“El hombre tiene dos medios para refugiarse de las miserias de la vida, la música y los gatos”
Salieron riendo y fueron a la iglesia, todo estaba divinamente engalanado con pedestales de rosas de tonos nacarados y bastante azahar. El organizador de bodas le dio la señal de que se colocara en el altar junto con su madre, Rita, que al verlo tan apuesto le dijo:
—Te ves divino, pero siempre lo has sido.
—Gracias, mamá—besó su mano.
Estaba esperando el momento de la entrada de la novia, miró su costoso reloj y ya debía estar entrando Kelly junto a sus padres, el organizador de bodas hacía señas a sus ayudantes para que investigaran la llegada de la novia y de repente vio llegar a Gema, la mejor amiga de Kelly, venía echa un mar de llanto y se detuvo al verlo y solo pudo decir apenada:
—Brian…
Todos miraron a la bella joven llorando y comenzaron a murmurar:
—¿Qué sucede?
—Es que…—le tendió una carta color rosa—lo siento tanto…
Se fue llorando y corriendo, Brian no entendía nada y miró la carta, revisó el remitente y era de Kelly, su madre le dijo:
—Ábrela.
Eso hizo inmediatamente y leyó la carta…
“Querido Brian
Siento tener que causarte este pesar, pero no podré casarme contigo—ante esto Brian buscó sentarse en el piso del altar—no podría casarme contigo amando a otro hombre, intenté obviar este sentimiento, pero fue más fuerte que yo.
Mereces lo mejor del mundo y eso no soy yo, me voy a Europa con mí ahora novio y espero de todo corazón que puedas perdonarme este momento tan bochornoso.
Te quiero, es lo único que puedo decirte, contigo viví lindos momentos, pero no te amo y debo decirte adiós.
Kelly”.
El silencio imperaba en todos los presentes al ver el rostro pálido de Brian Rosenberg, Roger tomó la carta de las manos de su amigo y leyó entonces exclamó:
—¡Maldita puta!
—¿Qué pasa?—preguntó Rita asustada.
—¡Lo dejo, la maldita lo dejó por otro!—decía exaltado.
Todos se conmocionaron y Tania recordó al sujeto con el paquete y corrió donde los obsequios y nada, entonces fue a la habitación en donde su hermano se había cambiado y vio el paquete, cuando lo abrió vio la caja de los anillos y una carta, la abrió era de Roger:
“Lo siento, pero la amé primero que tú y ahora es una realidad” Firmaba, Roger y ella salieron con la carta y los anillos en la caja, estaba pálida y cuando llegó todos se estaban yendo de la iglesia, su hermano estaba en shock y cuando vio los anillos se los arrebato a su hermana:
—¿Quién trajo esto?
—El mensajero…—dijo ella con la carta en sus manos—él te lo debió dar.
Brian sentía que su corazón golpeaba en su pecho y no entendía nada, Roger vio la carta y dijo:
—¿Qué es eso que tienes ahí?
Hubiese deseado que nadie notase eso, pero… Brian le arranchó la carta y leyó la frase y se cogió la cara y gritó:
—¡Clark se fue con Kelly!
Era una dura realidad, su cabeza punzaba y su pulso se aceleró, sintió que el aire le faltaba y cayó desmayado en medio de la iglesia ante el grito de su madre y hermana.
Lo que recordaría es que cuando se recobró su madre le pasaba un algodón por la nariz su hermana lloraba y Roger hacia muchas llamadas por teléfono:
—¿Kelly?
—Hermano…
Se levantó y miró todo el lugar y lleno de una ira incontenible, comenzó a tirar jarrones, destruir la decoración, como si fuera un oso furioso, pateó sillas y salió hacia el salón en donde se llevaría a cabo la recepción, todo estaba listo, el personal impecable y al ver al tipo que enviaba de un empujón a uno de los meseros e iba hacia la mesa en donde una bella torta de 10 pisos estaba y lanzarla al suelo en donde se desmoronó todo, solo quedó salir corriendo.
Roger intentó detenerlo, pero él viraba las mesas con las bellas construcciones que la adornaban y que se quebraban aparatosamente en el suelo.
—¡Maldita! ¡Maldita!
Gritaba en todo el salón, la orquesta salió corriendo y él destruía todo, su madre gritaba:
—Por favor deténgalo…
Nadie se atrevía, hasta que su hermana en un arrebato se le subió encima y él, aunque luchaba porque quitársela, no pudo:
—Basta, basta Brian, ya…—lo agarraba ella del cuello—déjalo ir, déjalo ir.
Cayó de rodillas llorando desconsoladamente y Roger le dijo:
—Amigo, lo solucionaremos.
Nada lo consolaba.
Llegar a casa devastado, pensando en lo que había hecho mal, lo tenía muy desmoralizado, Roger lo ayudó a cambiarse: