije gozando de la carne

—Gracias amor—dijo Alex dándome un beso en la mejilla

—Sí, Dallas es todo eso. Tendrías que verlo a Noah, pobre, él es su conejillo de indias. Noah ya no sabe qué hacer para que Dallas se mantenga alejado de él—dijo Aria riendo haciéndonos reír a los demás       

Terminamos de comer entre anécdotas de nuestros hijo y, obviamente, entre carcajadas que nos sacaba cada una de ellas. Hasta que Alex habló

—Bueno, creo que ya hemos alargado mucho el tiempo y el habla. Creo que ya es momento de que nos cuentes todo Aria—dijo Alex totalmente serio 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.